Oberwolfach "Sueños de Verano"

EL PASADO (PARTE 1/3)

La familia Majewski, huyendo por tierra y mar de las persecuciones ante una inminente ocupación de la Alemania Nazi a Polonia en 1939, llegó a las costas de Albania.

La pequeña Elwira Majewski tuvo la fortuna de nacer en tiempos de la posguerra en 1955, no así en tiempos duros de mucha pobreza y extremas necesidades. Ni bien cumplido los 12 años de edad su padre acabó vendiéndola a una familia Chipriota, dedicada al comercio naviero.

Por un par de años Elwira fue explotada a labores domésticas, a penas a cambio de techo y un poco de comida hasta que los ojos de un déspota millonario libanes se posaron en ella. Abujamal Saqqad Hasnan era un hombre que comandaba las principales costas del mar mediterráneo con sus empresas navieras desde Tiro en Líbano hasta Mersin en Turquía, y en uno de sus viajes de negocios, conoció a la hermosa Elwira. Aquella joven de piel blanca como la leche, cabellos amarillos como el sol y unos ojos que podían con mucha facilidad confundirse entre la inmensidad del cielo azul.

Abujamal Saqqad Hasnan quien en esos tiempos buscaba afanosamente a la mujer que le diera el anhelado hijo varón que se convirtiera en su único heredero, no vaciló en dudas y puso precio a la belleza única de aquella joven.

Elwira ya había sufrido bastante pese a su corta vida, sin embargo ser llevada por aquel hombre que le prometió el mundo entero a sus pies, no le resultaba ninguna solución a su miserable vida.

Pese a la negativa de la joven, al mercenario Hasnan poco o nada le importó el asco y el repudio que ella pudiera sentir hacia él. Su llanto no lo conmovió en absoluto y acabó llevándosela a Tebna, Líbano donde residía él de manera más frecuente.

Sus primeras dos esposas no pudieron darle aquel anhelado hijo varón y sin nada que se le pudiera objetar al poderoso Hasnan, acabó tomando como tercera esposa a la joven Elwira quien presa absoluta de su destino y de aquel nefasto hombre, dominante, cruel y en ocasiones hasta aterrador, no le quedó más remedio que aguantar.

Las negativas, los llantos y los gritos no le servirían de nada en aquel lugar pues nadie iba a poder ayudarla. A los pocos meses de haber contraído matrimonio, el gran anhelo de Hasnan parecía estar próximo a cumplirse.

Elwira había quedado en cinta y con absoluta impaciencia, el hombre se pasó los 9 meses esperando saber el sexo del bebé.

— Alhamd lilah! Layada abn, layada abn! (gracias a Dios tengo un hijo varón ahora) —Repetía con orgullo una y otra vez—

Elwira finalmente dio a luz al futuro gran heredero de Hasnan. Al pequeño Yasâr Raid Hasnan como lo bautizó su padre quien orgulloso, celebró por todo lo alto la llegada de su sucesor, del indiscutido dueño de todo su vasto imperio acumulado hasta ese momento, que con el paso de los años iría creciendo aún más.

Lo único que Abujamal deseaba, ya lo tenía por lo que otros hijos posteriores a Yasâr le resultarían innecesarios. Aun así Elwira no tardaría mucho en volver a quedar en cinta, nuevamente de otro pequeño varón. Uno que no gozaría de las mismas gracias que su hermano Yasâr.

— ¿Has escogido un nombre?

— Escógele tú el que mejor te parezca.

— Te llamaré Husayn (pequeño hermoso) Husayn Amir —Susurró besándolo con delicadeza—

A los pocos meses de haber nacido el pequeño Husayn, las cosas comenzaron a cambiar para Elwira pues Abujamal lentamente iba notando descontentos hacia ella. Según él, deseaba que sus hijos crecieran como verdaderos hombres, fuertes e independientes de las faldas de su madre. Por sobre todo, su heredero Yasâr, por lo que no veía con buenos ojos los excesivos mimos y cuidados que ella les daba a sus pequeños bebés.

— Son pequeñitos ¿Cómo deseas que los trate?

— Desde mañana dejarás de amamantar a Husayn y más te vale que me obedezca.

Elwira no se inmutó ante aquella advertencia pues era su pequeño bebé y necesitaba aun de la leche materna, entonces continuó amamantándolo a escondidas hasta sus escasos 10 meses de vida.

Yasâr apenas podía recibir cariños de su madre. Besarlo y cargarlo entre sus brazos eran afectos que Elwira los tenía completamente prohibidos, aun así se arriesgaba en hacerlo aunque fuera por escasos segundos.

Fueran como fueran las cosas, el despiadado Hasnan ya había echado la suerte de Elwira al viento y acabó separándola de sus dos hijos definitivamente.

— ¡Eres libre Elwira! Puedes abandonar esta casa y este país. Puedes marcharte y hacer tu vida como mejor te plazca.

— ¿De qué estás hablando?

— ¿No me entendiste acaso? —Vociferó—

— Si... ¿Pero a donde iremos mis hijos y yo? —Preguntó angustiada e inocentemente mientras él reía de un modo resonante—

— Te dije que eres libre Elwira. Te daré una buena cantidad de liras con las que podrás sobrevivir sin necesidad de volver a trabajar como una esclava, pero ya no te quiero aquí. Ya no te quiero cerca de mis hijos.

— No... Tú no serías capaz de separarme de ellos —Expresó llorando, consciente de que Hasnan era capaz de eso y de cosas mucho peores—

— Eres joven y muy hermosa. Conocerás a un hombre que desee casarse contigo y tener sus propios hijos.




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