Puedes quitarme la ropa, anda, no te quedes así, quítamela, hazlo despacio, dijiste que me pagarías si lo harías de este modo, len…ta…men…te. ¿Quieres un beso? Pues ven. ¿Disfrutas del roce de mis labios con los tuyos? Yo lo disfruto mucho, me encantan tus labios, son muy suaves, creo que es la primera vez que besas a alguien, o me equivocó. Lo sabía, es la primera vez que besas a alguien. Exacto, así, despacio, quítame la ropa despacio. Tócame, pon tus manos sobre mis senos y acarícialos. Vas muy bien. Ahora roza tus manos por todo mi cuerpo, aprieta mi trasero, es todo tuyo, toca mi vagina. Continúa. Acuéstate, excelente. Te pondré el preservativo y me tragaré tu pene, lo meteré hasta el fondo de mi boca. Se siente delicioso, verdad. ¿Te agrada? Ahora seamos un cuerpo, penétrame, quiero que tu pene esté dentro de mi vagina. Ay. Qué dices, que no lo harás. Que soy un ser humano, por supuesto, soy una mujer. Dices que soy una chica aparentemente bella, qué te pasa, que no debiste haber venido a un cabaret, que me encontraste defectos, pero si soy la más sensual y hermosa de este lugar, por eso me pagaste mucho dinero. Que si me penetras mi vagina secretará un olor desagradable. Eres un tipo muy raro. Pues claro que no soy un ángel. Y al interior de mi trasero no hay luz. Idiota, vete de aquí, antes de que te mate, loco de mierda.
¿Que si creo en la belleza humana? Patrañas. Eso es un grave engaño del modelaje, los concursos de belleza y la poesía. El tiempo no perdona. El hecho de que el ser humano se desarrolle en un vientre lleno de sangre al interior de un cuerpo que no es más que un montón de carne, piel y huesos, lo convierte en fealdad.
Entonces qué ocurre con la ternura de un niño recién nacido y su piel tan suave, ¿no es eso belleza? Quisiera decir que sí, pero lamentablemente te digo, no. Deja el baño cotidiano del niño por un día y verás que tendrá un fétido y desgraciado olor. Él no puede controlarse, y los rezagos de la leche materna son más asquerosos que el de una rata muerta.
Te preguntarás también si el salto de la niñez a la adolescencia es fealdad, sé muy bien que tú quisieras que no, pero sí. No hay nada de belleza, todo es puro engaño de una piel aparentemente limpia y unas cejas que apenas se forman en ese rostro de falsa ternura. Ni en la juventud, ni en la adultez y peor en la vejes, ni siquiera un minúsculo síntoma de belleza está presente.
Y por qué existen en los libros Afrodita, Atenea o las ninfas. Bueno pues, lo admito, ahí sí que hay belleza ¿Pregúntame por qué? Porque eso es ideal ¿Entonces no existe, me dices? Déjame decirte que te equivocas, si algo está en nuestra mente, es porque existe, tal vez no en el mundo de afuera, pero en el subjetivo sí.
La belleza humana ideal existe, y esa sí que es peligrosa. Te voy a poner un ejemplo con un hombre, no importa la edad ni su posición económica o profesión, no sin antes aclarar que el amor platónico que definiré aquí es el conocido por la mayoría en la actualidad, y dejaré de lado el amor propuesto por Platón.
Supongamos que ese tipo sea muy tímido, ensimismado, melancólico, obsesivo o cualquier cosa relacionada a eso. Ah, que sea incluso sentimental. Digamos que, por ahí una chica millonaria y muy bella, aparece en la ventana de un Mercedes Benz negro. El conductor abre la puerta y ella baja. Su rostro es indescriptible y su cabello más hermoso que una noche acariciada por la luz de la luna. Supongamos también que el tipo sentimental la observa tímido, y como cualquier hombre ensimismado, a escondidas. Digamos que existen los amores a primera vista. El tipo la sigue a donde vaya, al colegio, a su casa, a un centro comercial, a todas partes. Se convierte en amor platónico ¿verdad? Tal y como hoy lo conocemos, obsesionarse de alguien sin ni siquiera tocarla. Todo es ideal ¿recuerdas que me preguntaste que lo ideal no existe y yo te contradije? Aquí es donde más presente está, en un amor platónico y éste sí que te puede matar. Es inalcanzable porque si lo alcanzas, nunca fue uno de ellos y ahí, sí que tendrías problemas. Alcanzar a una chica que supuestamente nunca pudo haber sido parte de tu vida, hace que aceptes que la belleza humana no existe. Todo el tiempo contigo, en la cama, la cocina, la sala, incluso en el baño…conocerás sus defectos, la verás sin maquillaje si alguna vez lo utilizó, verás su cabello revuelto, sus ojeras, sus lagañas y absorberás por tu nariz el olor que nadie en el mundo quisiera tenerlo de cerca, el olor de la boca al despertar de un largo y dulce sueño. Al fin, te darás cuenta que es un ser humano más, nada del otro mundo. De esto no podrá escaparse nadie, no importa la edad, la profesión o su inteligencia. Por eso, si hablamos de amor platónico, hablamos de belleza ideal. Y repito una vez más, ésta sí que es peligrosa. Un hombre tímido, ensimismado, feo, sin autoestima, puede ser devorado por ella…los primeros síntomas son la desconcentración y los insomnios. Paulatinamente los pensamientos cotidianos son absorbidos por uno solo, el de la chica platónica. Más tarde aparecen los dolores de cabeza, el descuido de las actividades diarias, el golpe fuerte que apaga el mundo de afuera y, por último, el suicidio o, al menos, el intento. A veces es lento, otras rápido, depende de los encuentros que se den entre el amor platónico y el idiota que fue atrapado por él. Sin embargo, hasta el momento en el mundo, no ha existido alguien que haya sido atrapado con solo ver una vez a su amor ideal, puesto que, solo un ángel podría cometer este atropello, y los ángeles son solo inventos de la religión o de un hombre que sueña su último sueño y que al despertar, gritará con temor y angustia: ¡¿Dónde estoy?!