Obsesión

6.

6.

 

Desperté en lo que parecía ser una camilla, a un lado Fleur dormía soltando pequeños sonidos. Estaba sentada de forma extraña sobre una incómoda silla y su cabeza descansaba sobre la orilla del colchón de la cama en la que yo estaba.

Bostece y mire el lugar con curiosidad, las grandes paredes de ladrillo estaban pintadas de un color verde tan claro que me recordó a los ojos de mi hermano Ander cuando estaba tranquilo, había montones de camillas algunas de ellas tenían cortinas rodeándolas. Al lado derecho de la gran habitación había dos puertas y a la izquierda, casi en la puerta de la entrada, un escritorio con tres armarios grandes detrás. Grandes ventanales cubiertos por largas cortinas rosas permitían que la luz entrara iluminando el lugar y una lámpara de araña colgaba del techo. 

Para ser una enfermería no estaba nada mal, no en comparación al hospital que había en donde vivía. Ese lugar sí que era horrible en todos los sentidos, empezando porque era un hospital y los hospitales no tienen que ser lindos.

— Dicen que los colores alegres ayudan a que los enfermos mejoren. — dijo una simpática y guapa mujer de pelo rojo saliendo de una de las puertas. Al parecer había visto mi escrupuloso escrutinio a la habitación. — Soy Tela, la enfermera del castillo y tía de esa revoltosa. Encantada de conocerla señorita Rose.

Sonreí en su dirección viendo como Fleur se removía en su lugar, con ternura acaricié su larga cabellera plateada.

— Ha estado muy preocupada por ti, estos cuatro días no se ha despegado de tu lado salvo cuando viene su hermano y la obliga a ir a clases.

¿Qué?

— ¿¡Cuatro días!? — exclamé sin poder creérmelo. Llevaba cuatro días dormida y no recordaba cómo había terminado en ese sitio. Y la chica todavía seguía a mi lado, tal vez era porque yo era la única amiga que habían tenido en mucho tiempo y de verdad le importaba. La mire con afecto.

Tela, la enfermera, pareció comprender mi desconcierto porque sonrió con ternura y se acercó hasta mi camilla y se sentó en la silla de a derecha que estaba libre.

— Kaz te trajo ardiendo en fiebre hace cuatro días, ya estabas desmayada. 

Kaz.... Un extraño calor recorrió todo mi cuerpo hasta instalarse en mi pecho. ¿Pero qué demonios te pasa SiaEs solo un lobo tonto. Trague saliva e intente ignorar el calor fijando mis ojos sobre los castaños de la enfermera, solo me sentía confundida porque se suponía que el lobo no estaba en el lugar.

— Vaya... Entonces, ¿cuatro días? Es mucho tiempo.

— ¿Sia? — musitó Fleur levantando la cabeza de la camilla. Me miro por unos segundos antes de lanzarse sobre mi aplastándome. — ¡Estaba tan preocupada!

Sonreí con ternura y le devolví el abrazo con el mismo entusiasmo. La noticia de que había estado inconsciente por tanto tiempo me había dejado un poco nerviosa y ocupaba de ese abrazo para sentirme reconfortada. 

— Tus padres están en camino. — dijo de pronto Tela caminando hasta su escritorio, cogió una pequeña libreta y comenzó a escribir en ella con rapidez.

— ¿Mis padres?

— ¡Sii! Mamá estaba tan preocupada por ti que no dudo en llamarlos para que vinieran, sabes incluso Kaz se veía un poco nervioso, pero han de ser cosas mías. Mi hermano ha estado raro desde que sucedió su trágico destino con el árbol.

— ¿Que paso con tu hermano?

— Nada importante. — habló una voz autoritaria desde la puerta, aparte a Fleur de mi cuerpo y mire con curiosidad a la directora. Ella cerró la puerta detrás de su espalda y fijo su calculadora mirada sobre mí, me en cogí un poco sobre mi misma. En otra ocasión me habría burlado de ella o tratado de hacer una broma, pero por la seriedad de su semblante me abstuve de hacerlo. — Es un alivio que esta mejor señorita Rose, o debería de decir De la Rose.

Bufé.

— Oh, así que ya lo sabe.

— ¡Claro que lo se jovencita! Justo en este momento uno de los hijos de rey Ghor, gobernante de los elfos, viene en camino a mi escuela alegando ser tu padre.

— Con todo respeto directora, pero todo esto lo hizo mi madre para que pudiera tener un bajo perfil en su instituto. No me gusta que sepan más de lo necesario, por eso mismo no vivía en el palacio como mi hermano.

— Ya veo, pero sigo sin entender porque no me lo dijo.

— No creí que fuera importante, además ni siquiera yo misma me consideró una princesa. Soy una simple bruja con orejas de elfo y el cabello más extraño que pueda existir. — respondí sonriente, tome uno de mis mechones y estudie el suave color rosa pálido. — ¿Cuándo llegaran mis padres?

— Mañana por la mañana, es mejor que se retiren a su habitación y descansen todavía faltan tres horas para que se sirva la cena. — abrió la puerta y salió, pero unos segundos después asomó la cabeza. — Fleur, ¿has visto a tu hermano? No lo veo desde el almuerzo.




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