HOSPITAL BAABDA (LÍBANO)
Elwira, Lukasz y Simon se encontraban aguardando con mucha impaciencia en las afueras del hospital a que Yasâr llegara junto con su pequeño hermano. La preocupación se hacía insostenible puesto que el pasillo de la sala donde se encontraba Husayn estaba incesantemente vigilado por dos guardias, más uno rondando hacia la entrada del hospital.
Yasâr conocía a todos ellos y no le resultó difícil hacerlos caer uno por uno bajo total astucia y sangre fría. Necesitaba despejar el pasillo para poder conducir a su hermano hasta las afueras del hospital, entonces tuvo que comenzar por el guardia que se encontraba haciendo sus rondas en la calle.
Lo llamó y bajo engaños le dijo que los otros dos guardias habían dejado sus puestos y se encontraban durmiendo en el estacionamiento del hospital. Le advirtió que si no iba a ver, le contaría a su padre.
El guardia fue a ver de inmediato y frente al coche cayó con tres impactos de proyectiles disparados con un silenciador.
Yasâr y su CZ 75 amm entraron en acción de media noche y fue a por los dos guardias restantes que se encontraban en el pasillo.
Yasâr: ¡Kemal, Serdan! ¿Por qué Ahmad no se encuentra en su puesto allá afuera? O van a ver ahora mismo que fue lo que le sucedió o se atienen a las consecuencias con mi padre, los tres —Advirtió— Apuesto a que fue a dormir en el coche.
Los guardias fueron de inmediato a buscar a Ahmad y al hallarlo tendido y desangrado junto al coche, ambos corrieron con la misma suerte. Yasâr los había aniquilado sin siquiera inmutarse al mínimo terror.
Se sentía satisfecho pues ya no había obstáculos para sacar a su pequeño hermano y llevárselo a su madre. Sin tiempo que perder corrió hasta la habitación de Husayn, lo despertó y le pidió que se levantara.
— Abre bien los ojos Husayn, vas a encontrarte con nuestra madre. Acompáñame.
— No podré correr hermano, aun me duelen las costillas y me cuesta respirar.
— No será necesario que corras, solo deseo que te mantengas de pie hasta que lleguemos.
Era de madrugada y no había movimiento alguno en los pasillos pero en caso de que los hubiera, imperiosamente Yasâr debía proceder. Afortunadamente no fue necesario.
Ya cerca de la salida, se toparon con un enfermero pero ante la amenaza de Yasâr con su arma en mano, lograron salir sin inconvenientes.
— Ni se te ocurra mover un solo dedo o volveré solo para acabar contigo —Amenazó—
Luego de un largo recorrido hasta las afueras del hospital, llegaron finalmente y la desesperada Elwira los abrazó y besó entre llantos incesantes.
Elwira: ¡Mis bebés! ¿Están bien?
Husayn: ¡Madre! —La abrazó ya sin soltarla— ¿Ahora si me llevarás contigo?
Elwira: Por supuesto que si mi amor. Los llevaré a los dos —Afirmó—
Yasâr: Llévate a mi hermano, madre, yo debo volver a casa.
Elwira: Hijo, yo no te dejaré aquí ¿Me oíste? Tú también vendrás con nosotros.
Simon: Yasâr, todo está listo para partir antes del amanecer.
Elwira: Así es hijo, lo tenemos todo listo, incluso los documentos que requerimos. Llegaremos hasta Chipre y nos iremos a casa. Tendrán una vida nueva y seremos felices. Por favor no me hagas esto —Suplicó echándose nuevamente en llanto—
Yasâr: Si no vuelvo antes del amanecer, se van sin mí ¿De acuerdo?
Lukasz: El barco zarpa a las 5:00 a.m. del puerto de Tiro.
Yasâr: ¡Bien! Ya saben. Si no estoy aquí para esa hora, se van porque si no lo hacen, todo habrá sido inútil.
Yasâr se marchó corriendo sin voltear, sin detenerse un solo instante. Dejando nuevamente en vilo a su madre y a su hermano hasta el minuto cero de partir.
Los cuatro se dirigieron hasta el Puerto de Tiro donde el jefe de la flota ya los aguarda para ingresar al barco donde pasarían lo que restara de aquella madrugada hasta la hora de zarpar.
Yasâr llegó a la casa de Tebna y su padre aún desconocía en absoluto lo que había sucedido pese a las órdenes que poseían sus guardias en despertarlo en caso de que aconteciera alguna cosa de relevancia.
La casa estaba a oscuras y silenciosa y esa era una buena oportunidad para Yasâr quien en el fondo de su corazón también deseaba dejar atrás esa vida maliciosa a la cual lo arrastró su padre. No le importaba la herencia, el poder, los lujos y no le importaban en absoluto los deseos de su cruel padre. Estaba dispuesto a marcharse siempre y cuando no lo descubrieran.