-06-
Bienvenidos al juego.
Lo miré algo sorprendida por lo que había dicho, sin entender realmente porque quería hablar conmigo, no había nada de qué hablar, llevaba dos días estableciendo una conversación con él, pero realmente no eran las mejores.
—¿Qué? —Fue lo único que salió de mi boca.
—Lo que oíste, ahora ponte un buzo o algo, y sal.
—¿Piensas que te voy a hacer caso? —Rodee mis ojos—. Solo dime que vienes a decirme y te podrás ir nuevamente.
El chico me vio algo sorprendido, pero solo se limitó a regalarme una pequeña sonrisa a lo que negué rápidamente devolviendo mi vista a él nuevamente.
—Esto es absurdo. —Resople.
—¿Qué venga a tu ventana es absurdo?
—Que me hables es absurdo.
Los ojos grises de Ian se consiguieron rápidamente con los míos, no sabía lo que era capaz de decir en ese momento, pero mantuve mi mirada firme esperando una respuesta de su parte.
—¿Aún sigues las reglas de mami, Kiara?
Apreté un poco mi mandíbula. —Sí, ¿Tienes un problema con eso?
—Me imagino que no le importara si entro, ¿Verdad?
Abrí mi boca para hablar, pero ya había pisado mi habitación sin mi consentimiento. A pesar de que fuera lindo era muy idiota. Empezó a detallar mi habitación que por suerte estaba ordenada esta vez, mi habitación se veía más pequeña de lo normal y esta vez me sentía diminuta al lado de él.
Su aire empoderado seguía intacto, ¿Cuándo no lo tendría consigo?
—¿Dejaste de fetichar mi habitación?
—¿Feti, que? —Me miró con el entrecejo fruncido.
—Mejor sal.
—Te dije que teníamos que hablar.
—Ian.
—Kiara.
No iba a dar su brazo a torcer, ¿Verdad? No, no lo hará. Suspire pesadamente y agarre un buzo que estaba a la vista para colocármelo. Me miró con una sonrisa saliendo por donde entró.
La verdad no sé cómo hizo para llegar hasta aquí, pero ahora era lo de menos, quería saber que quería hablar conmigo.
¿Qué le sucede a Ian? De un día a otro empieza a saber de tu existencia y empieza a hablarte.
Lo mismo me preguntaba.
Al salir por mi balcón me percate que no se encontraba en él, si no en el techo que estaba a unos cortos metros.
—¿Se puede saber cómo subiste ahí?
—Subiendo. —Hablo.
Suspiré irritada, sarcástico tenía que ser también.
Y entonces me las ingenié escalando por ahí, con algo de fuerza e impulsando, viva y algo agotada.
Me echó una ojeada antes de que me sentara a su lado, pero sin antes sacar una caja de cigarro de su buzo para colocarse uno en los labios. Desde esta perspectiva el vecindario se veía tranquilo aún con el sonido de los autos de fondo, primera vez en mi vida que subía al techo de mi casa a admirar el vecindario en una noche fría como esta.
Se sentía bien hacer esto sin un supervisor o una madre que te controla hasta el ritmo de tu respiración, para ser sincera, rara vez hago cosas que a mis padres no les gusta. Luego me siento mal conmigo misma y les digo lo que hice.
Según ellos, se trata de la "confianza" que me han dado.
En el fondo sabemos que no es así.
—¿Qué quieres hablar? Mientras más rápido terminemos esto...
—¿Te cortas? —Me interrumpió girando un poco su cabeza mientras encendía el cigarro.
Quede helada.
¿Para qué lo necesitaba saber?
Fruncí mi ceño un poco y giré a verlo, este hizo lo mismo encontrando rápidamente sus ojos con los míos. Aún no sé qué tenían aquellos ojos grises que me llamaban tanto la atención.
—Cuando abriste la ventana, vi unas cicatrices en tus muñecas. —Justificó.
Lastimosamente mi piel es pálida, haciendo que se note los moretones y cicatrices.
No podía mentirle.
—Debes de vez en cuando. —Dije fría—. ¿Eso es lo que me ibas a decir?
Asintió un poco relamiendo sus labios.
—No venía a hablar, solo no tenía nada que hacer, pero quisiera hablar de eso —Señaló mis muñecas cubiertas por el buzo—. ¿Desde cuándo lo haces?
¿Por qué me está preguntando estas cosas? ¿Por qué está hablando conmigo y "preocupándose"?
Debo de estar soñando.
—No deberíamos estar hablando, yo mejor...
Intenté levantarme, pero éste me lo impidió agarrando mi antebrazo.
—Vamos, ¿Vas a hacerte la loca y seguir acosándome desde tu habitación?
—Yo no te acoso.
—Sí, claro. Ver todas las tardes la habitación de tú vecino es algo muy normal. —Río por la nariz—. Ya lo sé, Brownie.
Editado: 02.11.2024