Obsession

Capítulo I

La organización para humanos experimentales 
Año: 2000 
Experimento C4912S 


Sabía en qué lugar me encontraba, la sala en donde últimamente me encerraban cuando mi comportamiento se salía de control. No tenía memoria de lo que había hecho, solo me obsesionaba con dañarlos. 

Me dolían los brazos y mi cuerpo, mi cabeza palpitante hacia que tuviera los ojos cerrados para poder soportar el dolor.  

Sentía las energías que emanaban todas las personas que se encontraban dentro y fuera de la sala. En total diez. Despreciables humanos débiles y a la vez crueles. 

Abrí mis ojos y levante mi cabeza de entre mis piernas para ver los cuerpos, podía ver como la sangre corría por sus venas. El tejido que se encontraba en ellos, sabía que podía acabarlos pero el collar en mi cuello me lo impedía.  

Hace unas semanas descubrí que podía abandonar mi cuerpo y así huir. Fallé en el intento pues se percataron de algo inusual en mi cuerpo. 

—¿Qué haremos con ella? Solamente tiene 7 años y ha demostrado una gran diferencia a los demás niños en los experimentos. La creación de realidades era prácticamente imposible antes de que ella creara la suya propia, es un peligro para nuestro mundo. Se convirtió en un monstruo. 

—Ella ha sido un monstruo desde el momento de su concepción, sus padres eran seres abominables. La mezcla de dos razas dio como resultado a esta niña. Nosotros nos encargaremos de mejorar su cuerpo y habilidades. Será un arma de doble filo a todo el que esté cerca de ella, tenemos que cuidarla a toda costa. Los errores no están permitidos, alguien así puede destruirnos algún día si no tenemos precaución. Después de todo, es el mismo caos y muerte. 

Podía oírlos y ellos lo sabían, siempre me llamaban monstruo. Solo son científicos que hacían lo que querían con mi cuerpo sin mi consentimiento. No podía elegir si tenía que pasar dolor o evitarlo de alguna forma.  

¿Qué acaso yo era un monstruo? ¿No lo eran ellos? 

Mi enojo incrementó cada vez más, no podía controlar lo que sentía destruyendo así el campo de fuerza a mi alrededor en el que me tenían prisionera. 

Solo tenía 7 años, había cosas que no sabía, pero sí que aprendí con las maestras, lo único bueno de aquí. Me levanté y ocurrió una explosión de poder, no me importo realmente que las  personas murieran. 

Los malos debían de morir, sufrir antes de hacerlo.

Caminaba entre los cadáveres y charcos de sangre conforme el fuego se esparcía evaporándolos a mi paso.  
No podía salir de aquí pero al menos había descargado mis sentimientos. 

Me dolió la cabeza y grité de dolor, sangre salía de mi nariz a la vez que veía como personas se reunían alrededor mío con bastones eléctricos, picaban mi cuerpo provocándome más dolor. 

Mis piernas no aguantaron más y caí encima de vidrios rotos.  

Sentía que no podía respirar, el pecho se me contraía cada vez más hasta que no pude más y me dejé caer en el suelo. Luchaba por no cerrar los ojos, no quería que me castigaran otra vez. No quería que me hicieran esas cosas. No quería estar con esas personas.  

¿Por qué me hacían esto? Yo no soy un monstruo, también era humana al igual que ellos.  

Solo una niña que deseaba jugar y se lo impedían. 

¿Qué caso tenia luchar?  

Después de todo, la palabra “quería” no podía hacerla verdadera. 

4 de Octubre del 2046

Caminaba por el suelo húmedo debido a la reciente lluvia, mis botas con un rastro de lodo. Las manos en los bolsillos de mi chaqueta, veía a mi alrededor con nostalgia.  

Sin embargo, desde la lejanía se podía ver aquel edificio. Algo dentro de mí se revolvió con repugnancia, aberración, y todos los sinónimos de estas palabras. 

El mundo no cambió mucho, se hizo peor. Los humanos cada día eran más crueles y se creían superior a los de su misma especie, eso no quitaba que aun existieran personas buenas, las cuales, era verdaderamente difícil encontrar en estos días. En comparación a lo que hacían esas personas yo me dedicaba a darles hogar y salvarlos de que cayeran en manos de esos desgraciados. 

Personas que desechaban al no alcanzar sus objetivos, les di una segunda oportunidad  a todos aquellos que fueron abandonados. Seguramente habrán oído de mutantes en las películas, series o comics. Algunos hasta hace unos años pensaban que solo éramos un grupo de discapacitados o superdotados.  

Sin embargo, cuando nos empezaron a usar en su favor, se enteraron de nuestra existencia. Nos enviaban a campos de guerra, destruir armas nucleares, conseguir rehenes, matar a miles de personas. Todo cambió drásticamente, nos veían con terror y se escondían cada vez que nos veían en las calles.  

El saber que somos más poderosos que ellos no nos quitaban el miedo que llegamos a sentir si cometíamos algún error o nos atrevíamos a traicionarlos. Los sentimientos de opresión, miedo, inferioridad, desprecio y otros más, evitaban que tomáramos acción.  

Así era mi vida antes, el experimento más poderoso llamado “C4912S”. Usada como el arma más letal del país y una amenaza al mundo entero.  

¿Qué significaba C4912S? Algún día se enterarán, pero ahora eso no importa. 

Usé mi poder en su contra y conseguí liberarme de todo lo que odiaba, el anhelo que cada segundo tenia de salir de ese lugar oscuro, despiadado y repugnante hicieron más fuertes mis capacidades.  

Entonces, heme aquí. 

La Unión, era considerada como un enemigo formidable para todos ellos. Me llevó 5 años enteros el poder consolidarnos como tal, las personas llegaban y nosotros les dábamos refugio. Todas ellas mutantes, otras no, pero nos daba igual. 

Volví en mi cuando escuché disparos desde el tejado en donde me encontraba. Agarre mis binoculares y busqué el origen de estos.  




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