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Otra vez mi amigo, anónimo.
—No sé cómo, pero la conseguí, se llama Amanda Whyde, y el chico se llama Tyler Miller, son pareja actualmente. —Comentó Adam—. Vivieron un tiempo en Boston, pero ahora están en Canadá.
Adam giro su computadora a donde Maddi, Lander y yo, los tres comíamos helado mientras estábamos sentados en el pasto verde del parque, en cambio Adam prefirió no comer helado.
Adam había obviado la parte en donde lo llamé esa misma tarde llorando, solo me dijo que cuando llegara a Boston le pidiera a mi hermano que me dejara en el parque del pueblo, ahí me compraría un helado. Sucedió así, pero lo curioso es que no preguntó absolutamente nada, solo me dio un abrazo de saludo.
Sabía que luego hablaría conmigo.
Me acerqué un poco para ver su laptop y mostró una foto de ellos solo que lo único que cambiaba era que ya eran adultos. Miré a Adam y este me vio de igual forma solo que ceñudo.
— ¿Y cómo haremos para sacarle información? —Pregunte.
— ¿Distorsionándolos? —Pregunto esta vez Maddie.
—Madd dudo que podamos hacer algo nosotros cuatro. —Hablo Lander resoplando con gracia.
Me quedé callada un momento pensando en cómo podíamos sacarle información sin ser tan obvios, la verdad es que no tenía nada en mente solo pensaba en el problema familiar que se me avecinaba ahora.
Y como si fuera irreal, un bombillo se despertó en mi cabeza, me acordaba de que mi madre trabajaba para el F.B.I y quizás, solo quizás le podía echar un aventón con esto.
—Mi mamá nos ayudará. —Hable haciendo que todos giraron a verme.
— ¿Cómo nos va a ayudar? ¿Pagándoles? —Me vio curioso Adam.
Negué, suspirando:
—Mi mamá trabaja para el F.B.I y algo me dice que sospecha de los vecinos, así como nosotros, nos echara un aventón.
Mis amigos quedaron en silencio mientras me veían sin decir nada, analizando lo que dije hace unos segundos. Lander terminó su helado para levantarse y botar en el cesto el papel que lo cubría, y por mientras Maddie y Adam me veían perplejos parpadeando un par de veces, quería reírme, pero mis ánimos no eran muy buenos.
—Debe ser coña, tu mamá…
—Por algo los invito a mi casa a cenar. —Interrumpí a Adam—. Algo trama con mi papá, sé que la vamos a ayudar y ella a nosotros, solo le explicaré y ya.
Justo en el momento que Lander se sentó a mi lado, mi teléfono vibró, lo agarré curiosa pensando que podría ser Logan o uno de mis hermanos, pero me lleve totalmente lo contrario. Mi respiración se detuvo y los nervios entraron nuevamente en mi cuerpo como era de costumbre.
Núm. desconocido.
— ¿Quieres que tus amigos y tu familia corra peligro? ¿Quieres que sepa realmente quién eres, Kiara?
Núm. desconocido.
—Podemos llegar a un trato si quieres, para no revelar varias cosas que sé.
Diría que estaba más nerviosa que nunca, lo siguiente que me llegó fue una foto, justamente en el mismo parque donde estábamos los cuatro, lo único curioso y terrorífico era que salía yo de espaldas a quien había tomado la foto. Gire rápidamente viendo el lugar, pero no había nadie, se encontraban niños jugando en el parque.
Me sentía acosada.
— ¿Todo bien, Kia? —Me pregunto Lander haciéndome salir de mi trance.
Y ahora, no quería mentirle. Negué rápidamente con algo de miedo, Lander se notó tenso mientras se acercaba un poco.
— ¿Te llevo a tu casa?
Miré a Lander y este me vio en busca de respuestas.
—Si, por favor. —Respondí casi suplicando.
El solo suspiro para luego asentir para mirar a mis amigos que estaban hablando tranquilamente.
—Chicos, llevaré a Kiara a su casa, sus padres acaban de decirle que llegará antes de la cena.
—Oh…—Note el aire tristón de Maddi—. Bueno, mañana podemos ir a tu casa, ¿no?
Me levanté del suelo.
—Sí, les avisaré, los quiero mucho.
—Nosotros igual. —Respondieron al unísono al momento en el que Lander y yo empezamos a caminar.
Relamí mis labios nerviosa, más de lo que creía, estaba casi segura de que el anónimo era un periodista, pero ¿Qué sabía? No lo sabía y eso era preocupante, era curioso, pero sobre todo algo ansioso. Lander se quitó su buzo y me lo extendió a lo que no dude en ponérmelo, había entendido porque lo había hecho,
Me sentía acosada cada vez que se acercaban, no podía salir sin ser vista por internet.
Al subirme al auto me quité la capucha mientras suspiraba acomodándome en el asiento. Lander no dudó en subir e hizo lo mismo.
— ¿Qué sucede?
Gire a verlo extendiéndole el teléfono.
—Eso pasa. —Detalle cómo Lander leyó la corta conversación para luego mirarme con su ceño fruncido. Sabía porque—. No sé qué sabe, en serio.
Editado: 02.11.2024