Ocean

C U A T R O

Entramos al pequeño salón, donde todos estaban reunidos. Lo primero que recibimos al cruzar el umbral fueron un par de miradas curiosas por partes de algunos chicos y chicas, la verdad es que esos gestos no me incomodaron, me sentí igual a las personas que me rodeaban porque la diferencia era que no me juzgaban, solo era nueva en ese lugar, supuse que siempre eran así con los nuevos.

Todos en esa sala eran luchadores, podía ver la esperanza brillar en los ojos de cada persona, se veían confiados y optimistas consigo mismos, todo lo contrario, a mí al principio de esta historia.

Nos unimos a la ronda que se había formado y nos ubicamos al lado de Owain y Kala que nos recibieron con una sonrisa. 

Un nudo de nervios se instaló en mi garganta, no era muy buena hablando en frente de muchas personas, pero por alguna extraña razón me sentía cómoda. 

Mis ojos viajaron por toda la habitación y me percaté de la ausencia de alguien en ese lugar. 

—¿Dónde está Alex? —les pregunté a mis acompañantes. Los tres se encogieron de hombros en respuesta.

Por lo que parecía -o al menos fui la única que lo notó-, Alex, era un niño rebelde. Luego comprendí que él hacia las cosas a su debida manera y sin compañía. A pesar de ser un niño, tenía una forma de ver y comprender las cosas muy diferente a los demás, se expresaba de una manera tan madura que a veces era difícil comprenderlo.

—¿Y su compañero de apoyo? —indagué otra vez en voz baja. Malakai me miro a los ojos.

—No tiene uno, lleva bastante rato aquí, ya sabe cómo manejarse solo —asentí, solo porque no sabía que decirle. Owain se estiró hacia nosotros.

—Le encanta su soledad, es su propia compañía —dijo con una sonrisa.

—No le gusta estar rodeado de muchas personas —agregó Kala.

Vaya que lo conocían bien. Y mi curiosidad picaba por conocerlo un poco más.

—Tenías razón —me dirigí hacia Malakai únicamente  —, son muy diferentes.

Una pequeña sonrisa se asomó por la comisura de sus labios.

—Tenemos nuestras mañas —se encogió de hombros.

—Me di cuenta —afirmé —, ¿no te da miedo dejarlo solo por mucho tiempo? Digo... es solo un niño en silla de ruedas, tal vez pueda lastimarse. 

Él negó con la cabeza, decidido.

—Conoce las reglas, con eso es suficiente.

Nos callamos cuando una chica se puso de pie frente a todos dándonos la bienvenida del día. Al parecer había algunas personas nuevas ya que se presentaron y luego... llegó mi turno de presentarme.

No es momento para mandarte una cagada y quedar en ridículo, Ocean. Solo actúa normal. 

Me repetía a mi misma en mi mente. 

—Me llamo Ocean Kanae y tengo diecinueve años —mi voz no tembló y agradecí por eso. La chica que nos dio la bienvenida, cuyo nombre era Mya me sonrió con extremada dulzura.

—Bienvenida Ocean, nos da gusto tenerte aquí —murmuré un bajo gracias y la ronda continuó con más charlas animadas entre todos. Podía sentir la mirada de Malakai sobre mí, así que me voltee hacia él. Me centre solo en sus ojos.

—Lo hiciste bien —lo miré incrédula.

—Me siento como si estuviera en el kínder —bromeé, soltó una pequeña risa y negó con la cabeza.

—Al principio me sentía igual —admitió en un encogimiento de hombros. 

—¿Hace cuánto trabajas en esto? —le pregunté, ignorando la conversación de los demás.

—En realidad... no lo considero un trabajo —vaciló —. Es... es como mi segundo hogar, llegamos aquí cuando Alex debía hacer rehabilitación.

Le di una mirada confundida. Algo no encajaba bien en mi cabeza.

—¿Hace rehabilitación sin un compañero de apoyo? —okey, puede que le haya hecho demasiadas preguntas ese día, pero la curiosidad me ganaba siempre. 

Los ojos avellana de Malakai adquirieron un ápice de tristeza y algo que no podía descifrar muy bien. ¿Dolor?, ¿frustración? No lo sabía. Maldita sea, debía aprender a cerrar mi bocota. 

—Él no hace rehabilitación —respondió un poco frustrado y cortante, cosa que me sorprendió bastante. Quería volver a preguntar el por qué, pero me mordí la lengua cuando noté que no le agradaba mucho hablar sobre el tema. Así que la mejor opción fue quedarme callada y prestar atención a lo que Mya decía.

Pasaron los minutos mientras todos hablaban entretenidamente, yo por otro lado no dejaba de pensar en las palabras de Malakai, solo.... no entendía nada y de verdad quería hacerlo. Estaba tan sumida en mis propios pensamientos que no note toda la atención que tenía encima.

—¿Ocean? —la voz de Mya me saco de mis pensamientos, para poner toda mi atención en ella.

—¿Sí? —pregunté algo nerviosa, lo cual me hizo sentir una idiota. Ella solo me sonrió un poco.

—Cuéntanos sobre ti —me tensé al instante y mis manos comenzaron a temblar sin razón. Miré hacia todos lados para confirmar que todos estaban mirándome.

—No hay mucho que decir en verdad —murmuré, apartando la mirada. No me gustaba tener la atención de todos. 

—Vamos, no seas tímida —me animó, pero la verdad era que su insistencia me cabreaba cada vez más —. Aquí nadie va a juzgarte, anda. Cuéntanos de ti, o tu familia, anda vamos.

Mi familia...

Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente y mi pecho se contrajo con fuerza por la falta de aire. Intenté tomar una respiración profunda, pero no podía conseguirlo.

No por favor... 

—Necesito salir a.... tomar aire fresco —mascullé jadeante en dirección a Malakai, quien me dio una mirada nerviosa, como si hubiera sabido que algo andaba mal. Sin esperar una respuesta, salí de ahí torpemente hasta el pasillo y me alejé lo más rápido que pude de ese salón.

El pánico se arraigó de mi sistema al no poder conseguir una respiración adecuada, jadeaba asustada en busca de un poco de aire, pero me sentía ahogada.

—Ocean —mi mente no podía intentar descifrar quien era, hasta que vi sus ojos color avellana y supe que era el Sr. Sonrisas —. Hey, calma, solo escúchame, ¿sí?




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