A.R x D.M
𝓦𝓔𝓛𝓒𝓞𝓜𝓔, 𝓐𝓚𝓘𝓡𝓐
ᵇⁱᵉⁿᵛᵉⁿⁱᵈᵃ ᴬᵏⁱʳᵃ
Era el día más esperado por la pequeña Akira, observar el gran expreso de Hogwarts que estaba a punto de comenzar su viaje, mirar a todas esas personas que tenían la misma emoción que ella la llenaba de una inmensa alegría.
El tren sonó, ya era hora de abordar.
Ella no tenía de quién despedirse, estaba sola allí. La única persona que podría considerar familia la esperaba en el castillo. También era la primera vez que ella podía hacer amigos, con solo pensar en eso se notaba la emoción en su rostro.
Subió al tren, llegaba una pequeña maleta de mano con ella y un par de galeones en el bolsillo por si tenía hambre. Caminó por los pasillos buscando con quién sentarse, a lo lejos notó una cabellera rubia que se le hizo interesante. Cuando se acercó se dio cuenta que se trataba de un chico, también iba a empezar su primer año allí.
El chico se dio vuelta y la miró con el ceño fruncido.— ¿Quién eres? —Preguntó sin la más mínima emoción.
— Me llamo Akira, ¿Tú eres? —Cuestionó ella interrogante, aquel chico se sintió ofendido con la pregunta.
— ¿Es enserio? ¿Te acercas y ni sabes quién soy? Qué curioso. —Dice y sus amigos ríen— Malfoy, Draco Malfoy.
Fue en ese momento que la chica se dio cuenta, conocía ese apellido, conocía al padre de este chico y no era de las mejores personas del mundo mágico, era racista, narcisista y, cómo no, egoísta.
Ella lo pensó dos veces antes de sentarse allí, pero lo hizo. Se sentó junto al grupito de niños, la mayoría eran hijos de mortífagos, al igual que Draco, pero no quiso decir nada al respecto.
Draco resultó ser más interesante de lo que pensaba.
El tiempo pasó lento, pero ya estaban llegando para suerte de ella, observó por la ventanilla y ya se podía apreciar Hogwarts.
El tren comenzó a desacelerar, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir a la pequeña y oscura plataforma. Akira bajó silenciosamente del tren, observó todo a su alrededor y reconoció una melena rubia platinada entre el resto.
Draco se le acercó y le tocó el hombro.— Pensé que te habías quedado en el tren. —Soltó el rubio con un tono extraño— quédate conmigo.
— Gracias, Malfoy.
— Draco. —Le corrigió suavemente con una sonrisa, se habían caído mejor de lo que ella esperaba.
— Gracias, Draco. ¿Ahí está mejor?
— Así es.
La pequeña pelinegra bufó viendo que nadie se movía del lugar. El frío fuera del tren era evidente, los niños comenzaban a quejarse. Entonces apareció una lámpara meneándose sobre las cabezas de los alumnos.
— ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! —Dijo un señor demasiado alto y barbudo, Draco y Akira se miraron confundidos.
— ¿Y ese quién es? —Preguntó él.
— Supongo que es Hagrid, pero no me acuerdo cuál era su cargo en Hogwarts.
— Vengan, síganme... ¿Hay más de primer año? Cuidado al caminar. ¡Los de primer año, síganme!
Resbalando y a los tropezones, siguieron a Hagrid por lo que parecía un empinado y angosto sendero. Nadie hablaba mucho, todos iban intentando seguir el paso de Hagrid.
— ¿Y a ti qué casa te gustaría? —Preguntó Draco intentando sacar conversación con Akira mientras caminaban.
— Slytherin, según mi padre tengo una conexión algo especial con esa casa, pero no me ha dicho el porqué piensa eso. —Respondió ella.— ¿Y tú?
— También me gustaría Slytherin, y es demasiado probable que me toque allí, toda mi familia estuvo en esa casa. —Le responde con superioridad— ¿Cómo se llama tu padre? Si tu conoces al mío supongo que yo conoceré al tuyo.
— Es... —Cuando ella estaba por contestar Hagrid habló.
— ¡En un segundo, tendrán la primera visión de Hogwarts! —Gritó Hagrid por sobre el hombro—, justo al doblar esta curva.
El sendero angosto se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la cima de una alta montaña, en el otro costado, con sus ventanas brillando en el cielo estrellado, había un enorme castillo con muchas torres y atalayas.
— ¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos, ubicados en el agua, al lado de la costa.
En el bote se encontraban Akira, Draco, Crabbe y Goyle, dos amigos de Draco. La pequeña flota de botas se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el vidrio. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo sobre sus cabezas. Se elevaba ante ellos, mientras se acercaban cada vez más al risco donde estaba.
Cuando llegaron a la puerta del castillo, Hagrid levantó su gigantesco puño y golpeó tres veces en la puerta.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro con túnica verde esmeralda, esperaba allí.
— Los de primer año, profesora McGonagall. —Dijo Hagrid.
— Muchas gracias, Hagrid. Yo me ocupo de ellos.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era muy grande, las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts; el cielo raso era tan alto que no se veían y una magnífica escalera de mármol frente a ellos conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora McGonagall a través del piso de piedra señalizado con banderas. La profesora los llevó hacia una pequeña cámara vacía, fuera del hall. Se juntaron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.
— Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se realizará dentro de poco, pero antes de que ustedes ocupen sus lugares en el Gran Comedor, deberán ser seleccionados para sus casas. La selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia.
Editado: 29.12.2023