CAPÍTULO 8
— Hola. — dicen todos al unísono.
Se nota claramente que todos aquí son tan agradables, puede que después de todo, esto será divertido.
— Come rápido Raven, para que vayamos a comprar las cosas de la boda. — yo asiento con la cabeza.
— ¡Oh que tierno! — dice Max divertido.
Y todos sueltan una carcajada, y Taylor solo rueda los ojos.
Todo este chico cualquiera que los viera pensaría que los quieren robar.
Pero son muy divertidos.
Una vez terminado el desayuno ayudé a María a recoger los platos.
— ¿Vamos, Raven?- dice Taylor.
Yo solo asiento con la cabeza, caminó detrás de él hacia la salida nos montamos en su enorme y lujoso auto.
Taylor conduce hacia el centro de la ciudad.
Se detiene frente una hermosa tienda, donde afuera hay unos maniquíes con unos enormes vestidos de novia.
Nos bajamos del coche, Taylor toma mi mano. Y un flash me hace parpadear varias veces.
¡Paparazzi!
¡Muchos paparazzi aparecen!
Taylor aprieta mí mano, me apega a su pecho y me besa.Yo le sigo el beso.
Entramos a la tienda y una chica castaña aparece.
— Hola ¿en que le puedo ayudar? — dice.
— Necesitamos una decoradora de bodas. — habla Taylor.
— Sí. — dice la chica.
Taylor habla con la chica y le comenta cómo quiere que sea la boda y al parecer será al aire libre.
Salimos de ahí y nos dirigimos a una tienda de joyas.
Bueno en realidad el tonto de Taylor me arrastra como si fuera una muñeca, de aquí para allá.
Una vez dentro de la joyería un señor mayor aparece.
— Saludos, chicos. ¿En qué puedo ayudarlos?
— Buenas tardes, queremos observar unos anillos para casados.— habla Taylor como siempre.
Me suelto del agarre de Taylor. Y dejo que él escoja esos estúpidos anillos.
Observo los collares, pulseras, cuando llegué a la parte de relojes masculinos.
A mi padre siempre le gustaron los relojes, y yo siempre ahorraba para comprarme uno en su cumpleaños, día del padre, y el día del hombre.
No lo noto y una lágrima se resbalan por la mejilla.
— ¿Lista? — dice Taylor detrás de mí.
Rápidamente retiró la lágrima de mi mejilla y asiento con la cabeza.
Salimos de la tienda y nos dirigimos hacia el auto.
Nos adentramos al auto, Taylor empieza a conducir. En el camino todo es un silencio el cual agradezco porque no quiero hablar con nadie.
Llegamos a la casa, nos bajamos del auto y empezamos a caminar hacia la casa.
Nos adentramos a la casa, y en la sala hay una chica rubia, al parecer esperando por nosotros.
Apenas ve entrar a Taylor se abalanza sobre él, besándolo intensamente y por lo visto a Taylor no le molesta.
Hago una cara de asco y empiezo a subir las escaleras me adentro a mi recamara y la rabia se apodera de mi cuerpo.
Y no, no son celos, lo que siento es rabia, rabia de saber de qué Taylor no me respeta aunque no me haya casado con Taylor por amor.
Por lo menos debe respetarme.
Me tiro sobre la cama y suelto esa gran bocado de aire que tenía reprimido.
A veces las cosas más pequeñas pueden ser las más grandes en el futuro.