Obsesión

Capítulo 15

Los pajaritos cantaban y volaban libremente de un lado a otro y me transmitían cierto nivel de tranquilidad, sin embargo mi mente no tardaba en volver una y otra vez a lo mismo, Isaac no había llegado a clases y todavía no decidía si ir a buscarlo o no. Era muy posible que se negara a hablar conmigo. Había una parejita de palomas sobre la rama de un roble y era demasiado tierno para mí verlos pegaditos y con los ojos cerrados. 


‒¿Ya revisaste tu muro de Facebook? ‒preguntó Paola mientras veía su teléfono. 


Ambas estábamos de pie junto a una fila de árboles esperando un taxi para irnos de la universidad. Las clases habían culminado y teníamos el resto del día libre lo cual no significaba nada para mí. Me sorprendió un poco su pregunta porque ella sabía que revisar las redes sociales era la última de mis preocupaciones. 


‒No ¿Por qué? ‒pregunté.


Paola guardó su teléfono y trató de sonar tranquila.  


‒Alguien hizo un perfil falso y está llenando tu perfil de frases de amor. Tienes que revisarlo ahora mismo. 


‒Era lo único que me faltaba. 


Entré a Facebook y me encontré con un montón de publicaciones románticas que rayaban en lo ridículo, todas habían sido hechas desde un perfil falso llamado: Caballero seductor. ¿Por qué no me sorprendía?  


‒¿De dónde saca tantos inventos absurdos? ‒comentó ella pensativa. 


‒Buena pregunta ‒susurré mientras leía de forma rápida algunas de las frases. En general todo era muy molesto pero no ofrecía ni la más mínima pista. 


Me di a la tarea de bloquear el perfil falso y eliminé de mi muro todas las publicaciones en las que me había etiquetado, por suerte logré sacarlo todo de mi perfil antes de que lo vieran muchas personas, tener una prima adicta a las redes sociales tenía sus ventajas.  


‒Tengo que acabar con esto lo antes posible ‒Apoyé mi cabeza contra el árbol y vi que un taxi se acercaba a lo lejos. 


‒Si quieres puedes ir conmigo a mi casa y dormir en mi cuarto ‒sugirió Paola. 


‒Te lo agradezco, pero hay una última cosa que tengo que hacer. Voy a hablar con Isaac. 


‒Entiendo ¿Quieres que te acompañe? 


‒Descuida, es mejor que vaya sola. Puedes adelantarte y esperarme. 


Ella asintió con la cabeza y ambas nos subimos al taxi, Paola se bajó en su casa y yo me dirigí a las afueras de la ciudad. Mi celular no dejaba de sonar pero no le presté atención porque era un número desconocido, las constantes llamadas que recibía de aquella persona estúpida me hacían plantearme la posibilidad de vivir sin teléfono.  


Al llegar a mi destino caminé unos cuantos pasos y me tomé un tiempo para apreciar todo, la casa de Isaac se encontraba a la orilla de la carretera y parecía salida de un cuento de hadas, en mi opinión tenía la ubicación perfecta porque estaba en medio de la naturaleza y lejos del bullicio de la ciudad. Había muchos árboles alrededor pero contaba con un camino libre que llevaba hacia la entrada principal, su terreno era muy grande y se veía aún más grande de lo que en realidad era porque no tenía vecinos a la vista, la naturaleza se extendía más allá de lo que mis ojos podían ver y eso lo hacía demasiado encantador. 

Los padres de Isaac no habían cercado su terreno y por eso la magia seguía intacta, todos los terrenos alrededor de la propiedad estaban en venta y por el momento no los habían comprado, aunque seguramente lo harían. La población de la ciudad estaba creciendo a un ritmo acelerado así que no tardaría mucho en convertirse en un barrio muy poblado.  


Me acerqué a la entrada y toqué la puerta, había llegado sin avisar y no estaba segura de ser bien recibida. Isaac y yo estábamos peleados pero no habíamos decido que hacer con nuestra relación así que era hora de ser sinceros.  


Isaac no tardó en abrir la puerta, su cabello estaba revuelto como si hubiese estado durmiendo y para acabar con mis nervios tenía su torso desnudo. Su expresión era de total seriedad pero no pasó desapercibido para mí su ligera expresión de asombro al verme, sus ojos color miel se veían apagados ¿O era mi imaginación? 


‒¿Puedo pasar? ‒pregunté viéndolo fijamente a los ojos, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no bajar la vista. 


Isaac no me respondió y simplemente se hizo a un lado para dejarme pasar, cuando estuve adentro Isaac sacó una llave de su bolsillo y le puso seguro a la puerta. 


‒Es para mayor seguridad ‒explicó mientras le daba vueltas al llavero con su dedo‒ ¿Quieres un café? 


Eso era exactamente lo que quería pero no me di cuenta hasta que él me pregunto. 


‒Me encantaría ‒admití. 


‒Vamos a la cocina. 


Isaac se adelantó y yo lo seguí hasta la cocina, me sorprendió ver que todo estaba muy oscuro pero él no tardó en abrir las persianas, el cambio fue muy notorio cuando el sol iluminó la habitación. La ventana daba hacia las colinas y era una vista preciosa ¿Por qué habría de ocultarlo? 


‒Parece que te gusta estar en la obscuridad ‒observé. 




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