— Con este pequeño dispositivo te sentirás bastante cómoda —Aseguró el Dr. Jannik Struck refiriéndose al audífono que desde aquel momento yo debía utilizar— Es uno de los más recientes, ultra ligero y casi imperceptible.
—Muy poco me importa todo eso, pensé—
Sé que lo decía únicamente para que no me sintiera tan mal al tener que llevar aquel aparato prácticamente de por vida al igual que la lentilla en el ojo izquierdo que apenas días antes, el oftalmólogo me había colocado y enseñado a utilizarlo.
— ¿Cómo te sientes ahora, cielo? —Preguntó mi padre luego de que abandonáramos el consultorio del otorrinolaringólogo—
— Horrible, padre —Contesté echándome en llanto—
— Mi princesa, no te pongas así.
— Me siento arruinada.
— Estás siendo demasiado drástica contigo misma. Deja de decir que estás arruinada.
— Lo estoy padre —Recalqué en lo que mi celular comenzó a sonar— ¿Jenny? —Exclamé— con asombro y a la vez con una dicha que secó mi llanto de manera inmediata.
— Dime que estás bien Gina. Por favor dime que tú si estás bien —Suplicó llorando—
La verdad yo no estaba bien y justo en aquel momento tenía mis ánimos por los suelos pero obviamente no se lo hice notar y mentí un poco para que no se pusiera mal y me dejara verla.
— Te extraño mucho Jenny. Por favor déjame ir a visitarte.
Ella aceptó y entonces no dudé en pedirle a mi padre que me llevara hasta su casa.
— ¿Qué sucede cielo? —Me preguntó mientras conducía y yo lo observaba—
— ¿Por qué creíste que mi accidente fue un castigo de Allah daddy para ti?
— ¿De qué hablas mi amor?
— Le pedías a Allah que no te castigara conmigo ¿Por qué querría castigarte?
— ¿De dónde sacas eso, hija?
— Te vi y te oí.
Quizás fue un desatino de mi parte preguntarle aquello pues luego no sabría explicarle cosas que muy probablemente aunque lo hiciera, ni él ni nadie me creerían.
El caso fue que mi padre supo a qué me refería y que en verdad aquello había sucedido ¿Pero cómo yo lo sabía? Aquella fue muy probablemente la pregunta que se hizo a si mismo quedando estupefacto.
No dijo nada más hasta llegar a casa de Jennifer.
Yo bajé del coche con cuidado y él decidió ir a hacer unas diligencias en lo que yo hablaba con mi amiga.
— Jenny por favor, cálmate... Mírame, estoy bien y estoy aquí contigo.
Al poco rato cuando sus lágrimas cesaron un poco, comenzó a observarme de pies a cabeza intentando convencerse de que todo estaba bien conmigo.
— ¿En verdad estás bien?
— Pues... Bien, bien no estoy Jenny pero estoy viva y eso es lo que importa. Al menos eso es lo que dice mi familia. Estamos vivas Jenny y debemos continuar —Dije mientras ella volvía a abrazarme—
Ni siquiera había transcurrido un año desde mi incorporación al Woge Akademie. Si bien de pequeña conocí a varios, era la única nueva entre todos los alumnos pero Jenny estuvo allí desde sus inicios importantes en el Ballet, allí se encontraba su segunda familia por lo tanto asimilar tan grande pérdida se volvía una lucha constante todos los días.
— ¿Por qué no vamos a pasear? Así te distraes un poco.
— ¿Y Anna?
— Anna está bien ¿Te gustaría verla y abrazar a la engreída? —Pregunté en lo que al fin logré sacarle una sonrisa—
— Ja.
MINÚTOS MÁS TARDE
No se preocupe señora, yo mismo la traeré de regreso —Aseguró mi padre para tranquilidad de la madre de Jennifer—
Anna Wieber rápidamente comenzó a caminar con ligereza. Si bien aún tenía prohibido ciertos esfuerzos, ella iba firme de regreso a su estado físico normal.
— Anna casi no sale del gimnasio.
— Pues me alegra mucho verla así de bien, de otra manera no sería la misma Anna.