Obsesiones que matan

5. Nunca será tarde

"Podríamos bailar con la muerte y salir ilesos porque juntos somos un mal demasiado grande"

—¿Una cafetería? —pregunto cuando salgo del auto y me paro al lado de Ran viendo el local frente a nosotros que parece tener buena pinta.

—Apuesto a que no has comido algo decente en todo lo que va del día —me encojo de hombros al saber que tiene razón y se escucha algo parecido a una risa de su parte— vamos dentro.

Me extiende la mano y dudo en tomarla, pero lo hago, la piel se me eriza cuando siento su tacto; Ran tenía las manos suaves y nunca me había dado cuenta de ese hecho, nos dirigimos a la puerta y la campana suena cuando cruzamos por ella.

Adentro era un lugar muy confortable, con acabados de madera, un ambiente acogedor. Lo miro de un lado a otro, se sentía como esas cafeterías que describen en los libros, se sentía mágica. Ran me toma de la cintura, tal parece me había perdido un poco en mi asombro, me guía a una mesa frente a las ventanas que dejan ver las calles despejadas de nieve; al menos por hoy, porque seguramente mañana estarían cubiertas de punta a punta.

Llegamos a la mesa que Ran le pidió al mesero y me acomoda la silla, es un gesto noble de su parte. Lástima que ya había manchado su imagen frente a mi y no volvería hacer lo mismo nunca, solo si volvíamos a nacer, luego toma su asiento frente a mí y fija su mirada en mis ojos.

Siento como la tensión entre los dos crece, pero no es mala, es más una tensión física por no decir sexual. La intensidad del dorado en sus ojos me estaba asfixiando, él estaba tratando de meterse en mí y no estaba segura si podía soportar todo lo que él me arrojaba.

Ya adentro Ran pidió dos sándwiches de jamón y queso a la parrilla, dos batidos uno de mora y el otro de oreo para mí. La mesera muy amable nos trae la comida.

—Aquí está lo que ordenaron, que tengan buen provecho. Si necesitan algo no duden en pedirlo, estamos a su servicio.

—Muchas gracias. —le digo a la chica que parece bastante gentil y me regala una sonrisa antes de irse.

Comimos bastante callados; para ser Ran mi acompañante.

Él normalmente es muy hablador, pero como pensé muchas veces. Todo cambio y nada volverá hacer igual. Y valoro su silencio en este momento, seguramente me sentiría incómoda si hablara, ahora no teme sacar sus comentarios brutales ante mí. Ya no se retrae de decirme las cosas que quiere expresar y nunca pensé que eso iba hacer un problema para mí. Terminamos de comer, tomamos nuestro tiempo para digerir bien.

La cafetería pasa música para amenizar el ambiente, pero esa canción si bien era buena. no me ayudaba demasiado:

¿Quién eres tú?

Estoy harto de esperar por tu amor...

Estás elecciones y voces. Todas están en mi cabeza.

Bendito Lauv, todas tus canciones son un arma de destrucción para quien las escucha.

A veces me haces sentir como un loco.

Odiaba esto, la sensación en sí... él estaba jugando con mi mente.

Porque algo ha cambiado, no eres el mismo, lo odio.

Yo también podía jugar con sus propias estrategias, siento su mirada consumirme, pero no le daría el gusto de intimidarme, así que sigo viendo a un costado de la ventana. Pone su mano sobre la mía que reposa en la mesa, solo la contraigo porque no alcanzo a quitarla cuando la suya ya está arriba

Siento que Ran espera que diga algo, pero no tenía nada —bueno— para decir. Se da por vencido poco después y me suelta la mano y se pone de pie.

—Vámonos de aquí.

Se dirige al mostrador para pagar la cuenta mientras yo voy detrás de el, me abre la puerta y salimos hacia el auto. A todo esto, ya eran casi las 4pm, el sol se estaba poniendo en posición para ocultarse, los rayos del sol ya pintaban de un tono naranja bastante idóneo para una foto.

—Vamos aún faltan lugares —dijo Ran abriéndome la puerta del auto; su humor no era el mejor después de lo de la mano, pero no me trataba mal, entre sin armar pelea. Apenas empezaba está "salida" y los dos ya estábamos cansados emocionalmente.

Hoy no quería molestarme con Ran y media vez el no pasará los límites de lo que yo creía racional, me sentiría a gusto con su presencia.

RAN

Empecé a conducir hacia el siguiente lugar que quería ir con ella. Los rayos del sol se colaban por el frente del auto, ya que ante nosotros teníamos el sol escondiéndose por el horizonte. Antes de que los rayos del sol chocarán con sus ojos molestando su vista, baje una de los visores para que la luz del sol no dañe sus ojos y bajo el mío también. El silencio en el auto se estaba volviendo tedioso.

—Gracias. —la escucho decir tan bajo que casi es un susurro, vamos Becca... no me odies.

Una sonrisa escurridiza se me quiere colar por el rostro; me recordaba a cuando recién la conocí y era tan tímida que para escuchar su voz tenías que acercarte lo suficiente. No se atrevía a pedir las cosas que quería por miedo alzar la voz, talvez por eso me empezó a gustar... me gustaba sentir que podía protegerla y que ella dependía de mí.




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