MANSIÓN DE BYFANG (ESSEN)
Una pesadilla horrible me despertó en la mañana. Soñé que unos hombres con las caras encubiertas se llevaban a mi padre a un lugar desconocido y que ya nunca lo volvería a ver.
No quise pensar siquiera en lo que pudiera significar pues por todos los misterios que lo envolvían, sentí miedo en verdad de qué aquello acabara siendo alguna especie de premonición. Podían quizás secuestrarlo y pedir dinero por su liberación o podían asaltarlo y hacerle mucho daño.
Sacudí mis malos pensamientos y me levante de la cama. Aún era algo temprano pero de todos modos me alisté para bajar a desayunar pues finalmente mi había decidido en acompañar a Anna y a Jenny a Düsseldorf para matricularme junto con ellas en la nueva Academia de ballet.
Said: ¿Qué sucede princesa?
Paula: ¿Todo está bien mi amor?
Gina: No quiero que te suceda nada malo, padre —Dije levantándome de la silla para abrazarlo—
Said: ¿Por qué dices eso? ¿Qué podría pasarme?
Gina: Soñé que unos hombres con caras encubiertas te llevaban lejos —Dije afligiendo a mi madre sin intención—
Said: Fue solo una pesadilla, cielo.
Gina: Prométeme que solo fue una pesadilla y que nunca pero nunca se cumplirá.
Said: Fue solo eso ¿De acuerdo? Ahora acaba tu desayuno.
Paula: ¿Eso puede pasar Said? A mí si ya me dio miedo.
Said: ¡Paula!
Paula: Tampoco quiero que nada malo te pase. Moriría de tristeza.
Said: Mejor siéntate, yo voy a servirte el desayuno —Pidió mientras la llenaba de besos—
Apenas unos minutos antes de salir de la mansión, les anuncie a mis padres que iría a Düsseldorf con Anna y Jenny y que los llamaría en cuanto llegara.
— ¡Espera un momento! ¿Irás a Düsseldorf y no me lo dijiste antes?
— Te lo digo ahora, daddy... Llevo prisa. Tschüss.
— Ninguna prisa, llama a tus amigas y diles que te esperen —Ordenó—
Al rato aquel guardia que tan mal me caía, llegó hasta donde mi padre y fue ordenado en acompañarnos a mis amigas y a mí a Düsseldorf.
Said: Ten mucho cuidado, Dabir. Una es mi hija, otra es novia de mi hermano...
Gina: Y la otra, de tu otro hermano —Pensé en voz alta sin darme cuenta, consciente de haber metido la pata hasta el fondo—
Said: ¿Qué dijiste?
Gina: Nada padre, ya debo irme.
Si no hubiese sido por Bella, quien acababa de levantarse y le pedía con insistencia a mi padre que la cargará, no sé cómo habría podido yo zafar de aquella situación.
Anna: Hasta que por fin llegas, pensé que nuevamente te habías acobardado.
Gina: Tuve pequeños, grandes inconvenientes. ¡Suban!
Jenny: Menos mal has venido con chofer —Susurró— o nos hubiera tocado ir en S-Bahn.
Cuando llegamos al Ballettschule Regine, nos enviaron a dirección para las gestiones de matriculación. De las tres, Anna sin dudas poseía las mejores referencias y la Directora Valeria Schmidt no escatimó en ocultar su contento en tenerla como miembro de la Institución.
Anna dejó constancia de que aún no estaría lista para esfuerzos competitivos y que sólo deseaba continuar con las clases hasta recobrar su buen estado físico. En cuanto a Jenny y a mí, también poseíamos buenas referencias, no semejantes a la de Anna Wieber pero las suficientes para ser aceptadas de igual manera en dicho Balletthaus.
Aún sentía innumerables temores pero deseaba con toda mi alma volver a bailar y estaba dispuesta a intentarlo así las cosas no me resultaran nada fáciles. Las tres retornamos con mucha alegría, ansiosas en poner a punto todo para nuestro primer día de clases de Ballet dentro de un par de semanas.
Los días previos al inicio de las clases de Ballet, me pasé gran parte del tiempo ensayando de manera individual. Necesitaba que mi cuerpo retomara la elasticidad que había perdió durante los meses inactivos y descubrir por mí misma mis puntos altos y bajos de modo a no pasar momentos desagradables.
— No me parece buena idea que asistas a esos lugares.
— ¿Qué dices, padre? Será el primer juego oficial de Michael en Primera división por lo tanto haré de cuenta que no has dicho semejante tontería.