Obsesión Cruzada

?Capítulo 9: La traición 

🌒 Mei

El silencio entre ellos se había vuelto sospechoso. Tae evitaba sus ojos. Mei lo sentía. No era distancia física. Era emocional. Como si él estuviera conteniendo algo que no debía salir.

Ella despertó sola. Tae no estaba en el refugio.
La caja de fragmentos seguía allí. Pero algo faltaba.
Una nota.
Escrita con su letra. Pero no por ella.

> “No todo lo que sabes es verdad. No todo lo que sientes es tuyo.”

Mei sintió vértigo. No por la nota. Por lo que implicaba.
Tae había mentido.

🌘Tae

No huyó. Se alejó.
Necesitaba espacio. No para pensar. Para recordar.
Había algo que nunca le dijo a Mei.
Él fue quien pidió que ella lo siguiera.
No como experimento. Como misión.
Antes de conocerla, antes de obsesionarse, Tae había leído su expediente. Había elegido su rostro. Su perfil. Su historia.

—Quiero que sea ella —había dicho.

No sabía que esa decisión lo condenaría.
Porque ahora, cada mirada de Mei era una pregunta sin respuesta.
¿La amaba?
¿O solo la había fabricado a su antojo?

🌕

El monstruo regresó.
No como sombra.
Como cuerpo.
Crecido. Deforme. Con ojos múltiples. Con voces que imitaban las suyas.

—¿Crees que puedes confiar? —susurró.
—¿Crees que puedes amar? —rugió.

Mei lo enfrentó. Tae lo observó.
Pero esta vez, no juntos.
Separados.
Y el monstruo se alimentó de eso.

🌒 Mei

Volvió al invernadero.
El lugar donde todo había comenzado.
Allí, encontró una pizarra oculta. De Tae.
Con fotos suyas. Pero también de otras mujeres.
Todas con rasgos similares. Todas con su nombre escrito en tinta roja.
Mei sintió que su identidad se deshacía.

—¿Soy una réplica? —susurró.

El monstruo apareció detrás.

—Eres una elección —dijo.

Y eso dolió más que cualquier mentira.

🌘Tae

Regresó al refugio.
Mei no estaba.
La caja de fragmentos estaba abierta. Vacía.
Su pizarra, destruida.
Solo quedaba una nota:

> “Si me elegiste como misión, entonces nunca me viste como persona.”

Tae cayó de rodillas.
No por dolor físico.
Por pérdida.

🌕

Ambos vagaron por la ciudad.
No como agentes.
Como fantasmas.
El monstruo los seguía. No como sombra. Como eco.
Cada paso que daban, lo repetía.
Cada pensamiento, él lo distorsionaba.

—¿Y si nunca fue real? —pensó Mei.
—¿Y si solo fue diseño? —pensó Tae.

El monstruo sonrió.

✨ Flashbacks✨

✨🌒Mei✨

Una sala blanca. Electroencefalogramas. Psicólogos.

—¿Qué siente cuando ve su rostro? —preguntaban.
—Nada —respondía.

Pero dentro, algo ardía.
Una imagen de Tae.
No real.
Implantada.

✨🌘Tae✨

Un laboratorio. Cámaras. Simulaciones.

—Ella es tu objetivo. Pero también tu ancla —decían.
—¿Y si no la amo? —preguntaba.
—Entonces fracasarás —respondían.

Y él, por miedo al fracaso, decidió amar.
Pero fue él quien la eligió.
Y eso lo convirtió en arquitecto de su propio castigo.

🌒Mei

Quemó su libreta en un estallido de ira contenida, que poco a poco con el crugir del fuego se transformo en libertad, borrando palabras que en su momento fueron cadenas y recuerdos que fueron manipulados,

El sonido de la ciudad se apago por instantes, dando paso a esa quietud abrumadora donde solo susurró:

> “Ya no soy tu experimento"

🌘Tae

Destruyó su pizarra por duelo al ver lo que había estructurado por meses... Las rutinas, las fotos y las notas, solo eran la versión de ella que el quería, cuya versión... simplemente no existía y en medio de todo ese caos, encontró una foto donde era ella realmente.

Mei, mirándolo.
Sin miedo.
Sin diseño.
Solo ella sonriendo.

Y esa simple sonrisa lo cambio todo... Dispuesto a liberar su culpa para intentar recuperar esa sonrisa.

🌕

El puente estaba vacío, salvo por ellos dos, primero ella y minutos después el, con los hombros caídos y los ojos cargados de algo más que culpa, una historia sin contar que llevaba consigo un gran arrepentimiento.
No se tocaron. No se miraron. Solo escucharon el viento.

—Hay algo que no sabes —dijo Tae, rompiendo el silencio.

Mei no respondió. Pero su cuerpo se tensó.

—Antes de que todo esto empezara… antes de que tú supieras quién era yo… fui yo quien pidió que me siguieras.

Ella giró lentamente. No con furia. Con incredulidad.

—¿Qué estás diciendo?
—Que tú no fuiste asignada por azar. Yo te elegí. Leí tu perfil. Vi tus registros. Y dije: “Quiero que sea ella.”

El silencio que siguió no fue vacío. Fue devastador.
Mei retrocedió un paso. Luego otro.

—Entonces todo esto… —susurró—. ¿Fue una mentira?

—No lo sé —respondió Tae, con la voz quebrada—. Al principio, sí. Pero luego… tú me cambiaste... Me rompiste y a la vez me arreglaste... Tú me hiciste querer algo real.

Mei lo miró. No como quien debía seguirlo y vigilarlo, ni como amante.
Como mujer.

—¿Y cómo se supone que confíe en eso?— susurro en un tono tal, que quizás el filo de una navaja hubiera sido mas suave que el tono que utilizo—

Tae no respondió. Solo se acercó lentamente, sin tocarla.

—No te pido que confíes. Te pido que decidas.

Ella lo observó por largos segundos. Luego miró al suelo.
Allí, bajo el puente, el monstruo los miraba. No rugía. No atacaba.
Solo esperaba.
Porque ahora, la decisión no era sobre destruirlo.
Era sobre aceptarse… o perderse.
Mei dio un paso hacia Tae.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.