Observando el Sol

II

Lunes, 3 de enero del 2023.
Temperatura: -3ºC

Caminando de regreso a mi casa noté una vibra extraña. Sentí como si alguien me estuviera observando, después de todo, eso era normal, pero el problema estaba en que estaba caminando en una calle sola. Intenté mantenerme en mi lugar, pero realmente me estaba incomodando.
Caminé más y más, sentía que llevaba caminando por 3 siglos, aunque no llegaba. Viéndome en esa situación, tuve que recurrir a ayuda. Antes de, saqué mi celular, el cual no era muy reciente, un Samsung Galaxy S20. Al momento de sacarlo, sentí como si alguien se abalanzara sobre mi, apachurrando mi pobre cuerpo. En una fracción de segundos, intenté cubrir mi celular, era nuevo y no quería dañarlo, pero se me hacía imposible.

Me dí la vuelta para ver, era un tipo de 178cm aproximadamente, bastante intimidante para mi, mientras estaba asustado, no quería pelear, y mucho menos en mi primer día de clases. Intenté dialogar con el tipo, pero no tenía solución, simplemente, y por azares del destino, quería darme una paliza. "P-por favor, no me hagas nada, no quiero pelear, soy muy débil para estas cosas." dije, atemorizado. Siguió sin escuchar, no tenía solución, tenía que pelear. Intenté mantener mi postura, pero sin mediar palabras, el tipo me dio un golpe en la mejía derecha, cual me dejó sin fuerzas.
La pelea era totalmente injusta, un niño de 14 años, de 168cm, contra un chico fornido, de 178cm, que probablemente va al gimnasio.

Estaba destrozado, no me podía levantar, sentía como si en cualquier momento iba a desmayarme, como si no hubiera desayunado, cosa que no hice, pero exceptuando eso, sentí como si iba a morir. Tirado en el suelo, sin fuerzas, sin razón alguna, empezó a patearme, cada patada dolía más. Al cabo de 15s, el chico decidió, por fin, dejar de agarrarme como muñeco de pruebas y saco de boxear. Empecé a lagrimear, y por primera vez en mi vida, me sentí al borde de la muerte. Quien diría que mi primer día de clases sería así.

Llegué a mi casa, mis padres no estaban, como siempre. Fui al baño, tenía algunos raspones, los cuales cubrí con vendas. Bastante adolorido, fui a mi habitación, me acosté en mi cama y pude conciliar el sueño.

Me desperté con una llamada en mi celular, era Arthur.

-Que pasó? - dije con una voz grave y apagada, después de todo me acababa de levantar.
-Mikael, te estuve esperando toda la tarde, mira, son las 19, vas a venir o no?
-No creo que puedo, me siento un poco adolorido, mientras venía del colegio me pasó algo, pero estaré bien para mañana, creo.
-Cuéntame, no te quedes callado. -Dijo con un tono amigable y acogedor. -Eso sólo lo empeorará. No te preocupes, sólo yo lo sabré, y bueno, las otras personas que te vieron.
-N-no te preocupes, descuida, estaré bien, sólo tengo que descansar.
-Anda, cuéntame, no me dejes con la intriga.
-Te digo mañana.
-Per- - colgué el teléfono, no quería alertar a Arthur y causar un problema mayor, y peor, que nos golpearan a los dos

Me volví a dormir. Pasaron 2 horas hasta que me levante por decisión propia, eran las 9 de la noche. Me levanté de la cama un poco desorientado, y fui hacia la cocina. Ahí estaba mi familia, es decir, mis dos hermanos y mis padres, cenando tranquilamente como de costumbre.
-Por fin te despiertas dormilón- exclamó mi madre en un tono burlón
-Has dormido como un oso panda- dijo mi hermano, haciendo referencia a mi camisa blanca y negra.
Sólo fui a buscar mi comida y volví a mi cuarto, no tenía muchas ganas de discutir con Joseph, mi hermano menor.
Llamada de Arthur
-Dime- dije con la boca llena.
-Oye Mikael, ya te sientes mejor? - Dijo Arthur un poco preocupado por Mikael.
-Pues... No ha mejorado mucho desde la última vez que me llamaste.
En eso, entra mi hermano Isaías, quien con pereza me dice:
-Vamos a salir, alístate
-No tengo muchas ganas de salir si te soy sincero.
Isak se fue y acto seguido vino mi padre.
-Mikael, ¿estás seguro que no quieres ir? A ti te encanta ir a jugar al arcade.
-Si pero me siento un poco cansado y prefiero quedarme en casa. Además, tengo tareas que debo entregar.
-Pues bueno, nada más no hagas una fiesta en la casa- dijo en un tono burlón
-Si si, como digas.
Mi padre se fue de mi habitación y volví a hablar con Arthur.
-Bueno, como iba, si quieres puedo ir a tu casa por si necesitas algo- dijo Arthur.
-Pues si gustas.
Procedí a darle la dirección de mi casa y lo esperé en el patio sentado con mi perro.
Después de todo, mi familiares ya se habían ido, y tenía la casa sola.
¿Qué podría pasar?




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