Oberwolfach "Sueños de Verano"

ALGO QUE CONTAR

Jennifer y su esposo vivieron por un par de meses en Byfang y luego se mudaron a Düsseldorf. A ella, las cosas le resultaron aburridas y algo deprimentes allí pues sin escuela, sin Ballet, sin sus amigas cerca y a poco de dar a luz, sentía de tanto en tanto que quizás se había equivocado al precipitarse de ese modo a una vida que aún no le correspondía vivir.

Ella amaba a mi tío Najib y le hacía mucha ilusión el nacimiento de su hijo, pero le invadía la tristeza al recordar todas las cosas pospuestas en su vida. Se perdería de su fiesta de graduación en la escuela y valiosas oportunidades en las actividades con su elenco de Ballet.

— ¿Por qué estás llorando mi amor? ¿Te duele alguna cosa?

— Ya quiero que nazca nuestro bebé, Najib. No aguanto más este embarazo, y tú aquí teniéndome encerrada. ¿Por qué no me dejas salir?

— ¿Qué no te dejo salir? Jenny, tu puedes salir cuando quieras.

— Pues esos dos guardias dicen lo contrario.

— ¿De qué guardias hablas?

— No me trates como a una niñita estúpida e inútil. Me siento como una prisionera en este lugar.

— Yo no tengo guardias, Jennifer... No sé de lo que estás hablando —Dijo sospechando que todo aquello tenía que ver quizás con su hermano Said—

— Quiero salir, Najib ¿Me llevas a pasear?

— Por supuesto que sí y a donde tú quieras mi amor. Ya no llores ¿De acuerdo?

— Quiero ir de compras y luego pasar por la confitería. Tengo muchas ganas de comer cosas dulces.

— Tus deseos son órdenes mi reina —Dijo intentando robarle una sonrisa entre besos— ¿No vas a sonreír un poco para mí?

— Nein... O tal vez sí, en cuanto me saques de aquí.

— Ok, alístate que nos vamos de compras. Le pediré a Esther que prepare a Amalie —Dijo refiriéndose a la niñera—

— Ahora mismo —Sonrió finalmente—

— Jenny... ¿Desde cuándo esos guardias están por aquí?

— Desde que fuiste a tu convención.

Aquello lo había dejado en verdad muy preocupado y debía conversar con su hermano al respecto pues esos guardias se encontraban allí por alguna razón que desconocía y necesitaba saber.

— Solo cumplimos órdenes, Sr. —Dijo uno de los guardias—

— ¿Órdenes de quién? ¿De mi hermano Said?

— Así es.

— ¿Pueden decirme por qué?

— No señor. Tenemos órdenes de acompañarlos y de llevarlos a donde vayan, es todo.

— Yo tengo mi coche y sé conducir.

— Su hermano también nos ordenó que nos entregara la llave de su coche. Lo llevaremos a revisión y en lo que ese proceso dure, Arnold será su chofer.

— ¿Qué? ¡Con un demonio, Said! —Exclamó marcando su número celular— Explícame que está sucediendo, hermano.

— Nada... Tú solo entrégale la llave de tu coche a Qâder.

— No haré eso.

— No voy a discutir contigo por teléfono. Has lo que estoy pidiéndote y ya luego hablaremos.

— Pues más vale que tengas excelentes argumentos para explicarme de que se trata todo esto —Colgó—

— ¿Sucede algo malo?

— Nada mi amor ¿Nos vamos?

— ¿Nada? Porque tenemos que andar con guardias, Najib?

— No lo sé, ya hablaré mejor con mi hermano cuando vayamos a Byfang.

— ¿Podemos ir mañana? Quisiera ver a mis amigas.

— Podemos, sí.

MANSIÓN DE BYFANG

— ¿Padre, podrías soltar un momento a esa niña y prestarme atención?

— Puedo prestarte atención sin soltar a tu hermanita.

— Claro que no podrás porque ni me miras cuando te hablo —Dije poniendo los ojos en blanco—

— Te escucho, cielo —Dijo bajando a Aurora, finalmente ¿Qué quieres decirme?




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