Oberwolfach "Sueños de Verano"

TIEMPO DE NADA

El maestro Sasha Besler y mis compañeros de Ballet retornaron a casa luego de un par de días libres para conocer un poco más a fondo la ciudad, visitando los lugares de mayor importancia turística. Desde luego Michael y yo también hicimos eso pero no volveríamos a casa aún pues otros planes advertían constantemente a mis pensamientos que era un buen momento.

Ir a Canadá para visitar a mis amigos Grace, Daisy, Richard y Sergio e invitarlos a mi boda. Aquello fue algo con lo que el maestro no estuvo de acuerdo pero teniendo en cuenta que llevaba detrás de mí a dos guardias de mi padre y estaría en compañía de Michael, aceptó que me separara del elenco.

Mis amigos de Canadá y yo siempre nos manteníamos en contacto y ante mi estadía en Norteamérica, les había advertido que muy posiblemente les caería de visita y efectivamente así fue. Mis sensaciones por volver a Canadá no eran del todo buenas pues muchos episodios no muy agradables, se me pasaban por la mente.

En Montreal pasé los momentos más tristes de mi vida y a excepción del cobertizo de la casa de Pointe Claire y los amigos que me había ganado durante mis últimos dos años en ese lugar, eran las dos únicas razones por las que quisiera volver siempre allí.

— No pareces muy contenta, bebé.

— Montreal no fue precisamente Disneylandia en mi vida, Michael.

— Tampoco fue un lugar horrible, la casa de Pointe Claire era hermosa, nuestros días de verano en el muelle y el cobertizo fueron lindos —Dijo mientras me abrazaba—

Aquella casa pertenecía ya a otra familia, a una que se veía realmente feliz habitándola y tres niños pequeños correteando a lo largo y ancho de aquel inmenso patio en compañía de su perro. A lo lejos, Michael y yo pudimos observar el cobertizo y el muelle y algo de nostalgia nos había invadido, de todos modos nunca pertenecimos a ese lugar y todo lo que deseábamos era retornar a casa y pasar en Oberwolfach los pocos días de vacaciones que nos quedaban.

Fuimos al centro comercial donde había quedado con mis amigos y volverlos a ver luego de dos años fue algo realmente genial. Pasamos todo el día, juntos y cada uno hizo un rebuscado resumen de su vida como por ejemplo que acabaron satisfactoriamente la escuela y ya estaban haciendo planes para ir a la Universidad.

En cuanto a mí... no supe siquiera por dónde empezar. Los cuatro estaban al tanto del accidente que yo había sufrido por esa razón aquel tema ni fue mencionado.

Gina: Mi novio Michael y yo nos vamos a casar y los cuatro están invitados a mi boda —Dije sin preámbulos—

Grace: ¿Qué?

Daisy: ¿Van a casarse? ¿Cuando?

Gina: Aún no lo sé pero será este verano y ustedes ya son mis primeros invitados.

Sergio: ¿Pero cómo iremos?

Richard: ¿Se casarán en Alemania?

Gina: Así es y no quiero que se preocupen de nada que yo los estoy invitando y me haré cargo de todo.

Sergio: Aguarda un momento ¿Nos estás invitando a Alemania?

Grace: Si eso es así, más vale que te cases antes de que me postule para los exámenes de admisión a la Universidad.

Daisy: ¡No lo puedo creer! Iremos a Alemania.

Richard: Pues yo te digo lo mismo que Grace... Más vale que escojas buena fecha antes de mi viaje a Boston porque no quiero perderme de algo así.

Gina: Ni bien llegue a casa, yo me pondré a planearlo todo porque no he tenido tiempo de nada —Dije volteando a ver a Michael quién para ese entonces ya se me había perdido de vista por andar recorriendo en el centro comercial—

Cuando llegó el momento de partir, les pedí que estuvieran atentos a sus respectivos correos electrónicos y celulares. Les prometí que en la brevedad posible volverían a tener noticias mías y que nos veríamos en Alemania.

Gina: Me dio mucho gusto volverlos a ver —Dije despidiéndome de cada uno con un fuerte abrazo—

Grace: Y nosotros a ti.

Michael reapareció con un par de bolsos en mano, se despidió de igual manera y partimos rumbo al hotel por nuestras pertenencias para retomar camino rumbo al Aeropuerto Internacional Pierre Elliott Tredeau-Quebec.

Llegamos a Alemania, estábamos nuevamente de regreso en casa y caímos primeramente en Bochum para saludar a todos, ver a Frufrú y llevarlo conmigo a Byfang, pero no sin antes agradecer mucho a mi madrina por haberlo cuidado tan bien.

Habitualmente en esas fechas ya nos encontrábamos en Oberwolfach disfrutando de nuestras vacaciones pero nuestras vidas habían cambiado tanto que aquella tradición parecía cada vez más difícil de mantener.




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