— ¿Te gustó la sorpresa mi Princesa?
— Mucho daddy, no me lo esperaba —Le contesté mientras bailábamos una canción lenta y melodiosa— aunque debí sospecharlo porque todos habían desaparecido.
No recuerdo haber bailado una canción con mi padre, como aquel día de mi cumpleaños número 16. En aquel instante caí en cuenta que no había hecho muchas cosas con él a lo largo de nuestros años juntos en Canadá. Siempre me había consentido en todo, siempre me lo había dado todo pero nunca algo que pudiéramos recordar de manera especial, como enseñarme a montar sobre bicicleta o elevar comentas en el cielo durante un hermoso medio día de picnic.
No iba a arruinar la ocasión hablándole sobre todo aquello pero a medida que bailábamos y yo lo observaba viéndome de manera tan dulce y tan calma, sentí de nuevo el mismo pesar que había sentido la vez que hui de casa para volver a Alemania. Pese a su juventud, él era un padre excelente, uno con errores como cualquier otro padre, uno que quizás pudo dar aún mucho más por mí pero no se lo permití.
A aquel hombre guapo y elegante solo le faltaba una radiante sonrisa dibujada en su rostro entonces con mis brazos aun posando sobre sus hombros, le dije cuanto lo amaba y fue así que mi cometido se cumplió sin el mínimo esfuerzo. Mi padre sonrió y todo el pesar que sentía en mi corazón se esfumó como por arte de magia.
— También te amo mucho mi princesa, tú eres el sol que ilumina todos mis días —Me dijo—
— Es mi turno, tengo que bailar con mi papá —Irrumpió una molestosa voz desde abajo— ¿Me permites por favor?
— Apártate niña, es mi cumpleaños y yo estoy bailando con mi daddy.
En esas, la canción había culminado y ante la insistencia de Isabella, jalando la bota manga de mi padre, accedió en consentirla y bailar con ella la siguiente canción. La tomó entre sus brazos y la hizo bailar, girando una y otra vez a lo largo y ancho de aquel gran salón.
Por momentos sentí celos y algo de fastidio pero debía admitir que Isabella era para mi padre todo lo que yo no pude ser para él a su edad. La pequeña quien había cumplido 3 años el 2 de junio, se encontraba en la edad justa de iniciar grandes aventuras y entonces ella si aprendería a montar sobre bicicleta, a elevar cometas en el cielo entre otras cosas de la mano de mi padre. Isabella sería la encargada de curar las heridas de un padre que quiso ser y no pudo ser conmigo.
— ¿Bailamos señorita? —Preguntó mi adorado novio irrumpiendo mis divagues emocionales referentes al pasado—
— Pensé que no le lo pedirías, amor.
— Haré el intento hasta donde me lo permita la ortesis —sonrió—
— ¿Con que fuiste a buscar a tus abuelos que vinieron de visita?
— Lo siento bebé, fue una mentira piadosa. Todo lo planeó tu padre y ya sabes que prefiero seguirle la corriente en todo a que intente desquitarse conmigo por tonterías.
Aquella fiesta fue grandiosa y maravillosa, muy al estilo de los grandes eventos organizados por Mawal Company por lo tanto no tuve la mínima duda de que mi padre fue el artífice principal de aquella súper sorpresa. Aun así toda mi familia estuvo involucrada en organízala, desde mi tío Alexander a quien creía en el hospital trabajando, hasta la malvada de Anna Wieber quien hasta ese momento sorprendentemente ya se había vuelto casi inseparable de mi bello tío.
Aquel salón estaba lleno de gente, compañeros de la Academia de Ballet, de la Secundaria, la Miss Helen, mis abuelos Elwira y su esposo Lukasz, mis tíos Najib y Khaleb junto con su esposa, en fin, toda mi familia además de esporádicos amigos y socios de mi padre.
Todo era algarabía por sobre todos para los más jóvenes aunque los adultos no escatimaron en echarse a la diversión de igual modo rememorado sus épocas de juventud con canciones de época que de tanto en tanto el DJ tocaba en la consola. Cuando llegaba de vuelta nuestra ocasión de saltar en medio del salón con tres hits al hilo como el de BEP con (Let's Get It Started, Shut Up y Hey Mama) ellos retornaban a sus asientos disfrutando de bocadillo, bebidas y sus conversaciones.
MINUTOS MÁS TARDE
— Nunca me sentí tan exhausta en mi vida, ni una obra de 5 actos se atrevió a quitarme tanto aire —Dijo Anna Wieber luego de haberse sumergido en los hits de Black Eyed Peas—
— Y nosotras nunca la habíamos visto de este modo —Me susurró Jenny— ¿En serio el enamoramiento cambia de tal modo a las personas?