CAPITULO 31
Me despierto por el maldito y molesto sonido del despertador.
Me levanto perezosa de mi cama y a pasos lentos me dirijo al baño.
Luego de esa hora relajante de ducha salgo envuelta en una toalla busco lo primero que encuentro en mi armario, miro un vestido sencillo pero luego me quedo viendo una camisa corta, una chaqueta de cuero y un pantalón negro.
Después de todo siempre había vestido sencillo algo casual siempre trataba de ser invisible ante los ojos de los demás.
Pero la vida no es solo de amarrarse de las cosas a veces hay que dejarlas ir y aunque lloro por las noches, tengo que dejar a todos con la boca callada.
Tomo mi próximo vestuario y me coloco, me miro unos minutos en el espejo y noto a una chica totalmente diferente, no veo a la chica tímida que siempre andaba con su amiga la loca.
La verdad la camisa me queda totalmente definido en mi cuerpo, el pantalón resalta muy bien mi trasero y es muy cómodo y la chaqueta me cubre un poco para no verme tan mostrona.
Peino mi castaño cabello, me maquillo algo natural, tomo mi mochila y bajo por algo de desayuno pero como noto que voy un poco tarde decido tomar una manzana.
Me subo en mi auto y emprendo camino.
¡Ouch!, olvidé contarles que compré un lindo y sencillo auto negro.
Al llegar bajo y todas las miradas se posan en mi muestro mi mejor sonrisa de diva y camino por los pasillos como si fuera "la gran diosa".
Le tiro la manzana a un chico el cual muy ágil lo atrapa y le guiño un ojo.
_《Qué zorra.》_
Noto miradas sorprendidas y también miradas de odio.
Miro mi horario y camino a mi casillero el cual es el 211.
De camino a mi casillero, las miradas no dejan de posarse en mi y la verdad me da igual.
Abro mi casillero y saco mis libros, a lo que lo cierro una voz me sorprende.
— La gran Raven Bradley. — dice un chico que conozco perfectamente.
Alex se encuentra recostado en los casilleros viéndome.
— A..., Alex. — digo sorprendida.
— él mismo.—dice relajado.
— Sigues igual de hermosa como siempre. — expresa con una sonrisa que expresa un poco de tristeza.
— ¿podemos hablar?— pregunta.
— Después de clases te espero en la salida.— digo para cerrar mi casillero e irme a mi primera clase.
Camino al salón y una vez dentro suelto esa bocanada de aire que tenía reprimido en mi pecho la cual me quemaba por dentro.
.
.
.
Después de las clases salgo al estacionamiento y hay se encuentra Alex recostado en mi auto, con unas gafas oscuras.
— ¿vamos?— pregunta.
Yo solo me limito a asentir con la cabeza.
Le tiro la llaves de mi auto y el muy ágil las atrapa en el aire.
El camino es un gran silencio incómodo no tengo ni idea para dónde vamos pero la verdad no quiero ni decir una palabra.
Se estaciona enfrente de una cafetería la cual ya había venido con Emma.
Nos bajamos y nos sentamos en una mesa disponible.
El mesero aparece y anota nuestro pedido para luego irse.
— ¿cómo has estado Raven? — dice Alex viéndome fijamente.
— bie...— no termino de hablar porque vuelvo a hablar.
— Mal, mi vida ha sido terrible todos estos días lloro todas las noches, no sé sí pueda soportar esto por más tiempo.— digo apunto de llorar.
— No llores mi niña. — dice Alex.
— Te contaré qué pasó ese día.— dice.
— ¿El día que mi bebe murio?— digo con los ojos llorosos.
Él asiente con la cabeza.