Obsesión Siciliana

capitulo 4

Capítulo 4: Bajo Protección

El silencio entre ellos se alargó. Isabella intentó mantener la compostura, pero la intensidad en la mirada de Alessandro la desarmaba.

—No necesito tu protección —insistió, buscando una salida a la conversación.

—No se trata de lo que necesitas, Isabella. Se trata de lo que es necesario para mantenerte con vida —respondió él con calma.

Ella sintió un nudo en la garganta. No podía negar que había peligro, pero la idea de depender de alguien como él la aterraba más.

—No confío en ti —susurró.

Alessandro sonrió de lado, como si esperara esas palabras.

—Eso es inteligente. Pero tarde o temprano, tendrás que decidir si prefieres confiar en mí… o en los que vienen por ti.

Un escalofrío la recorrió. Algo le decía que la decisión ya no estaba en sus manos

isabella no tenia mas opcion que aceptar la propuesta del mafioso practicamente ella estba sola y sin proteccion en esta casa.

El silencio entre ellos se alargó. Isabella intentó mantener la compostura, pero la intensidad en la mirada de Alessandro la desarmaba. Había algo en su porte, en la manera en que se movía con absoluta confianza, que la hacía sentirse acorralada sin que él tuviera que tocarla.

—No necesito tu protección —insistió, buscando una salida a la conversación.

—No se trata de lo que necesitas, Isabella. Se trata de lo que es necesario para mantenerte con vida —respondió él con calma, deslizándose dentro de su apartamento sin esperar una invitación.

—¡Oye! —protestó ella, pero él ya había cerrado la puerta detrás de sí.

Alessandro recorrió la estancia con la mirada. Sus ojos afilados inspeccionaron cada rincón de su pequeño apartamento: los estantes llenos de libros de arte, las pinceladas secándose en un lienzo abandonado sobre la mesa, el aroma tenue del café recién hecho. Todo parecía contarle algo sobre ella, y eso la inquietaba.

—Te lo repito, no confío en ti —susurró Isabella, con los brazos cruzados sobre su pecho en un intento de mantenerse firme.

Alessandro esbozó una sonrisa ladeada.

—Eso es inteligente. Pero tarde o temprano, tendrás que decidir si prefieres confiar en mí… o en los que vienen por ti.

Un escalofrío la recorrió. Algo le decía que la decisión ya no estaba en sus manos.

Se alejó de él con cautela, sintiendo cómo su corazón martilleaba en su pecho.

—¿Por qué iban a venir por mí? Yo no sé nada —susurró.

Alessandro la observó por un instante antes de caminar hasta la ventana y apartar ligeramente la cortina. Desde su perspectiva, Isabella pudo ver la calle estrecha, la luz parpadeante de una farola y… un coche oscuro estacionado al otro lado de la calle. Dos hombres en su interior parecían hablar entre ellos, pero ninguno se movía.

Su estómago se revolvió.

—Te han estado vigilando desde que saliste de la iglesia esta tarde —explicó Alessandro con naturalidad—. No es casualidad.

—Esto es una locura —susurró Isabella, sintiendo que la realidad se fragmentaba bajo sus pies.

—Lo es. Pero es tu nueva realidad. Y la única manera de salir de esto con vida… es conmigo.

Isabella apretó los labios, intentando convencerse de que aún tenía el control, pero la certeza en la voz de Alessandro la desmoronaba. Algo estaba por venir, algo grande y peligroso, y él era la única persona que parecía saber cómo enfrentarlo.

Él la miró fijamente y extendió la mano.

—Ven conmigo, Isabella. Ahora.

Ella miró su mano, sintiendo que aceptar significaba cruzar un umbral sin retorno. Pero cuando desvió la vista al coche negro, supo que no tenía elección.

Con un suspiro tembloroso, deslizó su mano sobre la de Alessandro.

Y su mundo cambió para siempre.




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