Capitulo 26

Había varios marineros con desgracias, algunos perdieron trabajo, otros fueron estafados mientras que la mayoría sufría por amor. Dentro de todos estos destacaba Alexander quien padecía la mayor desgracia de todas.

El marino estaba recargado sobre la barra de aquel lugar, ahí donde el tabernero estaba más cerca justo para poderle escuchar.

Le estaba compartiendo sus penas aunque aquel hombre no le entendía. Pensaba que las frases “vine desde otro mundo”, “viaje en el tiempo” eran frases de un típico borracho.

A Alexander ya no le preocupaba cuidar sus armas o presencia, su corazón roto le hacía evadir la realidad y sus peligros.

Se la había pasado bebiendo toda la noche pero ni con ese tiempo ni con él alcohol recibido pudo sacar el dolor de su cuerpo.

En la taberna había muchos hombres pero se agregó uno más.

Un hombre con acento inglés y bermudas que había acompañado a Alexander en su viaje; El profesor Gypson.

—¡Lo he buscado por todos lados!—Le dijo en cuanto lo vio.—Ayer desaparecido, ¿Qué está haciendo aquí perdiendo el tiempo?

—Profesor, usted dentro de todos sus cálculos.—Le dijo sin mirarlo, seguía recargado en la barra.—No pudo predecir esto.

El profesor se acercó a él desconsolado. No sabía a qué se refería así que de acercarse para cuestionarlo.

Alexander le contó lo vivido, su redacción no era la mejor pues el alcohol seguía haciendo sus estragos, pero bastó para Gypson entendiera el problema.

Alexander comenzó a llorar nuevamente mientras le contaba. Era una herida sin sanar y con cualquier movimiento le obligaba a sacar todo de nuevo.

—Entiendo, es un desfase en el tiempo.—Comentó desconcertado.—Creo que nos falta mucho por aprender.

—Ya no nos sirve de nada aprender.—Respondió recuperando el aire.—Ella ya no quiere volver a pesar de lo que hice.

El profesional se compadeció de él. No sabía cómo ayudarle y comprender todo el dolor que pudiera sentir. El mismo había visto como se esforzó por llegar hasta ahí y ahora una vez que cumplió su objetivo el destino le decía que no había válido la pena.

Por primera vez decidió tomar, pidió ron al tabernero y se lo tomó para brindar con el marino, lo menos que podía hacer era compartir su dolor.

Con esa angustia el profesor no podía festejar que él mismo había cumplido su objetivo. Llegó a un lugar comprendiendo un fenómeno único del cual empezaba a tener control. Sabía dónde aparecería y cuando, era un gran avance.

Con la información obtenida había podido encajar algunas piezas que le faltaban, pero entendió que no era el momento de compartirlo con él deprimido marino. Sin embargo, por dentro estaba muy contento de haber descifrado el fenómeno al cien por ciento.

—Ahora qué hacemos?—Preguntó el profesor a su decaído amigo.—Faltan dos días para que se cierre el portal.

—No lo sé.—Seguía decaído.—Mi vida ya no tienen sentido en este mundo ni en el otro.

El profesor sintió la gravedad de sus palabras. No era tan sencillo deslindarse de todo por depresión. Si se quedaban ahí mucho tiempo corrían el riesgo de envejecer más rápido comparable a cuando regresarán a su mundo.

Gypson comenzó a realizar ecuaciones con los nuevos datos, las nuevas posibles consecuencias y los beneficios.

Su tranquilidad se vió alterada por un grupo de piratas que se acercaron a ellos con la intención de robar sus armas. De inmediato lo compararon con un soldado y quisieron abusar de él.

Aquellos hombres le lanzaron alcohol en la cara y le pidieron sus armas.

Alexander no luchó para defender lo que llevaba. De hecho, sacó su pistola para dárselas él mismo diciendo que no le importaba nada más.

Los piratas se burlaron de su hombría diciendo que no defendía ni su honor. Uno de ellos le golpeó la cara haciéndolo caer al suelo. Después comenzaron a golpearlo con patadas burlándose de él.

El marino no se defendió, tuvo que ser salvado por su amigo quien sacó su propia arma y disparó al aire.

—¡Aléjense de él o el próximo tiro será había ustedes!—En sus ojos se le veía mucha determinación, algo que impresionó a los agresores.—Esta arma puede disparar más rápido que todos ustedes juntos.

Los piratas se sintieron amenazados al ver el arma. Nadie se quería dar su vida para comprobar sus palabras así que se alejaron.

Cuando los vió lejos de inmediato atendió a su amigo quien estaba lastimado pero no decía nada, simplemente sus lágrimas hablaban por él, la herida que más le dolía era lo vivido con Rut.

Gypson lo cargó para sacarlo de ahí, no confiaba en que fuera un lugar seguro para ellos.

Con mucho trabajo lo recargó en su hombro y lo llevó a rastras hacia afuera.

Una vez hecho esto, buscó un refugio apartado donde los intensos rayos del sol no les molestaran.

El profesor sacó algunos suministros médicos para su amigo. Limpió con alcohol los golpes, suturó la herida en la frente, colocó una pomada y aplicó otros instrumentos de sanción.

En ese momento más que la salud física de su amigo le preocupaba el robo de la armas y más aún el tiempo que quedaba para ir al portal.

—Por favor Alexander reaccioné.—Le suplicaba desesperado.—No podemos seguir perdiendo el tiempo con su depresión y falta de interés. Necesitamos solucionar algunas cosas rápidamente.

El marino estaba consciente y avergonzado por lo que él profesor estaba haciendo por él. Con lo ocurrido recientemente la borrachera se le había bajado, ya solo le quedaban unos pocos malestares pero su mente estaba clara.

El dolor físico y mental seguía presente pero necesitaba comportarse de una mejor manera y él lo sabía.

—Le dije que regresaría hoy en la noche.—Comentó mientras miraba al cielo.—Iré a verla, trataré de convencerla. Si no lo consigo nos vamos. ¿Estaremos a tiempo?