Oberwolfach "Sueños de Verano"

FELIZ 16 MI NIÑA

Tiempos muy bonitos, maravillosas noches blancas, mercadillos y villancicos, se acercaban lentamente, y toda esa magia abrió sus puertas con el primer domingo de Adviento un 30 de noviembre. Yo siempre amé la Navidad y al encontrarme nuevamente en casa luego de varios años, me hacía mucha ilusión pasarla en compañía de la familia que tanto había extrañado durante tantas fiestas.

Para que aquellos momentos fueran doblemente feliz, me hubiera gustado hacer el papel de Clara en el Cascanueces para vivir un verdadero mundo mágico de dulces en presencia de mi adorado novio pero Anna Wieber fue inamovible, indiscutible para esa representación, entonces yo acabe siendo apenas una suplente durante todas las presentaciones en las principales ciudades de toda Renania del Norte, las dos semanas que duró el cronograma de la Obra.

Miss Helen: Cambia esa cara Gina, tú sabias que esto sería así.

Gina: Lo sé Miss, pero no estoy molesta, sólo algo triste. Siempre soñé con hacer el papel de Clara y debo admitir que me hizo ilusión esta Obra, pero Anna Wieber no necesita suplente —Dije detrás del escenario sobre el final de la última presentación un domingo 14 de diciembre en el Aalto Theater de la ciudad de Essen.

Miss Helen: Ya tendrás tu oportunidad Gina, eres talentosísima mi niña y te lloverán obras que representar —Aseguró sonriéndome—

Se cerraron los telones con presentaciones exitosas para Anna quien no sólo se ganó aplausos y elogios por toda Renania del Norte sino también su tan anhelada postulación para las audiciones del Royal Ballet Academy a mediados del ya muy próximo año.

— ¿Dónde puedo poner éste ramo? —Irrumpió un joven en el camerino donde me encontraba sola mientras aún aplaudían a Anna sobre el escenario—

— Sobre mi cabeza si te parece —Contesté dejándolo pasar—

— Solo soy un simple enviado, no tienes que desquitarte conmigo.

— Déjalo por ahí.

Luego de colocarlo en un rincón, el joven se marchó y al poco rato el camerino se llenó de bailarinas, me quedó tiempo de husmear para saber quién le había enviado el ramo de rosas a Anna pero no lo hice. De todos modos al notar su tonto suspiro tras revisar su dedicatoria, ya supuse de inmediato quien fue el que se lo envió.

— ¿La viste? ¿Crees que se lo envió tu tío Alex? —Me preguntó Jenny—

— Quizás.

— No voy a preguntarte si estas de mal humor porque es evidente que si.

Ni siquiera yo lograba descifrar mi estado de ánimo y mis sentimientos en aquel momento, eran una mezcla de tristeza, frustración y vacío en la que podía quedarme horas abrazando a Michael sin mediar palabras y aun así no sería suficiente.

Aalto Theater no quedaba muy lejos de casa por lo que volvimos todos aquella misma noche cada quien tomando su propio camino.

Como el padre de Anna casi siempre se encontraba de viaje y no podía acompañarla en sus mejores momentos y su madrastra prácticamente la detestaba, mi tío Alexander se ofreció en llevarla hasta su casa en Freisenbruch-Essen a pocos minutos de Steele, para que no fuera sola en Taxi.

— Estuviste maravillosa, Anna —Dijo mi tío Alexander besando su mano derecha— 

—El ramo que me enviaste, me encantó —Sonrió sosteniéndolo entre sus brazos— ¡Gracias, Alex! 

Antes de marcharse, se ofreció en llevarnos a Michael y a mí pero nosotros preferimos ir con mi papá Norbert de modo a no ocasionarle un doble trayecto de Essen a Bochum en horas de la noche.

Michael: No me gusta que estés triste, Gina

Gina: Imposible, amor. Me siento devastada —Dije recostada a su hombro izquierdo—

Norbert: ¿Devastada, hija? ¿No estás exagerando un poco?

Gina: Deseaba ser Clara al menos una vez.

Norbert: Ya tendrás otras oportunidades, tendrás muchas, princesa.

Michael: Así es y mientras eso suceda, para mí siempre serás la más bella Clara de mi mundo de dulces.

Pese al intento de ambos en hacerme sentir mejor, no lo habían logrado y todo lo que desee en aquel instante fue llegar a casa y echarme a dormir profundamente la noche entera. No existían motivos para mantener aquella tristeza pues días maravillosos estaban en camino.

Un inminente invierno se aproximaba y por las calles ya se respiraba el aroma a Navidad. Las casas yacían decoradas con luces y junto a nuestras respectivas chimeneas ya lucían esbeltos, coquetos y despampanantes árboles.

Viernes 19 de diciembre asistimos a nuestro último día de clases en la escuela y al día siguiente a nuestro último día en la Academia de Ballet. El último domingo de Adviento lo pasamos en familia y reunidos todos, vivimos una noche acogedora disfrutando de una maravillosa cena preparada por mamá Judith y mi madrina Norah. Todo era casi tal cual como lo había deseado desde hacía tantos años. Casi porque la familia no estaba completa. Mis padres, Said y Paula y mi hermanita Isabella no se encontraban allí con nosotros y eso me pesaba el corazón de un modo inimaginable.

Desde que llegue a Canadá solo pensaba en huir para volver a Alemania un día y estar con la familia que yo tanto amaba y nunca me detuve a pensar en lo mucho que me dolería el alma estar tan lejos de mis padres y de mi hermanita. Los extrañaba mucho y aunque deseaba disfrutar de toda aquella calidez en Bochum, se me hacía imposible ignorar aquel sentimiento que me consumía por dentro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.