» Así que, si corro, no será suficiente. Todavía estás en mi cabeza, atrapada por siempre. Así que puedes hacer lo que quieras. Me encantan tus mentiras, las comeré, pero no niegues a la bestia, que cobra vida cuando estoy dentro de ti «
Arley tenía cabello rubio, era como una ricitos de oro, pero sin rizos, eran ondas, blanca como la nieve, ojos grandes y miel. No lloraba mucho, era feliz con su chupete, era una risueña, fácil de hacer reír. En resumen:
Ella era feliz.
Tayler, en apariencia igual que su hermana. Sus mejillas siempre estaban rosadas, él dormía más que todos en la casa. Y era un gruñón al despertar. Él era el dominante. Le hacía feliz estar con su mamá, que ella lo tuviera en su pecho mientras se recostaba en la mecedora. Era un pequeño pio. Me estaba robando a mi ángel. En resumen:
Él era un manipulador.
Hace apenas cuatro meses vinieron a este mundo y si tengo que decir en una palabra como ha sido este tiempo con ellos es...
Abrumador
En un buen sentido. Claro. Nunca sabes que nuevas cosas aprenderán hacer, si hoy será un buen día o uno malo. Pero como sea. A mí me encanta esta nueva vida. Ahora tengo una familia.
¡Mi propia familia! Que locura.
Hace mucho tiempo atrás mi familia se redujo a solo dos personas, Reimon y yo. Y ahora somos cinco. Había Sido un gran cambio, pero para bien. Desde la muerte de mis padres en ese terrible accidente que prefería olvidar desde su suceso hace ya unos catorce años; no pensé que me volvería a sentir bien con alguien que no fuera mi hermano.
Todos fueron hipócritas con nosotros dos, éramos un par de niños pequeños que quedaron a su suerte con toda una fortuna para amasar y sin familiares. Muchos nos sonrieron por compromiso y otros por agradar, pero ninguno fue sincero.
Todos simplemente querían lo que teníamos y cuando llegara el momento esas sonrisas se convertirían en ataques, nunca nadie fue sincero ni genuino con nosotros, tal vez por eso nosotros dos solo sabíamos amar desde el dolor, porque fue lo único que quedo cuando la avaricia y odio del mundo nos quitó a nuestros padres.
No me importaba salir lastimado solo quería que Reimon no lo hiciera. Pero conocí a Becca y ella si fue real aun cuando le dije que persona era y que tenía; nada cambio. Y se lo agradezco.
Me levanto de la cama y me dirijo al cuarto de los bebés cuando escucho llorar a uno de ellos por el monitor de la habitación. Entro y es la pequeña Ley la que suelta un mar de llanto, pareciera que el mundo se le está cayendo encima, pero vamos mi niña, papá lo sostendrá para ti.
—Vamos mi princesa, no llores papá está aquí.
Tomo a Arley en mis brazos, había tenido un mal sueño o eso parecía. Lloraba con demasiado sentimiento, la arrullo tratando de calmarla, pero no consigo una mejora, me empieza a preocupar cuando su llanto la hace ponerse roja como tomate, hasta ese pequeño detalle le copiaba a su mamá.
Becca se asoma por la puerta lleva el cabello alborotado y sus ojos notablemente cansados, no habían sido días fáciles pero los dos tratábamos de hacer lo mejor, a veces ver a los mellizos era lo que nos hacía saber que los desvelos y la frustración valía jodidamente la pena.
—Iré por su leche ¿La cuidas un momento? —asiento y antes de irse la detengo.
—Mi ángel. —me mira esperando la oración— te vez hermosa.
—Ran… —protesta, pero le lanzo un beso.
Al final sonríe y me regresa el beso antes de irse a la cocina, dejándonos nuevamente solos a los tres llorones.
—Tranquila mi princesa papá también ha tenido pesadillas —La alzó como un avión por el aire y ella ríe con emoción— Eso mi niña, papá es feliz cuando tú estás feliz.
Le planto un sonoro beso en la mejilla. Y ahora Tayler empieza a llorar en su cuna, a duras penas lo tomo con el otro brazo, y los acomodo a los dos. Ambos pequeños buscan el calor de mi cuello y se acurruca en el sollozando débilmente.
—Eso es. Ahora los dos están bien. Mi pequeño campeón y mi preciosa princesa. Vamos a ver a mamá.
Bajo las escaleras con los dos en brazos, llegó a la cocina y Becca está terminando con los biberones de los bebés. Esa faceta de madre le quedaba genial. Era afortunado de tenerla después de mucho.
—Justo a tiempo mi ángel, los dos dormilones despertaron. Parece que Arley tuvo una pesadilla. —Le alcancé a Arley para que le diera su biberón y yo le di de comer al gruñón miniatura que gozaba de tener toda mi cara.
—Supongo que no podemos hacer nada con sus sueños, aunque lo queramos no podemos protegerlos de todo. También solías tener pesadillas antes ¿No?
—Si las tenía, por eso no me gusta que mi hija las tenga, son sueños, pero cuando estás en ellos no sabes distinguir la realidad de la imaginación. Deje de tenerlas y sé que Arley también en algún momento.
—¿Cuándo se detuvieron?
—No hubo un momento en especial, a veces cuando dormía contigo ya no las tenía. Paso el tiempo y desaparecieron por completo.
Los niños terminan su biberón, vamos a darles una ducha a los bebés, los vestimos y jugamos con ellos el resto de la tarde.
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Editado: 19.11.2024