Obsesión

Capítulo 20

Perdí el conocimiento producto de la caída y divagué en las tinieblas de mi mente por un tiempo que no supe definir. Cuando comencé a abrir los ojos de nuevo no sentía mi cuerpo en absoluto y no recordaba nada de los últimos acontecimientos. Necesité levantar mi cabeza y encontrarme con los ojos azules de Ezra para recordar mi horrible situación, él estaba arrodillado junto a mí con el hombro ensangrentado y me veía fijamente mientras le daba vueltas al cuchillo en su mano. Grité de miedo y quise salir corriendo, sin embargo mi cuerpo no movió ni un músculo, el dolor empezó a recorrer todo mi ser y tuve que ignorarlo para comenzar a arrastrarme hacia atrás. Ezra se levantó y comenzó a avanzar lentamente hacia mí mientras apretaba el mango del cuchillo.

‒Todo lo que hice fue darte amor y me pagas así ‒Lo que decía era una abominación a mis oídos‒ Te envié rosas, te regalé una muñeca hecha especialmente para ti, te escribí miles de cartas de amor y me aseguré siempre de que estuvieras bien. ¿Acaso el imbécil de Isaac ha hecho algo así por ti?

‒¿Amenazarme de muerte? Por supuesto que no, él no es como tú ‒debí haber cerrado mi boca, pero no lo hice.

Ezra palideció al oír mis palabras y pude ver que las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Su actitud me parecía ridícula e ilógica, más me sentí aliviada al ver que Paola bajó del cielo raso sin hacer ruido.

‒¿Entonces lo prefieres a él? ‒Ezra estaba apretando el cuchillo con demasiada fuerza y el horror se apoderó de mí. No pude alejarme más porque llegué hasta una pared y él me acorraló. Algo me decía que había llegado mi hora de morir.

‒Por supuesto que lo prefiero a él ‒Jamás le daría el gusto de decirle lo que quería escuchar.

‒Si no eres mía no vas a ser de nadie, no voy a permitir que Isaac y tú estén juntos. Antes prefiero matarlo ‒Ezra levantó el cuchillo y justo en ese instante Paola lo golpeó con una lámpara. El sonido del golpe resonó en toda la casa, el cuchillo cayó al piso y Ezra se desplomó inconsciente justo sobre mí. Sacudí mi cuerpo presa del pánico y lo tiré a un lado, Paola me ayudó a ponerme de pie y ambas vimos su cuerpo tendido en el piso.

‒¡Está muerto! ‒gritó ella llena de nerviosismo. Al parecer no era capaz de notar que el infeliz seguía respirando.

‒No está muerto, sigue vivo para atormentarnos ‒rectifiqué después de recoger mi cuchillo‒ Tenemos que salir de aquí ‒diciendo eso me apoyé en Paola y ella me ayudó a salir fuera de la casa. El sol nos recibió con todo su esplendor y pude agradecer al cielo por seguir con vida, me senté sobre la escalera principal y Paola fue corriendo a pedirles ayuda a sus vecinos. En pocos segundos me vi rodeada de desconocidos que nos pusieron a ambas a salvo en una casa cercana, todos se veían aterrados al oír nuestra historia y nadie tuvo el valor de asomarse a ver al culpable. Las patrullas y la ambulancia no tardaron en llegar y los policías rodearon la casa y entraron con sus pistolas listas para disparar.

Todo parecía muy irreal, ni siquiera sabía qué hacer o que decir. Paola se encontraba en peor estado que yo así que los paramédicos la separaron de mí y la llevaron dentro de la ambulancia. Mis tíos no tardaron en llegar y se volvieron locos al enterarse de lo sucedido, no sé qué habría hecho si Paola estuviera muerta, no habría sido capaz de dar la cara. Una mujer muy amable me prestó su teléfono y pude hablar con mis padres, no quise preocuparlos demasiado pero eso fue exactamente lo que pasó porque no podía minimizar la situación, ellos me prometieron que iban a llegar muy rápido y en el instante en que devolví el teléfono, un oficial se acercó a mí con expresión seria.

‒El culpable ya no está ‒anunció meneando la cabeza.

Me levanté atónita.

‒Es imposible ‒El infeliz no podía ser tan rápido.

‒Por el momento ha huido, pero lo atraparemos. No hay duda de eso ‒declaró con expresión seria.

El oficial me dio la espalda y regresó a la escena, pero yo no podía creer que estuviera hablando en serio así que lo seguí y evadí a un policía en la entrada que no me quería dejar pasar, regresé a la sala y vi a un gran equipo de personas que se encontraba recopilando las evidencias, pero en donde debía estar el cuerpo de Ezra sólo había una gran mancha de sangre.

Escuché a un oficial usar su radio para contactar a la central y alertar de un prófugo de la justicia. Ezra era culpable de intento de homicidio y ya no podría seguir con su vida normal sin antes resolver sus cuentas con la justicia, pero eso no me hacía sentir mejor porque seguía libre en alguna parte. No me sentiría tranquila hasta verlo tras las rejas. Un oficial se acercó a mí y me devolvió mi bolso, todo ese ambiente me estaba ahogando así que salí afuera y por fortuna me encontré con mis padres. Mi mamá me abrazó y eso me hizo sentir mucho mejor, por un segundo llegué a creer que no volvería a verla.

‒Hija, lo siento mucho ‒susurró contra mi oído.

‒Tranquila mamá, todo está bien ‒Pero en realidad nada estaba bien.

Abracé a mi papá y él acarició mi cabello.

‒Quiero ir a casa ‒supliqué.

‒Por supuesto ‒respondió él de inmediato.

Los tres nos subimos a un carro y comenzamos a alejarnos. Pensé que estaba segura en esa casa, sin embargo estuve muy equivocada, lo único que hice fue poner en peligro a Paola. Ella ni siquiera tenía nada que ver con mi situación. Me sobresalté mucho cuando mi teléfono empezó a sonar, pero solo era una llamada de Isaac. Él ignoraba todo lo ocurrido y prefería que siguiera así porque no deseaba su lastima. No quise contestarle y descubrí que intentó llamarme varias veces. Suspiré y cerré los ojos, me sentía muy exhausta. Primero lo de Sara y después esto, no le faltaba nada a éste maldito día.




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