Obsesionados con las estrellas

03.♥︎. Entre amigos y desconocidos

Capitulo III: Entre amigos y desconocidos.

El escandaloso sonido de la alarma retumba en mis oídos. Mis ojos se sentían pesados, y mi mente cansada, con una sensación de que no habia descansado ni un poco, abro un ojo y veo la hora; seis y quince de la mañana.

- Solo diez minutos más- susurro.

Siento que no pasan ni cinco minutos cuando tocan la puerta. No le tomo tanta importancia.

- ¡Ryan!- escucho la voz de Jackson.

No contesto. Lo que hago es enrollarme de pies a cabeza.

- Apresúrate, papá ya está en el auto.

- ¿Qué..?, ¿por que..?- infiero entre bostezos que entrecortan mis palabras. Ciertamente trato de ignorar el hecho de que me duele todo el cuerpo.

- ¡Ryan! Son las siete y cuarto, ¡así que muévete!- lo dicho me hace levantarme de la cama como un rayo, lo último que quería era escuchar los sermones del señor John Weber por no ser puntual.

Debilidad uno: soy lo contrario a lo que debería ser una persona puntual.

Antes de entrar a la ducha, me observo en el espejo, ojeras adornaban mis ojos, me veía fatal, respiro profundo y exhalo, << un día a la vez >> me dije a mi misma. Tomo un baño extremadamente rapido, abrí el armario y opto por la opción más común y corriente, no me interesa impresionar a nadie. Es solo el primer día de clases. Recojo mi cabello, agarro mi mochila y el móvil , la pantalla se ilumina en las manos.

Llamada entrante de

~ Eddi

Contesto, lo que mi instinto me advierte que no coloque el celular directamente al oído.

Procedo a colocarlo en alta voz.

- ¡Hola, querida!- tenía el presentimiento de que mi mejor amiga iba a gritar como una desquiciada y, pues sí, lo hizo.

- Hola Eddi, ¿cómo estás?- le pregunto - ¿Qué haces llamando a las siete de la mañana?

- ¿Qué, acaso no puedo llamar a mi mejor amiga? ¡Que bien!, ya me olvidaste.- dramatiza - ¡Lo sabía, me cambiaste! Ahora ese antiguo dicho de "cuando hay santos nuevos, los viejos no hacen milagros" cobra sentido.

- ¡Por amor de Dios! No te he cambiado, apenas tengo dos días aquí. Solo te preguntaba, dramática.

- Lo sé, soy irremplazable. - Rio por sus locuras, - Solo era para ver si ...¿te puedo visitar?

- ¿Qué?, ¿cómo me vas a venir a visitar?

- Visitandote. - ríe - No, solo que tengo tiempo sin verte, y quería avisarte, ¿Puedo?

- ¡Por supuesto! Eso no se pregunta - Ella no pudo despedirse de mí, teniamos varios meses que nisiquiera nos veiamos, pero asi es ella, vive viajando - ¿pero cuándo?

- En la tarde.

- Perfecto, hablamos más tarde, ya tengo que irme.

- Antes de que cuelgues, ¿Cómo has estado? Ya sabes a lo que me refiero.

- Bien, ¿por qué no lo estaría? - salgo de mi habitación, caminando por el pasillo. Odiaba cuando me hacían ese tipo de preguntas, porque sé que no es un ¿ cómo estás? normal, sino uno que tiene un trasfondo y solo que prefiero no prestarle tanta atención.

Puedo escuchar su respiración. - Voy hacer como que te creo, hablamos cuando esté allá, ¿vale? - chilla de emoción.

Le cuelgo y termino de bajar las escaleras, me asomo en la cocina y no hay nadie, supongo que ya deben estar afuera. Mi padre debe estar furioso, me apresuro a la salida.

- ¡Aleluya, mujer! - Jackson está apoyado en la puerta trasera - ¿Por qué tardaste tanto?

- Contestaba una llamada.

- Arreglarse tanto para que igual te sigas viendo fea - abre la puerta trasera y se acomoda en la parte de atrás, yo me deslizo en el asiento del copiloto.

- Cállate, idiota.- pongo los ojos en blanco.

- Ajá, ¿y esas palabrotas?

Mi padre habla lo cual no nos molestamos en responder. Pone en marcha el auto y, bueno, no hice más que mirar por la ventana.

El día estaba soleado, apesar de ser como las siete de la mañana.

- ¿Cómo has estado hija? - me pregunta de la nada mientras maneja. Volteo para ver a mi hermano quien está con sus auriculares, ignoro la pregunta de papá - Ryan...

Y allí vamos de nuevo.

- Bien, padre - una sonrisa forzada se forma en mis labios.

Trato de respirar y no alterarme.

- ¿Segura, hija? Recuerda lo que te dijo la psicóloga - odio cuando sacaba el tema de la psicóloga.

- Sí, no tienes porque recordarlo.- le hago saber que no estoy lista para esa conversación.

- Está bien, te entiendo.

Respiro profundo y exhalo, tratando de calmarme.

- No, no me entiendes. - mi tono de voz es bajo.

- Claro que sí, cariño.

- Tú no me entiendes, nadie lo hace. La única persona que me entendía aunque fuese un poquito era mamá...- se me cristalizan los ojos, odiaba recordar eso, y cada día las personas me lo recuerdan, al preguntar ¿estas bien? - Así que no me digas que si lo haces porque tú no sufres lo que sufrí y lo que estoy luchando para no sentir. Solo quiero olvidar, aunque sea un momento pero ustedes no me dejan, se pasan todo el tiempo recordándomelo una y otra vez.

Hace una respiración profunda.

- Tienes razón, - responde - pero sabes que algún día tendremos que llegar a esa conversación.

El resto del camino queda en silencio, es mejor así.

- No quiero hablarlo, hoy no - me desabrocho el cinturón y me bajo, Jackson hace lo mismo. Me despido de papá - Te quiero.

- Yo los quiero más, cuídense.

Ya lejos del auto nos despedimos con la mano y él se marcha.

- ¿Y ahora que hacemos?- Jackson guarda su celular en el bolsillo. -¿Y si nos escapamos?- sonríe con malicia.

- Estás mal de la cabeza, nos mata papá si se entera - niego con la cabeza.

- Cierto.

Caminamos hasta llegar a la puerta principal, estaba un señor gordo, creo que era el portero.

- Buenos días - Jackson saluda cordialmente.

- Buenos días, ¿cual año cursan?- mira el reloj de su muñeca.

- Estamos en el último año, pero somos nuevos, así que no sabemos cual es nuestra aula- Jackson se apresura y habla primero.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.