Me di vuelta en la cama y cerré los ojos por cinco minutos, pero todos mis esfuerzos por dormir eran inútiles porque estaba pensando en ella. Era obvio que me esperaba otra noche en vela así que me levanté de mi cama de una vez y me acerqué al escritorio. Se me hacía imposible no pasar horas y horas viendo sus fotos. Agarré una de las fotos que estaba sobre la mesa y empecé a apreciarla de nuevo, la fotografía fue tomada de atrás mientras Kim caminaba por la acera.
Recordaba ese día perfectamente, ella se veía despreocupada, tenía el cabello negro suelto e iba escuchando música con sus auriculares. En la imagen solo podía apreciar su espalda, sus piernas largas y su cabello corto, pero era más que suficiente para enloquecerme. Kim era una diosa. Todo el mundo debería darse cuenta de lo magnífica que era, aunque aparentemente la veían como una persona normal. De todas formas lo prefería así porque ella iba a ser mía y de nadie más.
Adherí la foto en la pared con cinta adhesiva. Su lugar estaba junto a las demás. Mi colección de fotos era bastante grande y me sentía muy orgulloso de lo que había conseguido. Hasta el momento mi imagen favorita era una que fue tomada de frente cuando ella estaba sentaba bajo un árbol. Kim aparecía sonriendo mientras hablaba con su prima y eso le daba un toque demasiado hermoso. Podría pasar todo el día admirando las fotografías, sin embargo, sentía que algo le faltaba a mi colección. No tenía fotos de ella comiendo ni leyendo y eso era inaceptable. Tenía que capturar esos momentos a toda costa.
Ella estaba demasiado metida en mi mente y en mi sangre. Todo el tiempo me preguntaba qué estaba haciendo Kim o en qué está pensando y eso de alguna forma le daba poder sobre mí. Ella ni siquiera sabía el impacto que tenía en mi vida y lo importante que era para mí, pero llegaría el día en que se daría cuenta y debía estar preparado para ese momento.
Kim me amaba. Yo lo sabía muy bien. Éramos el uno para el otro y estábamos destinados a pasar el resto de nuestras vidas juntos. Podríamos llegar a ser muy felices alejados de todo y de todos. Estaba dispuesto a ser su esclavo. Vivir a su servicio sería un sueño hecho realidad… Pero había un problema.
Levanté otra foto de mi escritorio y la observé con disgusto, allí aparecía él hablando con Kim. Hice añicos la fotografía y dejé caer los pedazos al suelo. Traté de ser paciente y de controlar mis ataques de ira, pero mi paciencia había llegado a su límite.
Él era el culpable de que Kim y yo no estuviéramos juntos, él la estaba confundiendo. No iba a permitir que se acercara a ella. No iba a dejar que nos separara. Él se creía muy inteligente, pero no era más astuto que yo. Admiraba su coraje porque sabía que no estaba dispuesto a dar un paso hacia atrás, sin embargo, yo tampoco. Agarré mi hacha y empecé a afilarla. Había llegado el momento de tomar medidas más drásticas. Si tenía que matarlo, entonces lo haría.
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Editado: 19.07.2021