Obras

PENSAR Y EXPLAYAR

PENSAR Y EXPLAYAR

Me dispongo de vez en cuando a tener la decencia de redactar algo. Por lo general nunca ven la luz mis redacciones, solo aquellas de amplio contenido humorístico, que parecieran funcionar en un formato audiovisual, ya que no publico libros (…). Es esta relación con la redacción, que me parece tan cercana, algo que me diferencia de la mortalidad del pensamiento. Quizá suena muy arriba del caballo de mi parte, flotando en los humos, de los que aún no he bajado, pero le prometo que no es soberbia. Se trata de mera observación a una característica y no tanto una cualidad, que no seré yo quien lo juzgue.

Mi habilidad redactora es escaza, no soy buen escritor, cometo errores de puntuación y solo conozco la acentuación básica. Nada de diptongos, hiatos o sobresdrújulas; debo decir que los primeros dos ni los se diferenciar y tampoco me llevo excelente con los tiempos verbales, entiéndanme, son demasiadas variantes que suelo mezclar al hablar en tres tiempos distintos, dentro de una misma oración, sin conocer si quiera mi error, pero soy de aquellos que para proteger su ignorancia impulsa la idea de “así lo hago yo”, no sería el primer escritor que por capricho y justificación artística, opta por escribir por fuera del lenguaje “español base”, ya el uso de lunfardo, palabras inventadas y pausas dramáticas, porque todo lo que escribo lo imagino narrado, me hace sentir que no estoy fallándole al lenguaje, si no que me estoy cumpliendo a mí mismo, “quizá no son errores”, es solo mi filosofía.

No obstante, a mi favor, mi generación es incluso peor, no es que quiera justificarme, pero siendo que no tuve educación en lengua y literatura, o que fue muy escaza, sumado a que cuando empecé a escribir llevaba años sin leer por amor, si no por mera obligación con la divulgación, que además muy mal redactada estaba e incluso había que corregirle un poco de todo para que se entienda. Con este panorama tener la decencia de empezar a escribir sin saber la utilidad de un “punto y coma” me parece algo glorificable, aunque también confieso que no lo tengo tan claro en mi presente y lo uso igual a mi manera.

De todas formas, como quiero continuar con esta redacción sin tanto estancamiento, ignoraremos estas carencias de mi aprendizaje, para dedicarnos únicamente a mi glorificación, recuerde que este texto nunca mintió sobre sus objetivos ni lo volverá a hacer.

Mientras el ser humano común piensa, espero de vez en cuando lo haga; de nuevo no es glorificación personal; es posible que si tiene un buen chiste o un concepto que le interesa, es muy probable que lo cuente a sus allegados en algún asado o en el propio instante si es que no está en la ducha, a no ser que esté acompañado.

Eso sí, solo lo estoy suponiendo, quizá usted es más que un ser humano común, talvez es un creativo, como yo. No hace falta que sepas como hacer algo, nada de eso, se puede aprender a resolver tus ideas, pero no a tenerlas. Considerando esto, te explico como escribo yo. Cuando tengo un instante de iluminación corro inmediatamente a un papel, aplicación de notas o lo que sea, en lo que yo pueda desarrollar el inicio de esta creación. Solo lo ultra necesario para poder recordar a que me refería en su momento. A veces también agrego el contexto, para entender por qué se me ocurrió, que aun así no siempre recordaré, algo que debo mejorar. Dicha idea puede surgir de absolutamente cualquier cosa, todo puede generarme inspiración e incluso la falta de inspiración genera pensamientos. Para que lo imaginen un poco, las pocas veces que escribo por intentar algo sin inspiración, surgen conceptos sobre la misma inexcritura que me invade. Permitiéndome inspirar mis textos en esa sensación de no saber que escribir.

Con este registro ya a mano, de uno a tres años, es posible que sean releídos en un día con tiempo libre, donde ya puedan ser desarrollados sin siquiera saber cómo se llevarán a cabo, es decir; cuando redacto algo, salvo exceptuadas cartas románticas, son con el objetivo de ser publicadas en algún momento, es posible nunca lo logren, pero si lo hago con ese objetivo, no solo me sentiré un profesional, si no que mi tono apersonajado ayudará a su narración con soberbia y le dará el tono apropiado a mi obra. Teniendo esto en cuenta, en algún momento encontraré esta idea, y empezaré a escribir al respecto sin saber si haré un video, un libro, un twitt o un meme, podría ser cualquier cosa, pero ahora existe. Contrario a tus ideas, no están en el aire.

Si es verdad que no parece haber gran diferencia con la improbable posibilidad de que retengas tu idea para desarrollarla en reuniones sociales y mi ficticia capacidad de llevar a cabo mi idea, pero la hay, sé que está en algún lado, un lugar donde yo confío en que podré ir a buscar todo lo que alguna vez pensé. Tener mi biblioteca de babel reservada a todo lo que alguna vez he pensado, suena útil, aunque quizá por algunos instantes, también atormentante.

Es la solución a hablar solo. Yo hablo solo únicamente para desarrollar mi idea antes de escribirla, en el trayecto de la ducha al escritorio.

Y te explico, la diferencia entre la generalidad y yo, es que yo no tengo conversaciones graciosas, yo no veo películas, shows o lo que sea disfrutando de esta estimulación. Yo veo como crearla. Al ver un comediante pienso en como remataría yo el chiste, si veo una película intento entender el esquema de iluminación o como interpretó eso Ricardo Darín. Es muy ególatra, lo sé, de eso se trata también ser creativo, de estar viendo a Darín y pensar en vos mismo, admirarlos como si fueras vos mismo.



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En el texto hay: reflexion, introspeccion, obras

Editado: 29.04.2024

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