La semana pasa con altibajos, poco cambia la rutina de María de la Luz; en un país peligroso es necesario siempre tener una rutina establecida para poder sobrevivir.
El fin de semana llega y con ello la presentación que tendrá que hacer María de la Luz junto al Mariachi, en un pueblo que queda a una hora de distancia.
La joven cantante inquieta y temerosa ve el reloj y nota que es tarde, con paso lento va a poner agua para bañarse, alista el traje de charra blanca. María de la Luz camina impaciente por la habitación donde duerme, y mira todos los escondites para saber cuánto dinero tiene y así no ir, pero al contar los ahorros, apenas tiene 200 pesos. Truena los dedos en señal de nerviosismo. Con respiraciones profundas trata de calmar la mente. Algo dentro de ella le indica que no vaya.
–¡El agua para bañarse está caliente! –gritó uno de sus hermanos.
María de la Luz se sienta en la cama intranquila y como si fuera un mantra para seguir se repite: «¡Tienes que hacerlo!» Prepara la ropa interior que se pondrá y sin más opción se mete a bañar. Al salir de la ducha su madre se la queda viendo, María de la Luz agacha la mirada, no quiere pelear antes de partir a aquel lugar, al cual no quiere ir.
En la cama ya está lista una blusa blanca de seda que dejó su madre y junto a la prenda, el traje de charra blanca.
Al terminar de vestirse inicia con el peinado que ayudará que el sombrero charro no caiga en el escenario. Viéndose a un espejo se hace una coleta con el cabello, para ponerse el sombrero blanco que hace juego con el traje charro. Su madre sobria, la mira detenidamente desde el umbral de la puerta del cuarto y como si nada le pregunta:
–¿A qué hora vas a tener tu presentación?
María de la Luz trata de buscar las palabras que no la hagan enojar, y sin afán de discutir le contesta temerosa y cortante:
–A las 7 de la noche, mamá.
Su madre al escuchar aquellas palabras se retira para que María de la Luz termine de prepararse.
El reloj marca las 5:30 de la tarde. Ataviada María de la Luz, con el traje de charra y sombrero en mano, su madre la ve sorprendida. Los ojos de aquella madre se llenan de orgullo, aunque no lo dice abiertamente.
Con una pista que pone en la grabadora, María de la Luz empieza a cantar enfrente del espejo para así alistar su voz. Los talentos son visibles en la joven, pocas mujeres pueden presumir, el poder bailar con elegancia y cantar como un ruiseñor al mismo tiempo con eficiencia.
A las afueras de la casa el motor de una camioneta se escucha llegar y poco tiempo después una compañera del Mariachi toca a la puerta, para saber si está lista la voz principal que ha hecho que el Mariachi 2021, sea reconocido a lo largo de todo el estado de Chihuahua.
La madre de la joven prodigio atiende a aquella señorita, que también va vestida con un traje de charra, pero éste, es negro.
Algo nerviosa María de la Luz suspira fuerte y se despide de su mamá, pero aquella señora sin señales de alcohol, la sujeta de la mano y la lleva frente de ella y la mira detenidamente. Con algunas lágrimas que se forman en sus ojos, le besa la mejilla y le pide que se cuide, que no se exponga a ningún peligro innecesario. Sin poder detenerla más, suelta la mano de su primogénita para que se vaya.
María de la Luz ve extrañada a su madre, quien jamás le había dicho algo así. La voz que hay dentro de ella le repite una y otra vez que algo está mal. Pero, sin hacerle caso al presentimiento, toma rumbo junto con el Mariachi hacia la fiesta del pueblo.
Al arribar al pueblo colorido, la verbena popular es grande. Las sonrisas en los rostros de los habitantes son amplias y el ambiente es ameno, donde padres con niños disfrutan de un atardecer espectacular.
Juegos mecánicos funcionan a su máxima capacidad y todos los puestos se ven llenos de personas.
Al dar las 7:30 de la noche sube al escenario el Mariachi 2021, quien abre con la pieza: «El querreque.» Al terminar de tocar la primera melodía, uno de los mariachis con voz potente presenta a María de la Luz:
–Con ustedes la voz más hermosa del norte de México.
Y entre aplausos y ovaciones sube la joven cantante al escenario. Al cesar los aplausos, de inmediato empieza a entonar la canción: «El crucifijo de piedra.» Los presentes se quedan sorprendidos con la voz potente que tiene María de la Luz. Al terminar de interpretar la canción, los espectadores le regalan de nuevo un fuerte aplauso. Ella se sonroja y algunas flores son lanzadas a los pies de la joven.
El público pide entre gritos la canción: «Parranda larga.» Sin demora complace la petición. Con un fuerte grito de su hermosa voz dice:
–¡Arránquese mi Mariachi!
Ellos empiezan a entonar aquella pieza que las personas tanto quieren.
Con lentitud el sol se va ocultando y el manto negro de la noche cubre el cielo. María de la Luz sin hacer caso, sigue con la presentación que terminará aproximadamente a las 9:20 de la noche.
Faltando poco para terminar la presentación, el escenario que se ha imaginado millones de veces María de la Luz se hace realidad.