Obsession [libro #1]

Capítulo 38

-38-

El inico del infierno.

—¿Segura que no quieres quedarte en mi casa, Kiara?

Escuche la pregunta de Ian mientras veía desde la ventana de su auto mi casa, no quería entrar, pero habían pasado ya casi dos semanas y necesitaba enfrentar mi problema.

Ese problema era mi madre.

Además, que aún seguía pensando en la situación de Ian, desde hace unos días no me sentía cómoda luego de esos mensajes, y él lo sabía. Gire a ver a Ian el cual me veía con curiosidad con una de sus manos en el volante, mientras que buscaba alguna respuesta en mi mirada, no quería comportarme así con él, pero aquello no ha dejado de pasar por mi cabeza.

Le regale una sonrisa negando mientras agarraba mi bolso.

—Gracias por ayudarme, pero tengo que irme.

—Estaré para lo que necesites.

Asentí en forma de agradecimiento para luego quitarle el seguro de la puerta y poder abrirla, pero Ian no me dejó, porque pasó su mano por la manilla impidiendo que pudiera abrirla, gire a verlo con curiosidad ya nuestro acercamiento fue notorio.

—¿Qué sucede? ¿Por qué estás conmigo así?

Guardé unos segundos de silencio para luego girar a verlo nuevamente, sus ojos claros me recibieron preocupados y yo solo pude sonreír un poco.

—No suceda nada, Ian. —Acaricie su cabello y este negó.

—Estás distante, no eres así conmigo. ¿Es por el otro día?

Guardé silencio unos segundos para girar nuevamente mi cabeza a otro sitio y hacer una línea en mis labios que era más que obvia. El suspiro y se alejó un poco, se veía cansado de tanto explicar el tema, y en realidad, yo también lo estaría.

—Kiara…

—Ian. —Lo interrumpí—. No te preocupes en serio, todo está bien. Ahora, tengo que ir a mi casa.

—¿Segura? Te ves molesta, en serio yo…

No lo pensé dos veces, decidí acercarme a sus labios y plantar un beso rápido, pero este no permitió separarme, al contrario, agarro mis mejillas con cuidado para profundizar nuestro beso.

—Te escribiré luego. —Hable agarrando sus muñecas mientras le regalaba una sonrisa.

—Está bien, no sigas molesta.

Rei por la nariz mientras negaba.

—No lo estoy.

Le di un último beso, pero esta vez fue rápido para luego decidir bajarme del auto y caminar a la acera de enfrente, donde se encontraba en mi casa. Tenía miedo de volver nuevamente y conseguir una sorpresa nueva.

Me daba miedo lo que podía hacer mi madre en estos momentos, la conocía y sé que haría cualquier cosa para que cambiara mi actitud hacia ella. Me acerqué con lentitud temiendo lo que me esperaba detrás de aquella puerta, me daba miedo, aunque me hacía la valiente le temía mucho a mi madre, más de lo que imaginaba.

No sé en qué momento pasó de ser una imagen maternal y dulce conmigo a ser simplemente una desconocida que le solía decir madre.

Gire el picaporte de la puerta para decidir tomar valor y entrar a mi casa la cual ya no tenía nada de casa o comodidad de hogar.

—Kiara. —Escuche la voz fuerte y clara de mi madre lo que hizo subir mi cabeza rápidamente en dirección donde provenía su voz.

Me paralice unos segundos al verla en el sofá, no solo porque estuviera ahí, si no que no se encontraba sola.

Estaba con alguien más.

Estaba sentada con él.

Mi corazón por unos momentos dejó de bombear sangre para empezar a acelerarse más de lo normal haciendo que mi respiración se entrecortaba un poco, mis manos empezaron a sudar y por un momento vi aquello como una alerta de emergencia.

—¿Qué hace él aquí? —Pronuncie dejando mi bolso en el suelo para permanecer en la puerta en caso que tuviera que huir por alguna razón—. ¿Lo recibes tan cómodamente? ¿Después de lo que te hizo? ¿Después de toda la mierda que nos hi…?

—¡Es suficiente, Kiara! —Alzó su voz repentinamente haciendo que dejara de hablar y me tragara mi rabia—. El vino porque lo llame.

Note como se levantó de la silla de la misma forma que lo hizo mi madre y ambos me vieron. Lo mire primero, dándole una mirada de desaprobación y asco recordando cada una de las cosas que me hizo.

No podía verlo de otra forma.

Me daba asco.

—¿Por qué vino?

—Ya hablamos de esto. —Suspiro ella—. Te irás a vivir con tu padre un tiempo, y no quiero que digas ninguna ridiculez, te iras y punto. Guarda tus cosas.

Sabía que esto me esperaba. Lo sabía muy bien, aun así, quería más tiempo, más tiempo para pensar que hacer, como huir de esto, pero no pude.

Supongo que no había escapatoria de ese monstruo.

Suspiré tragándome una vez mis lágrimas para agarrar el bolso que había tendido en el suelo y subir las escaleras rápidamente hasta entrar a mi habitación, donde cerré mi puerta con fuerza, me sentía frustrada porque sabía que nunca iba a ser escuchada por ella.



#255 en Thriller
#97 en Suspenso
#2844 en Novela romántica

En el texto hay: amor, suspenso, dramas.

Editado: 21.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.