Caí sobre el techo que dividía los dos pisos, pero estaba muy resbaladizo y no tuve tiempo de aferrarme de modo que caí estrepitosamente sobre el suelo del jardín. Mi espalda recibió todo el impacto de la caída y una punzada de dolor recorrió mi columna vertebral de arriba a abajo haciéndome gritar de forma inevitable. El dolor era insoportable, nunca había sentido algo tan intenso en toda mi vida. Todo ocurrió en cuestión de segundos y en cierta forma parecía un sueño, pero mi sufrimiento me confirmó que era muy real. Quería salir corriendo para ponerme a salvo, mas no era capaz de ponerme de pie, ni siquiera sabía lo que me estaba pasando. Me arrastré hacia un lado y no pude seguir moviéndome más pues mi cuerpo no me respondía, mi rostro estaba hacia arriba así que traté de concentrarme en respirar mientras veía el techo.
‒¡Kim! ‒Ezra estaba llamándome desde el piso de arriba pero no podía verme porque el techo se lo impedía. Me quedé callada y dejé de hacer ruido, sin embargo él dejo de llamarme y supe que iba a bajar a buscarme, el reloj no estaba a mi favor.
Me retorcí de dolor y vi mi teléfono caído a mi lado, lo agarré con mucha ilusión esperando poder hacer una llamada y se deshizo a pedazos en mi mano, estaba destruido y ya no servía. Necesitaba arrastrarme hasta la carretera para poder pedir ayuda así que me puse de rodillas con mucho esfuerzo y empecé a gatear, pero justo cuando llegué al jardín Ezra apareció y se detuvo justo frente a mí. Él pasó sus manos por mi espalda y detrás de mis rodillas y me levantó en el aire, empecé a gritar y a tirar patadas pero eso no evitó que siguiera caminando.
‒¡Auxilio! ‒grité desesperada.
‒¿Acaso estás loca? ¡Pudiste haber muerto! ‒arañé su rostro con todas mis fuerzas y él me tiró sobre el piso del corredor sin miramientos, el impacto contra el cemento me hizo gritar de dolor, pero aun así empecé a arrastrarme lejos de él aunque me detuve al ver que la puerta principal estaba detrás de mí.
Ezra resultó con tres heridas muy marcadas y la sangre empezó a brotar de ellas, él se pasó la mano por su cara y enloqueció de ira al ver su sangre.
‒Mira lo que hiciste.
Él dio un paso hacia mí pero Isaac apareció de la nada detrás de él y le dio un puñetazo en la cabeza tan fuerte que Ezra cayó al suelo completamente inconsciente, ¿Era real o estaba viendo visiones? Isaac se veía furioso y no conforme con eso lo levantó y lo arrojó por la ventana, el ruido que hizo aquella ventana al romperse fue muy fuerte y el vidrio saltó por todas partes, Ezra terminó en la sala inmóvil e inconsciente y yo estaba muy aturdida porque no podía creer nada de lo que estaba pasando. Isaac se arrodilló junto a mí y acunó mi rostro entre sus manos.
‒¿Estas bien? ¿Te hizo algo?
Ni siquiera me molesté en responderle y lo abracé fuertemente, solo necesitaba tenerlo a mi lado para saber que todo iba a estar bien, jamás creí que llegaría a salvarme pero la vida me estaba dando una segunda oportunidad.
‒Te sacaré de aquí ‒diciendo eso me cargó entre sus brazos y me llevó a mi casa.
Sin darme cuenta ya estaba sentada en el sofá con un vaso de agua entre mis manos, intenté tomar un sorbo y me di cuenta de que mis manos temblaban mucho, observé a Isaac de espaldas junto a la ventana, se veía muy alerta como si esperara un ataque en cualquier momento. Él agarró su teléfono e hizo un sinnúmero de llamadas antes de sentarse a mi lado.
‒¿Qué fue lo que pasó? ‒se veía genuinamente preocupado.
Traté de calmarme.
‒Su cuarto está lleno de evidencias, la policía debe saber que…
‒Ya los llamé y están en camino ‒me interrumpió él. Nada de lo que estaba relatando parecía sorprenderlo porque él ya sabía que Ezra era el culpable, la única estúpida era yo.
‒¿Te hizo algo? ‒Negué con la cabeza‒ Estas llena de tierra por todos los cielos, dime la verdad ‒insistió.
‒Me acorraló en el piso de arriba y tuve que saltar por la ventana.
Isaac quedó boquiabierto pero no me importó y lo abracé de nuevo.
‒Gracias por venir, no sé qué hubiera hecho son ti ‒admití aferrándome a él.
‒Ni siquiera querías que viniera ‒sus palabras estaban cargadas de resentimiento y tenía todo el derecho del mundo a sentirse así.
Me alejé de él y lo vi a los ojos.
‒Tuviste razón todo el tiempo y no quise creer en ti ¿Podrías perdonarme?
Él me respondió con otra pregunta.
‒¿Cómo terminaste en casa de Ezra?
Su expresión era de absoluta seriedad y me ponía más nerviosa de lo que ya estaba.
‒Es que… yo… ‒Nada de lo que había hecho tenía sentido ahora.
‒Fuiste voluntariamente ¿No es así? ‒evité mirarlo a los ojos y él supo que estaba en lo cierto‒ ¿Cómo pudiste confiar tanto en él?
‒Es un doctor, pensé que era una persona normal.
‒Y era más fácil para ti creer que el psicópata era yo, gracias por aclararlo ‒En ese momento alguien tocó la puerta y él fue a abrir sin decirme nada más.
‒¿Dónde está? ‒preguntó mi mamá desesperada antes de verme y acercarse para abrazarme. Mi papá hizo lo mismo y no pude dejar de notar que se veía pálido y asustado, nunca lo había visto así.
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Editado: 19.07.2021