-37-
Ten cuidado.
Boston.
Aquella ciudad enorme y con hermosos edificios, el ruido de los autos ya que era una gran ciudad donde transitaban personas a diario, las cafeterías, las casas coloniales, los sitios turísticos y los grandes parques que se podrían encontrar en cualquier rincón de Boston, era un lugar hermoso, pero para mí era desagradable.
Había recordado la vez que vine con Logan hace un par de semanas, diría que días, porque seguía pensando qué pasó ayer el día que visité a mi padre, aquello no había terminado bien, de hecho, terminó el doble de mal que como lo pensaba.
Ahora tenía miedo de estar en Boston, donde mi padre era muy conocido y sabía que estaría buscándome por todos los rincones al igual que mi madre.
Pero curiosamente no había estado sola, estaba con Ian, y aunque no era un héroe, me sentía más tranquila estar en la casa de sus padres durmiendo en su recamara. Era curioso porque ni yo misma me había creído la primera vez que Ian y yo habíamos hablado, que se iba a interesar en mí y ahora estaba durmiendo entre sus sábanas.
Abrí con cuidado mis ojos para poderme acostumbrar a la claridad de la habitación. Me había dado cuenta que todo el sol había entrado por las grandes ventanas, era un cuarto enorme, diría que el doble de grande que mi habitación, tenía tonalidades grises y sus sábanas eran de un color azul marino que iba a juego con toda la colorimetría del cuarto. Era minimalista, la mayoría de las cosas estaban en su sitio, llegue a pensar que era por el hecho del poco tiempo que se encontraban aquí él y su familia.
Aunque en estos momentos su habitación no era del todo ordenada, un par de camisas de Ian estaban tiradas en el suelo junto a mi ropa, nuestros zapatos también estaban en alguna parte de la habitación. Había pasado dos dias nada mas desde que llegamos a Boston, y para ser sincera había conocido por primera vez en mi vida lo que significaba tener tranquilidad aunque sea por un par de días, sabía que era una adolescente inmadura que se había escapado de casa de sus padres, pero realmente para mí significaba mas que eso.
Quería alejarme de los problemas un rato.
Estire un poco mis brazos mientras tallaba mis ojos con cuidado tratando de acostumbrarme a la claridad, por un momento intente moverme pero me había percatado de que Ian me había acorralado entre sus brazos. Me tenía con ambos brazos agarrada de la cintura y su rostro estaba puesto en mi cuello, sentí su respiración calmada y aquello me hizo sonreír un poco.
No me quería levantar aun, quería estar un par de minutos así, si era posible también un par de horas. Gire un poco mi rostro notando que Ian aún se encontraba dormido, detallando las pequeñas pecas que tenía en su rostro y sus largas pestañas que se notaban mucho más con sus ojos cerrados. Me gire quedando al frente de él, aun así él no se movió, decidí empezar a acariciar su cabello con cuidado con una de mis manos, mientras me dedicaba a detallar como él lo hizo la primera vez.
Me pregunto cuánto tiempo duraría nuestro pequeño romance, no quería ser pesimista, pero sabía que Ian estaria conmigo solo un momento y luego se iría, para luego irse. Realmente no me molestaba, porque desde un principio sabía que no podría estar con alguien como él.
Aunque en el fondo lo quería tanto que se me hacía imposible no pensar en aquello.
Acaricie con delicadeza su mejilla, notando cada detalle de su rostros, sus cejas pobladas que ahora eran tapadas por mechones de su cabello, el pequeño lunar que tenía cerca de su ojo derecho, sus pecas poco visibles, sus labios entreabiertos y su respiración calmada.
Sonreí un poco tratando de conservar este pequeño momento en lo más puro de mi ser, porque sabía que no volvería a tener momentos como este, no con alguien más.
Ian había despertado cada chispa de mi que nunca antes había visto, era una emoción viviente en mi pecho, como una adrenalina constante que había dentro de mi. Él había sido la primera persona que a pesar de involucrarse en mi vida la manera incorrecta, había respetado algunas decisiones, sabía muy bien que no había respetado algunas, pero diria que ambos queríamos lo mismo, y el solo quizo que me arriesga un poco más para salir de mis creencias y costumbres.
Pero Ian habia hecho lo que ningun otro chico habia hecho, habia respetado cada decisión de mi cuerpo y me hizo sentir segura cuando más me sentía vulnerable, aquello había marcado algo en mi que hoy en dia no sabía explicar con claridad, mucho menos viéndolo dormir a mi lado, me daba una tranquilidad que pocas personas me hacían sentir.
Sentí una de sus manos acariciar ligeramente mi cintura dándome cuenta de que estaba despierto. Sonreí un poco acercándome dejando pequeños besos sobre su rostro logrando que él también sonriera. Al separarme noté que estaba abriendo sus ojos poco a poco, quizás acostumbrándose a la claridad. Una sonrisa poco visible se formó en sus labios.
—¿Me vas a empezar a dar los buenos días de esa manera? Porque no me quejo —Susurro en un tono ronco a lo que yo sonreí un poco.
—Puede ser.
Ian me miró unos cortos segundos pasando una de sus manos por su rostro acariciando mis mejillas con cuidado. Había dicho que Ian se veía bien de todas las formas posibles, pero siendo sincera mi favorita era verlo despertar.
Editado: 21.02.2025