Obsesión Carmesí

C A P Í T U L O 13

El sonido de las gotas de lluvia chocando contra las tejas del segundo piso del colegio me resultaba un poco terapéutico, al menos me mantenía alejada de todo lo que había sucedido esta semana, también de las palabras que salían de la boca del profesor de matemáticas que no paraba de hablar de fórmulas incomprensibles y aburridas. 

 

Puse el lápiz a un lado del cuaderno de apuntes y me dediqué a mirar por la ventana. Algunos estudiantes estaban disfrutando de la lluvia y otros corrían de ella mientras se cubrían la cabeza con un suéter y se resguardaban dentro de las paredes del colegio. 

Sentí la punta de un lápiz picar contra mi espalda, giré sobre el eje de la silla y choqué con la mirada de Raquel. 

 

-¿Que te sucede?-. Susurró lo más bajo que pudo para que el profesor no la escuchara. 

Le di vuelta al cuaderno y le arranque una parte de la hoja, escribí unas palabras sobre esta y se la pasé por debajo de la mesa. Le dije que estaba bien, solo que un poco cansada. 

Ella me sonrió como respuesta y siguió poniendo atención a la clase. 

 

Miré a los chicos, Aldo y Simon estaban tratando de explicarle los ejercicios a varios compañeros y Nicolas estaba escribiendo en su teléfono. Últimamente ha estado haciendo mucho eso. 

No había sabido nada de Max, desde hace tres días no lo he vuelto a ver, tampoco sabía donde lo podía contactar. Si él conocía quien era el asesino debía de buscar la manera de hablar con él antes de que otra vida sea robada. 

 

El sonido de la alarma de salida nos anunciaba que otra clase había terminado y junto con ella otro día de clases. Tomé cada una de mis cosas y las acomodé dentro del bolso. Nos pusimos de pie y salimos para el pasillo, metí mi mano dentro del bolso para sacar una caja de chicles los cuales se acabaron en el instante que vieron que los llevaba, así eran los amigos. 

 

-Mis padres no estaran hoy, podríamos hacer algo en mi casa ¿creen que todos puedan venir? -. Preguntó Simon. Sus padres siempre salían de casa a conocer nuevos lugares, les gustaba viajar, pero Simon no todo el tiempo iba con ellos, decidía quedarse en casa. 

-Claro que sí, sería buena idea antes de empezar los parciales, Nicolas, Mere y yo podemos venir juntos en el carro de mis padres-. Se ofreció Raquel. 

-Es cierto, podemos ir con Raque, de paso recogemos a Aldo -. Dijo Nicolas, a lo que Aldo asintió agradecido. 

 

Al poco tiempo cada uno se fue yendo, quedé con Nicolas y Raquel esperando un bus que pasara para irnos, al parecer no era nuestro día de suerte ya que nadie podía venir a recogernos. Unos diez minutos más tarde unos de los buses de ruta externa pasó y nos fuimos en el.

 

El camino fue corto no quedaba muy lejos, al rededor de media hora en bus. No hablamos mucho en el camino ya que nos tocó asientos separados. Una señora a la par mía estaba discutiendo con otra persona al otro lado de la línea. Así que saqué los auriculares y dejé que el sonido de Kings of Leon censure todo el ruido dentro del bus. 

Pronto me vi tamborileando los dedos sobre mis rodillas al ritmo de la música. 

 

Eran las 15:22pm cuando el bus nos dejó cerca de la casa de Raquel. Por lo que Nicolas y yo teníamos que caminar un poco más hasta nuestras respectivas casas. 

 

Nos acercamos a acompañar a Raquel hasta la entrada de su casa. -Entonces nos avisas cuando estés lista, saldremos para esperarte, Simon dijo que lo más tardar a las seis estemos en su casa, para aprovechar y hacer algo para cenar juntos-. Le recordé a Raque antes de despedirnos por un rato. 

-¡Nos vemos Raq!-. Dijimos Nicolas y yo al mismo tiempo. 

 

Como ya estaba por llegar a casa me empecé a quitar la suéter de camino. 

-¿Que ha pasado con las notas, han vuelto a aparecer? -. Suavemente preguntó mientras metía sus manos dentro de los bolsillos delanteros de sus pantalones. 

 

Recordé lo que sucedió hace algunos días y decidí no involucrarlo más en esto así que opté por mentirle una vez más. -No, seguro fue una broma de alguien, no he vuelto a saber nada de eso, así que ya no le pongo mucha mente, ya sabes que luego puedo llegar a ser muy dramática -. Traté de sonar lo más convincente que pude. Últimamente se me estaba haciendo costumbre mentir y era algo que no me gustaba, muy diferente eran las típicas pequeñas mentirillas blancas que a veces nos salvan de un apuro.

 

El ronroneo de un auto acercándose hacia nosotros nos hizo parar la conversación. Rápidamente noté que el carro color gris era el mismo que había visto hace unos quince días cerca de mi casa. El carro aparcó justo al frente de la casa de Nicolas y de éste se bajó un hombre al rededor de unos cuarenta años. 

-Nicolas, ¿quién es él? -. Por mi asombro casi fue inaudible mi susurro. El hombre saludó a Nicolas con una mano, luego me miró y su expresión cambió totalmente hacia mí, pude ver un pequeño atisbo de sonrisa en su rostro, pero no de esas sonrisas agradables, más bien me hizo sentir un poco de miedo. 




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