-42-
Quienes somos realmente.
—¿Acaso no es suficiente todo lo que hago por ti? —Comentó James con cierta frustración.
—James… —Solloce tratando de zafarme de su agarre.
Lo mire por un momento con lágrimas en mis ojos dándome cuenta que estábamos solos, y que nadie podría calmarlo en estos momento.
Tomo un poco más de la botella con su mano libre mirándome con cierta molestia, mientras yo lo miraba con algo de miedo y preocupación pensando en lo que podría hacerme ahora. James era agresivo más de lo que pensaba, y verlo molesto, frustrado y tomado me había asustado.
Me había recordado a alguien, a mi padre.
—¡Mierda, Kiara! —Me sobresalte al escuchar su grito—. ¡Todo siempre se trata de ti!
Se acercó rápidamente a mi sin darme tiempo de dar un paso hacia atrás e irme. Me agarró del cuello logrando que la respiración se me dificultara y aunque tratara de separar su agarre de mi, el tenia mucho mas fuerza que yo.
—¿Qué hay de mi, eh? —Gruño—. ¿Qué hay de Logan y de mi? Tengo que hacer siempre el trabajo sucio por ti.
—James… —Susurré moviendo mis manos alrededor de las suyas que sostenían mi cuello—. Soy Kiara…tu hermana.
Por más que trataba de agarrar bocadas de aire con dificultad. James me miraba sin remordimiento alguno y aunque su mirada era fría note como sus lagrimas corrían por su mejillas, ¿Por que me estaba asfixiando? ¿me quería matar?
—James… —Suplique—. Por favor.
Negó rápidamente.
—No, el problema en esta maldita familia eres tú, necesito acabar con el problema.
Desperté rápidamente sentándome de igual forma en mi cama mientras recuperaba el aire y agarraba mi cuello.
Fue un sueño.
Un mal sueño, eso es todo.
Como pude volví a tomar aire con desesperación intentando calmarme, pero mi respiración estaba agitada y no podía lograr mucho. Mi habitación estaba casi a oscuras, y cuando digo casi es porque una pequeña luz se asomaba por las cortinas que cubrían mi balcón. Estaba amaneciendo y había tenido una pesadilla.
Una pesadilla que se sintió muy real, era más como un recuerdo desagradable.
—¿Estás bien?
Escuché en un susurro la voz de Lander y al voltear vi que se había levantado de la colchoneta que habíamos colocado al lado de mi cama. Los tres se decidieron quedar para acompañarme, Maddi por ser pequeña no tuvo problema en dormir en el sofá, en cambio a Adam y a Lander decidimos buscar una colchoneta para que pudieran dormir juntos, ellos no se negaron.
Asentí con lentitud mientras pasaba una de mis manos por mi cabello para quizás calmarme un poco, giré a ver nuevamente a Lander y este estaba un poco adormilado, aun así, no dejaba de verme para asegurarse que estuviera bien.
—Si, solo fue un mal sueño, perdón si…
—No te preocupes. —Aclaró antes de que yo pudiera decir algo más—, Vinimos para asegurarnos que estuvieras bien, es lo mínimo que puedo hacer.
Hice una línea en mis labios mientras pensaba en lo que iba a decir. Hasta que por fin decidí soltar y decirlo.
—¿Puedes dormir conmigo?
Aquella pregunta la veía fuera de lugar, pero ninguno de mis hermanos estaba los cuales eran los que me transmitían más seguridad cuando me pasaban estas cosas, y más si se trataba de un sueño como este. Lander era lo único seguro que tenía hasta ahora.
Y el único despierto.
Lander asintió un poco y yo decidí abrirle paso en mi cama, la cual era para dos personas, Lander se levantó con cuidado evitando despertar a Adam el cual se movió un poco pero aun así no lo hizo.
Lander quedó entre mis sabanas para luego mirarme con una sonrisa más que adormilada, yo solo decidí acercarme a él y colocarme en su pecho mientras lo abrazaba con cuidado, supe que no lo esperaba por la forma en la que se tensó, pero realmente estaba más concentrada en poder dormir y dejar de pensar en aquel recuerdo que era como una pesadilla.
Se me hacía raro tenerlo cerca de esta forma y saber que solo éramos conocidos, o amigos, realmente ni yo sabía. Pero era tan confuso en estos momentos. Lander empezó a acariciar mi cabello con cuidado y note que no le hizo incomodar aquella idea de que me acostara en su pecho.
—No pensaba que los sueños también me iban a atormentar.
—Por esa razón nos quedamos, sabíamos que te podía pasar algo.
Me separé de él en ese preciso momento para sentarme en la cama y él hizo lo mismo tallando sus ojos por un momento.
—¿Realmente te querías quedar?
—¿Por qué lo dices?
Por Alexandra.
Fue lo primero que pensé, pero aun así no lo dije y preferí reservarme el comentario.
—No sé, Lander. Tienes una vida, quizás tenías cosas que hacer o…
Editado: 21.02.2025