Ocer & Rade / Arce

Capítulo 4: Por nosotros (O&R)

Emma

Sabía que le había hecho daño, lo sabía y me sentía la peor persona del mundo por ello. Jason siempre había sido mi mejor amigo, era verdad que siempre andábamos los tres en grupo pero él, al ser de mi edad, era el más afín a mí y ahora, estaba solo, yo lo había abandonado.

Siempre habíamos sido muy independientes, todos, sin excepción, en el bario. Unos lo habían sido a la fuerza, otros para evadirse…, pero no tenía nada que ver el ir por libre a ver que de repente no cuentas con el apoyo de nadie.

Y dolía, todo aquello dolía, en su momento había dolido como mil infiernos y ahora, dos años más tarde, seguía doliendo igual cuando lo veía o lo recordaba.

Cuando su hermano nos dejó yo no pude evitar sentirme más dolida que en toda mi vida. Jason no tenía culpa pero aún hoy espero que entienda que solo el imaginar seguir allí un momento más me hacía sentir una opresión en el pecho que jamás había sentido. No podía estar cerca de él porque entonces los recuerdos llegaban de nuevo a mi mente como una mala película, algo que has creado y, que por mucho que te esfuerces en hacer desaparecer, ha sido grabado a fuego en tu interior.

Podía haber llorado, podía haber gritado e incluso podía haberle pegado, pero no hice nada de eso. Lo dejé, lo abandoné yo también como la cobarde que era y vi el dolor en sus ojos, más dolor del que yo sentía porque no solo su hermano, del que me había enamorado profundamente, se había largado, sino que ahora yo también lo hacía y él se quedaba completamente solo.

Pueden decir que el amor de una madre lo es todo, pero para quién se ha criado en un barrio como el nuestro una madre solo puede ser dos cosas, un ser despreciable que te ha dado la vida —ya bien por accidente— para usarte en su beneficio, o un ser tan bondadoso que hasta tengas que protegerla tú de los horrores que se viven en este lugar.

La madre de Jason era la segunda, por ello jamás habría podido llenar el vacío que Wesly y yo dejamos todo este tiempo en su vida.

Cada vez que lo veía lo evitaba, me horrorizaba mirarle a los ojos y ver ese dolor, esa pena que brillaba en ellos y saber con certeza que era culpa mía, que yo era la persona que tenía que haberse apoyado en él y dejar que él se poyara en mí y no lo hice. Tan solo huí por el camino más fácil al principio, el que crees que acabará antes con tu sufrimiento pero que, a la larga, acaba siendo tu tortura personal, una que sufres en silencio esperando que los demás no se den cuenta de que están viviendo en un limbo que podría explotarles en la cara en menos de un segundo.

Ahora estaba saliendo con Toby Ritchmor, ganador invicto de las peleas ilegales del lugar, de mucho músculo y muy bien dotado pero poca inteligencia. No sonaba un chico muy acertado, pero quien ha vivido algo así necesita, sea como sea, agarrarse al primer clavo ardiendo que se le pase por delante.

Al saber de lo sucedido, Toby no había tardado ni dos días en consolar a la pobre Emma. Sobra decir cómo acabé con él en mi momento patético de desesperación y ahora eso era lo único que me quedaba. Una relación basada en farsas a la que me agarraba como si me fuera la vida en ello —aunque en cierto modo así era—, era mi punto de control, algo que planeaba, una rutina de la cual sabía todo, todo lo que iba a pasar a cada momento y eso me tranquilizaba y me irritaba a la vez. Me irritaba porque con cada detalle realizado de forma tan mecánica me venían a la mente todo esos recuerdos de momento imprevisibles en los que mi vida era así, imprevisible y me hacía sentir viva.

Ahora era todo lo contrario pero al menos sabía que no acabaría de un modo tan desastroso sin verlo venir, es más, sabía que no acabaría si no era yo la que le ponía fin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Wesly

Me la había imaginado cada una de las noches sola, en su cama llorando por mí y me sentía un mierdas. Ella jamás tendría que haber llorado por mí, jamás. Se merecía ser feliz más que ninguna otra persona en este mundo y yo, después de dos años, estaba dispuesto a dejarla serlo. Iba a salir de su vida, dejar que viviera la vida que, estaba seguro, había rehecho y no arrastrarla conmigo de nuevo a mi infierno personal. Sin embargo, tampoco podía dejar las cosas así, había acabado de forma muy precipitada y, aunque no quería buscarla, iba a hacerlo tan solo para darle una explicación y sobre todo, la disculpa que se merecía.



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En el texto hay: romance, historias, cortas

Editado: 31.05.2019

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