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La verdad que nunca conte.
Marzo, 10 del 2019.
Tres años antes.
Muchos sabíamos cómo era Brett Adams, ¿no? Claro que todos los del pueblo lo sabíamos, sabíamos que era una persona de una familia importante, pero a pesar de eso, era un atleta increíble que daba de qué hablar de manera positiva, era respetuoso, amable con las personas que amaba y con la gente a su alrededor, era…
Espera.
¿De qué me sirve decirle puras mentiras para que crean que aquel chico era una persona maravillosa? No están aquí por eso, están aquí para intentar descifrar lo que sucedió aquel día.
Así como Kiara hace un tiempo.
Y yo se los contaré como debe de ser.
Brett en el fondo era un chico machista, imbécil, posesivo, envidioso y sobre todo manipulador, ¿y como yo sabía aquello? Por el trato distinto que había cuando había gente a nuestro alrededor y cuando estábamos solos.
Un claro ejemplo fue aquella fiesta donde me arrepiento una y mil veces de haber aceptado esa invitación.
—Que estoy bien, Brett, en serio. —Murmulle algo molesta intentando zafarme de su agarre sin tabalear en el intento.
—Claro que no, mira como estas Kiara. No te mantienes de pie sola. —Comentó llevándome de la cintura a lo que intente separarme.
—¡Estoy bien! —Asegure nuevamente separándose finalmente para sostenerme de la baranda y mirarlo esta vez un poco más seria—, te lo prometo.
Quería actuar como si todo estuviera bajo control para no preocuparlo, y mucho menos molestarlo. Pero ambos éramos conscientes de que no me encontraba bien, que había tomado demasiado y que Brett detestaba que hiciera espectáculos en una fiesta, justo como ahora.
Me tense un poco pensando en que quizás él se encontraba molesto por lo ocurrido, pero el solo se limitó a suspirar y abrazarme por un momento, dude tanto en corresponder ese abrazo porque realmente no sabía lo que le pasaba por su cabeza.
—Mejor subimos y hablamos tranquilos allá arriba, ¿te parece? —Se separó un momento de mi a lo asentí un poco—. No quiero que la gente nos vea.
Lo último me había sonado muy extraño, aun así, decidí subir las escaleras evitando caerme con él. Al llegar a su habitación decidí descansar sobre la cama, Brett me ayudó a acostarme y sentía como mi mundo daba vueltas en ese momento.
Pase mis manos por mis ojos unos momentos para luego mirarlo algo soñolienta.
—No me puedo quedar hoy. —Comente al ver que iba desatando las trenzas de mis converse.
—Tranquila, sabes que tus padres no tienen problema que te quedes aquí, además es muy tarde.
Por un momento acarició mis pies a lo que me hizo cosquillas rápidamente, Brett se rió un poco dejando un beso sobre mis labios al cual yo se lo devolví rápidamente, hasta que finalmente él se acercó plantando un beso más profundo en mis labios.
Le correspondí el beso al instante sin estar consciente, aun así no me detuve y lo continué, pero lo detuve al sentir su mano pasar por debajo de mi vestido. Me separe quitando su mano rápidamente. Hacer este tipo de cosas cuando alguno de los dos estaba ebrio no me gustaba, lo consideraba como un abuso para la otra persona.
—No, Brett. —Negué un momento alejándome un poco de él—. No quiero que sea así, lo sabes y…
Por un momento la incomodidad llegó a mi cuerpo, como si tuviera la necesidad de alejarme de él. Pero, el, al contrario, me veía con sus ojos entornados con mucha curiosidad por lo que acababa de decir.
Pero aun así al principio no dijo nada, solo se limitó a regalarme besos cortos hasta bajar a mi cuello y empezarlo a besar de igual. Me sentí asqueada en ese momento porque sentía que no podía hacer nada para detenerlo.
—Brett, es en serio.
—Es solo por hoy, Kia. —Comentó separándose por un momento de mi cuello.
—Pero yo no quiero.
Fui cruda al decir mis palabras, y aquello pareció molestarle lo suficiente como para colocarse sobre mí agarrando mis manos con una fuerza que claramente yo no podía controlar. Mis ganas de llorar entraron en ese preciso momento, aun así, intente resistir a llorar al frente de él e intentar hacerme fuerte.
—¿Y entonces cuándo, Kiara? Nunca quieres o nunca puedes, para eso eres mi novia, ¿no? —Apretó aún más su agarre al darse cuenta que intentaba moverme— Bueno, deberías de complacerme si no quieres que te deje.
Entonces mientras le rogaba que me dejaba empezó a besarme con brusquedad, pero yo no podía hacer nada, porque él era más fuerte que yo y todo lo que hiciera iba a ser nulo para poder salir de ahí.
Ese día me sentí tan asqueada conmigo misma, me recordaba una y mil veces que no sabía qué clase de persona era Brett Adams, y aunque estuve con él por un tiempo, realmente nunca lo llegué a conocer del todo bien. Y me odie mucho por traerle cariño en tan poco tiempo.
Editado: 21.02.2025