-01-
Aquí es donde empieza todo.
Angustia y Miedo.
Las únicas sensaciones que sentía al correr a máxima velocidad, en los enormes árboles del bosque. Mi respiración era un asco y mis piernas parecían gelatina.
Miedo, tenía o tengo miedo.
Pare en seco al no saber a qué lado seguir, mientras respiraba un poco más, no hay salida de este puto bosque.
Entonces lo oí, oí su silbido que era siniestro. Me quedé paralizada, no sé qué hacer o a donde ir.
Me va a matar en cualquier momento. Me repetía una y otra vez inquieta y angustiada. Corrí en línea recta, mientras rezaba salir con vida de este bosque lleno de nieve y nada más que ello.
Su silbido, no lo había oído antes, pero daba miedo y era espeluznante.
¿Qué hago? Mierda, mi corazón va a salir en cualquier momento.
Quería volver a ver al verdadero Ian que conocí.
Entonces había entendido lo del trastorno de ambos, su personalidad era esta, la que tenía cerca, no era él, no era el Ian vulnerable. No, era un Ian que le gustaba que los juegos terminen con sangre.
Había cometido un error, y uno bien grave.
Su maldito silbido me atormentaba, seguí corriendo, pero paré en seco al oír su voz gruesa y ronca: —¿Asustada, Brownie? —Su voz…estaba cerca, ¿Dónde carajos estás, Ian?
Termino de decir eso y sentí como me coloco un paño en la boca, tapando así también mi nariz.
Gritaba desesperada, pero era imposible que alguien me escuchara, este bosque estaba completamente solo y él era el único que oía mis gritos ahogados. Patee, lo regule e intente no respirar lo que tuviera ese pañuelo, pero era imposible.
—Shh. —Susurro a mí oído mientras mis párpados me pesaban y dejaba de insistir—. Te dije que serías solo mía. —Susurro lentamente, remarcando la última palabra causando que me diera náuseas.
No, pero yo pensaba que no de esta forma enfermiza.
—¿Qué se siente ser atrapada por el lobo, Brownie? —Fue lo último que oí de su parte hasta ver completamente negro.
Ian es más peligroso de lo que sueles creer.
Nos causamos daño, más de lo que deberíamos. Me quede a su lado, lo ayude, pero, había estado advertida, y esto no era nada sano.
—Kiara, ¿Qué…?
—Solo déjame ir. —Rogué a punto de llorar alejándome a cada paso que daba—. Por favor, no pido…
Bajo la vista hasta el cuchillo que tenía en manos y empezó a verse de pies a cabeza. Al principio me pareció tan raro, tan extraño que no lo entendía. Pero el miedo no me hizo analizar más que se veía tan enfermizo y en el fondo sabía que le gustaba la idea de tener su rostro manchado de sangre.
—Brownie. —Susurro—. Yo…yo no quise, l-lo siento. —Balbuceo.
—¿Cómo puedo creer que no me estás manipulando?
—Porque lo último que recuerdo es verte correr por el bosque.
¿Ahora empezamos a sacar a las personalidades?
Negué rotundamente mientras agarraba mis muñecas adoloridas y me alejaba al verlo acercarse.
—¿Te hice daño? —Pregunto terminando la corta distancia y soltando el cuchillo para agarrar mis muñecas y detallarlas.
—Desde la primera vez que te vi me has causado daño. —Susurró apartando en un movimiento brusco sus manos de las mías y verlo con lágrimas en mis ojos. Aunque no quería que me viera en este estado, ya ahí abajo me ha causado un miedo rotundo.
Me vio sin ninguna expresión mientras negaba con la cabeza.
—Kiara, yo…
— ¡Acabas de matar a alguien inocente! ¡Llevo más de doce horas desaparecida porque mi vecino me ha encerrado en un sótano y me ha dicho que lleva acosándome toda mi puta infancia! ¡Me da miedo! —Mi voz empezó a desaparecer—. ¡Me das mucho miedo porque ambos sabemos que uno de los dos acabará muerto, y tú lo deseas más que nada en este mundo!
El no hizo nada, solo me miraba sin pronunciar algo mientras movía su mandíbula con lentitud y veía hacia otro sitio.
—Pero al menos no tienes de qué arrepentirte.
—Estás equivocado. —Aseguró alejándome—. Me arrepiento de haber sembrado curiosidad por saber de ti, por verte todos los días desde la ventana, por haberte besado, por haberte seguido el juego y por muchas otras cosas.
—¿Cómo puedes decir eso?
—¿Y yo como pude ver dejado que mi trastorno nos llevará a esto? Esto es una obsesión, y lo admito, lo que siento por ti… no es sano.
Asintió dando un paso atrás y por un momento pensé que se dio por vencido, pero al ver que agarró el cuchillo que se encontraba en el piso, mis ganas de correr se activaron en ese momento.
—Entonces acabemos de la mejor forma que conocemos. —Limpio su mejilla dejando un poco de sangre en ella.
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Editado: 02.11.2024