🌒Mei
La lluvia golpeaba el cristal como si quisiera entrar. Mei observaba las gotas deslizarse, formando caminos caóticos que se cruzaban y se perdían. Como ella. Como Tae.
Su guarida estaba en silencio, pero su mente no. Las grabaciones de la pelea en el callejón se reproducían en bucle. No por análisis táctico. Por obsesión.
Cada golpe, cada esquiva, cada respiración compartida. Mei lo estudiaba como si pudiera descifrarlo. Pero lo que buscaba no estaba en los movimientos. Estaba en lo que no se dijo.
En lo que se sintió.
Abrió su libreta personal. La que no compartía con la agencia. Escribió:
> “No lo detuve. No porque no pudiera. Porque no quise.”
Cerró los ojos. El monstruo apareció. No como sombra. Como figura. Sentado frente a ella. Con su rostro. Con el de Tae. Mezclado. Observándola.
No dijo nada. No necesitaba hacerlo.
Ella entendía.
🌘Tae
Tae caminaba por un túnel abandonado. No por necesidad. Por impulso. Las paredes estaban cubiertas de musgo y secretos. Cada paso resonaba como un eco de decisiones no tomadas.
En su bolsillo, una nota escrita a mano. No por él. Por Mei. La había encontrado en el callejón, caída entre los escombros. No decía mucho. Solo una palabra:
> “¿Por qué?”
Tae la había leído cien veces. Y aún no tenía respuesta.
Regresó a su escondite. Encendió una pantalla. Mostró una imagen: Mei, en la fiesta, justo antes del baile. La amplió. Observó su expresión. No era neutral. Era contenida. Como si supiera que algo estaba por romperse.
Y entonces lo hizo.
Dejó una pista.
Un archivo encriptado, oculto en una red que sabía que Mei rastrearía. No era información. Era una coordenada. Un lugar. Un mensaje.
> “Ven. Si quieres respuestas.”
🌒Mei
La coordenada apareció en su sistema como una anomalía. No por su ubicación. Por su origen.
Sabía que era de él.
No debía ir. No sin autorización. No sin respaldo.
Pero fue.
El lugar era un edificio abandonado, cubierto de polvo y recuerdos. Mei entró con cautela. No por miedo. Por respeto.
En el centro, una mesa. Sobre ella, una caja. Dentro, objetos personales: una bala sin disparar, una carta sin destinatario, una foto de ella.
Mei la sostuvo. La observó. Era de Berlín. Ella, mirando su reloj. Sonriendo.
Y detrás, él.
Sintió que el aire se volvía más denso. Que el monstruo se acercaba. No para atacarla. Para abrazarla.
Porque la grieta ya estaba abierta.
🌘Tae
Desde una cámara oculta, Tae la observaba. No por control. Por necesidad.
Verla allí, sosteniendo la foto, era como ver una versión de sí mismo que no conocía. Vulnerable. Expuesta. Real.
Quiso salir. Quiso hablar. Pero no lo hizo.
Porque sabía que ella también estaba rompiéndose.
Y a veces, las grietas deben expandirse antes de sanar.
🌕
Esa noche, ambos soñaron lo mismo.
Un cuarto blanco. Sin puertas. Sin ventanas. Solo ellos. Sentados frente a frente. Sin armas. Sin palabras.
El monstruo estaba allí sin ser una amenaza. Como un testigo.
Mei lo miraba mientras que Tae lo aceptaba.
Y entonces, se tocaron.
No con las manos, con una simple mirada.
Y el monstruo se desvaneció.
Por ahora.
Mei regresó a su guarida. Eliminó parte del informe. No por traición sino por protección.
Tae destruyó una copia de su pizarra. No por olvido. Por evolución.
Ambos sabían que algo había cambiado.
La misión ya no era prioridad.
La conexión lo era.
Y bajo la cama, el monstruo dormía.
Pero no por paz.
Por espera.
Nota de Autora:
Se que este cap esta relativamente corto peeero, es por una buena causa ya lo verán.