Obsesión Carmesí

C A P Í T U L O 24

El lugar se quería desbordar, la música resonaba fuerte por toda la casa, luces de colores y globos plateados adornaban la estancia. Mientras caminamos por la pequeña acera se podían ver varias personas bebiendo en el patio. Conforme íbamos pasando los adolescentes se veían amontonados por todas partes, incluso varios chicos de universidad se encontraban ahí. La puerta de la entrada se encontraba abierta para el paso de las personas. Raquel se fue a buscar a los chicos mientras yo caminaba en busca de las bebidas y la comida, aunque en este tipo de fiestas lo poco que se encontraba era la comida. 

 

Saludé con la mano a varios amigos que estaban en la estancia. La luz de la casa había sido reemplazada por unas luces de colores estáticas. Una mesa en el centro de la cocina estaba llena de basos plásticos con diferentes bebidas. Maureen, una chica del instituto estaba llenando los vasos. 

Levanté uno y lo llevé hacia mi nariz para olisquear la sustancia. 

Fruncí la nariz al oler la bebida. El olor era repugnante. 

 

-¿Qué diablos es esto? -pregunté a Maureen. 

 

-Mira no tengo la menor idea, yo solo mezclé estas dos botellas - dijo levantando una botella de tequila y otra de aguardiente. Ya estaba borracha por la manera en la que movía las manos y el sonido atontado de su voz. 

 

-Madre mía, esto es una bomba-dije dándole un trago, el sabor era horrible y desagradable al gusto. Quizá era por la falta de comida en mi estómago pero cuando la bebida tocó el fondo de éste un mareo cruzó por mi cabeza. 

 

La chica se encogió de hombros y salió caminando de un na manera muy desgarbada y bebiendo el resto de la botella. 

 

Me acerqué a las cervezas y tomé cuatro de las latas restantes y salí en busca de Raquel y los chicos. 

 

Cuando crucé el pasillo me topé con Alex, este no llevaba la camisa puesta y los pantalones pendían de sus caderas. 

Alex es un chico muy guapo, pero está fuera de los estándares de decencia. En otras palabras digamos que el chico es muy fácil y eso le restaba puntos con muchas chicas. 

Como decía, el chico no era feo, eso le había abierto un camino dentro de la popularidad en el colegio, inclusive cuando aún no era un estudiante de último año.

 

-Pensé que Meredith nunca nos iba a dar el honor de verla en una fiesta - dijo acercándose más de lo que debería a mi espacio personal. Apreté aún más las latas contra mi pecho. Su aliento apestaba a alcohol. Parece que alguien había empezado la fiesta desde mucho antes. 

 

-Yo siempre voy a fiestas Alex- dije poniendo una mano en su pecho para alejarlo un poco - solo que prefiero las de otro tipo. 

 

-Eres demasiado rígida Meredith - dijo con una sonrisa burlesca. Su mirada me daba desconfianza. 

 

-Seguro que sí, Alex. Pero sabes una cosa, no me atraes de la misma manera que a las demás chicas tontas -le empujé lejos de mi, antes de irme añadí- ten cuidado de acercarte de esa forma con las chicas, no todas lo toman de buena manera. 

 

Caminé hacia la parte trasera de la casa. La piscina estaba llena de personas en bañadores, otros cuantos estaban bebiendo y algunos consumiendo sustancias no muy sanas. Encontré a Aldo y a los chicos cerca de la piscina, él y simón estaban dentro de esta haciendo competencias tontas. 

Me acerqué a ellos con cautela, me senté y metí los pies al agua. Le pasé una cerveza a cada uno, incluida a Raquel que estaba conversando con un chico a unos pasos detrás de donde me encontraba 

 

-¿Que sucede?, traes cara de que has visto al diablo. 

 

-Solo he visto a Alex, es un idiota engreído- dije hacia Aldo que estaba cerca de mi. El chico nunca me había agradado del todo, por eso el que no tuviera contacto social muy a menudo con él. 

 

-¿Qué hizo ahora? - replicó haciendo un modo de enojo. Aldo sabía lo pesado que podría llegar a ser Alex. 

 

-Ya sabes, lo mismo de siempre. Cree que todas están a disposición de él. No sé para qué vine, ni me cae bien- repliqué molesta. Ese chico me había amargado la llegada. 

 

-Vienes por que vas a pasarla genial con tus amigos - Raquel me rodeo con sus brazos los hombros, se sentó a mi lado y me pasó otra cerveza. 

 

De bebida en bebida se nos fue pasando la noche, podría decir que nunca me había divertido tanto como ahora, todas las preocupaciones las había dejado atrás y al fin estaba actuando como una adolescente normal. 

No me di cuenta en el momento en que todo a mi alrededor empezó a ponerse borroso, según mis cálculos ya eran pasadas la media noche y mi sistema no aguantaba una gota más de alcohol. No estaba tan borracha como se escuchaba, pero había tocado fondo en mis límites. 

Había pasado el resto de la noche bailando con los chicos y bebiendo. 

Recuerdo haber bailado sobre una de las mesas del jardín mientras los demás me animaban. Por suerte había decidido ponerme unos jeans esa noche. Con una falda hubiera sido terrible. 




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