— ¿Te das cuenta de lo que estás pidiéndome, hermano? Creo que no, es más... creo que toda esta historia está volviéndote loco en verdad.
— A esa mujer la tenemos capturada, bajo nuestro poder.
— Eso no me interesa ¿Tú me entregarías a Aurora para que yo hiciera lo mismo?
— No —Contestó con un profundo suspiro—
— Entonces no me pidas que yo te entregue a Amalie. Ya tengo suficiente con saber que mis dos hijos están en la mira de un maldito asesino.
Aquella media tarde, Jenny debía ir a los ensayos en el Balletthaus, pero de último momento recordó que Ihsân tenía cita con la pediatra y hubo pequeño cambio de planes por lo que aún se encontraba en la casa cuando Najib y mi padre se pusieron a conversar sobre aquella situación, e inevitablemente los oyó a ambos.
— ¿De qué estás hablando, Najib?
— ¡Allahallah! ¿Tú esposa estaba en la casa? —Le reclamó en susurros a su hermano—
— Contéstame Najib ¿Por qué los niños están en la mira de un asesino? ¿Por qué mi bebé? Dime...
— Cálmate Jenny.
– ¿Cómo pides que me calme luego de lo que acabo de oír? —Reclamó entre llantos— Si algo le sucede a mi bebé, nunca voy a perdonarte ¿Me has entendido? Jamás.
Fue hasta su habitación y al poco rato salió con Ihsân entre sus brazos.
— ¿A dónde vas, Jenny?
— Mi hijo tiene cita con la pediatra.
— No hables como si Ihsân fuera solo tuyo. Espérame que iré contigo.
— Iré sola.
— No vas a ir sola.
Jennifer no obedeció y salió con un bolso al hombro y con el bebé entre sus brazos. De todos modos los guardias no la dejarían ir sola pues era algo a lo ya todos en la familia nos habíamos resignado.
Mi padre era consciente de que su hermano no dejaría que aquella mujer viera a Amalie y de todos modos a él tampoco le parecía en lo absoluto inmiscuir a su pequeña sobrina en aquellos asuntos, por lo tanto las cosas se harían de otro modo. Uno en el que Hajjâj El-Hashem no sólo se viera rodeado sino también presionado.
Una nueva reunión se pactó entre Thomas Wieber, Tobias Karpenko y mi padre. Él tenía en su poder a la última hija que le quedaba a El-Hashem y urgía que el hombre diera señales sobre su paradero para comenzar a actuar.
Wieber: El-Hashem sólo me busca cuando necesita alguna cosa. Yo no sé nada sobre su paradero.
Said: Yo he hablado con Bojdan y Dabir pero aún no poseen ninguna novedad.
Karpenko: A mí me han pasado ciertas informaciones de que se encuentra radicado en Malta pero aún no hay certezas al respecto. Tienes a su hija, porque no la presionamos para que hable.
Said: ¿Presionarla de qué manera? Esa mujer me dio una opción pero no tengo pensado siquiera utilizarla. Todo lo que necesitamos es que El-Hashem reaparezca en Líbano atraído por los negocios.
Karpenko: Si averiguamos donde se encuentra podremos presionarlo para que reaparezca.
Said: Se me ocurrió una idea que me ha estado rondando en la cabeza. Haremos un pequeño viaje a Sri-Lanka.
Karpenko: ¿Sri-Lanka? ¿Para qué?
Said: Voy a darte el gusto de que tengas enfrente de ti a mi padre, pero —Advirtió acercándose a él— no moverás un solo dedo en su contra porque te guste o no, es el único que logrará que Hajjâj El-Hashem salga de su guarida.
Karpenko: Así que tienes a tu padre en Sri-Lanka —Esbozó una satisfactoria sonrisa al saberlo— ¿Y cuál es tu idea?
Said: Escribirá una carta para Hajjâj El-Hashem invitándolo a retomar viejos negocios. Le haremos creer que mi padre está bajo el mando de las reaperturas marítimas del Imperio Hasnan.
Karpenko: ¿Y cómo le entregaremos esa carta?
Said: Wieber se encargará de eso.
Wieber: ¿Cómo haré yo eso? Ya les he dicho que no sé dónde está Hajjâj.
Said: Wieber, es imposible que no tengas manera de contactar con él. Escúchame muy bien... Si tú no despiertas y te sacudes, no podremos ayudarte a recuperar a tu hijo, a mí me resultaría mucho más fácil localizarlo únicamente para matarlo y ya.
Karpenko: Eso es verdad... No fuiste un oficial de operaciones, en vano por lo tanto actúa como tal y deja tus miedos a un lado.
Said: Nada malo le ocurrirá a Anna. Yo ya te he prometido eso.
Paula: Perdón por molestar —Irrumpió luego de golpear un par de veces la puerta— Said es hora de tus medicamentos.
Said: Ya voy mi amor —Dijo— Permiso señores, ya vuelvo.
KAISERSWERTH (DÜSSELDORF)
Jennifer había quedado sumida en la preocupación y exigía explicaciones a su esposo sobre la conversación que oyó entre él y su hermano Said.
— Tú no puedes culparme de cosas en las que no he tenido nada que ver. Mide tus acusaciones, Jenny.
— Entonces es tu hermano el culpable de todo y tú intentas defenderlo sin que te importe la vida de nuestro hijo.