— ¿Por qué estás tan silenciosa y con esa cara de tonta? —Le pregunté a Anna dentro del taxi, rumbo a la Academia— ¿No vas a contestarme grosera? —Recalqué ante su silencio— ¿Mi tío Alex es muy guapo, cierto? Muy, muy guapo
— Oye, no tengo ganas de conversar contigo por lo tanto cierra la boca ¿Quieres?
— Pues yo si tengo ganas de conversar contigo y escúchame muy bien. No voy a permitir que le hagas daño a mi adorado primito Tim Tim porque yo le prometí a su madre que lo cuidaría y defendería siempre con toda mi alma.
— ¿Y qué te hace pensar que yo le haría daño a Tim? —Preguntó en lo que se generaba un corto silencio. ¿Su madre? ¿La madre de Tim dónde está? —Preguntó al cabo de un rato—
— En los jardines del cielo como una bella mariposa monarca.
— ¿Ella murió? —Preguntó con asombro—
— Ja.
— ¿Hace tiempo? ¿Qué le sucedió?
— Hace un poco más de tres años, ella tenía cáncer y murió en los brazos de mi tío durante la media noche de año nuevo del 2000, mientras observaba los fuegos artificiales. Tim era apenas un bebé.
— ¡Gott! Qué triste.
— Sin dudas fue muy triste. ¿Entiendes ahora porque me pongo así?
— Pues no, no entiendo porque te pones así.
— Me cuesta entender tu derroche afectivo hacia él.
— Él es muy dulce.
— Eso ya lo sé.
— Mi hermanito era igual, dulce, cariñoso y de la misma edad que Tim. Él siempre me regalaba flores cuando yo llegaba de la escuela de Ballet y me abrazaba todo el tiempo.
— ¿Y qué pasó con él?
— Se perdió hace 4 años durante nuestras vacaciones de verano en Mónaco, estábamos en el centro comercial esperando a mi madrastra. Ella se demoró bastante en probarse unas ropas y mi hermanito Louis ya estaba impaciente por ir a los juegos, decidí entonces comprarle dulces para calmar un poco su inquietud pero le solté de la manito. Solo un par de segundos para pagar los dulces y corrió, se perdió y nunca lo hemos vuelto a encontrar —Contestó intentando secar vanamente sus lágrimas— Cuando encontré a Tim, perdido en los pasillos de la escuela y me pidió ayuda para regresar con su padre, lo tomé como una señal de que mi hermanito estaba bien donde sea que se encontrara y que me perdonó por haberle soltado la mano aquel día.
— Que tristeza horrible Anna, lo siento mucho —Fue todo lo que me nació decirle en aquel momento ante la pena que me invadió—
Posterior a eso ella no dijo nada más, al poco rato llegamos a destino y fue la primera en descender del taxi raudamente para ingresar a la Academia.
Debo admitir que no esperaba oír de Anna un relato tan triste como ese, pero aquel suceso desolador le dio sentido a su manera de comportarse con el pequeño Tim. Sentí pesar de haberla juzgado pero a la vez me gané la certeza de convencerme a mí misma de que ella nunca haría nada que pudiera lastimarlo o ponerlo triste.
— ¿DESEAS QUE DIGA QUE ME EQUIVOQUÉ CON ANNA?
— DESEO QUE VEAS DESDE AQUÍ TODO LO QUE NO HAS PODIDO ANTES, ESTANDO ENTRE LAS PERSONAS QUE AMAS Y LAS PERSONAS QUE TE RODEAN. ES TODO.
El día anterior a ese, la maestra Helen nos había anunciado que tendríamos otra obra muy importante en puerta “La Bayadera" con cinco presentaciones exclusivas en Viena-Austria. Yo deseaba con toda mi alma ganarme el papel principal pues se trataría de mi primera Obra importante pero era consciente de que Anna Wieber encabezaría La Bayadera como primera bailarina del tercer año.
De todos modos ese día martes a primera hora de clases nos dijeron que habría una preselección por parte de un miembro de la Academia Estatal de Viena y que Hans Schriefer estaría a cargo de las pruebas.
Todos los alumnos pasamos a posición pero en cuestión de minutos nos redujeron a cuatro como posibles protagonistas. Yo realicé el mejor acto que pudiera ejecutar, una con duración de un minuto intentando ganarme el agrado del maestro Schriefer pero todo lo que logré de su parte fue un frío —Muchas gracias señorita Majewski—
Era imposible deducir que le gustaba y que no al Maestro Schriefer pero sin muchas esperanzas para nosotras, esperamos que Anna acabaría quedándose con el papel principal.
En verdad fue lo que creímos hasta que le tocó a ella presentar su solo ante el maestro. Quedamos en asombro absoluto al verla sumida en una nebulosa de errores que definitivamente no eran típicos de ella.