Era un día especial para mí, faltaba cerca de una semana después de lo sucedido hace cuatro años atrás, lo extrañaba y mucho, extrañaba verlo en las mañanas y tener nuestras típicas peleas.
Mi nombre es Oliver Schmidt y tengo dieciséis años, vivo en Londres, Inglaterra, hace cuatro años desapareció mi hermano mayor Dallas Schmidt, recuerdo ese día como si fuese ayer, ese día que me marco la vida para siempre:
"Era un veintiuno de mayo del dos mil once, el día anterior habíamos pasado mi hermano y yo juntos todo el día, al salir de clases me llevo al cine y a comprar unas cosas, esa noche iríamos a una fiesta de una amiga de él, al día siguiente había clases, así que al despertar teníamos una resaca fuerte.
Nuestros padres habían salido a trabajar y como siempre nos dejaban a nuestra convicción, mi hermano se había comportado muy raro últimamente, había estado hablando con alguien en secreto, no sabía quién era exactamente aunque tenía mis sospechas.
Él se había quedado dormido, así que decidí levantarlo para que no llegáramos tarde a nuestras clases, debido a que ese día tenía una prueba de literatura y él una de trigonometría.
—Dallas, levántate que ya vamos tarde— le dije mientras le abría las cortinas para que entrará un poco de luz y el perezoso se levantase de una vez por todas.
—¡No quiero!— Exclamó al ver la luz del día inundando el gran cuarto en el que nos encontrábamos, era muy amplio y acogedor a la vez.
—Dallas tenemos que ir ya al instituto que tengo prueba y vos también —le recordé a lo que este solo me ignoró y siguió durmiendo como si nada pasase.
Con desesperación bajé hacia la cocina y abrí el grifo, tome un vaso y lo llené de agua, no podía creer lo que me hacía hacer mi hermano mayor para hacerlo ir al instituto, al terminar de llenar el vaso subí cuidadosamente pero a la vez traté de ser lo más rápido posible para llegar a su cuarto y tirarle el agua a lo que esté soltó una maldición.
—¡Por la gran puta Oliver Schmidt! ¿¡Qué mierdas acabas de hacer!?— Me gritó mientras se levantaba de la cama e iba al baño para poder hallar una toalla y secarse de mal humor.
—Sólo te levanto para ir al instituto, algún día me lo agradecerás idiota— le respondí, mientras salía con una sonrisa triunfante de su cuarto y bajaba de nuevo a la cocina pero esta vez para desayunar, abrí la refrigeradora y saqué la leche y el cereal de la estantería, agarré un plato hondo y dejé ir la leche y el cereal con un poco de prisa, tenía quince minutos para comer y llegar al instituto antes de que empezará el examen.
Al terminar de desayunar me preocupe al ver que él no bajaba y subí otra vez a su cuarto pero esta vez no estaba dormido en su cama sino que cambiándose.
—¡Apúrate que faltan diez minutos para que podamos llegar a tiempo!—le advertí mostrándole la hora en mi reloj, a lo que este solo asintió sin mucha atención.
—Salí primero, yo te sigo y nos encontramos en el descanso— Ordenó mientras se ponía aún sus pantalones y elegía una camisa para ponerse, sólo alguien como Dallas Schmidt podía importarle un comino una prueba tan importante como las de está semana.
—Ok, está bien te veo en el descanso— le dije saliendo corriendo en dirección hacia el instituto, fue el peor error que pude cometer en mi vida, un error del cual me arrepentiría toda mi existencia, por la cual llegaría a odiarme.
Salí corriendo de mi casa en dirección hacia el instituto que no quedaba muy lejos de dónde vivíamos, crucé unas tres calles y en menos de cinco minutos había llegado a la calle dónde quedaba.
Dentro de mí había algo que me decía que debí quedarme con mi hermano, pero decidí no hacerle caso y seguir hasta entrar a clases y para poder realizar la prueba que valía el cuarenta por ciento de la nota del período.
Mientras me encontraba sentado en el salón ya con la prueba tuve un fuerte dolor de cabeza, un "ataque" o "alucinación" como quieran llamarlo, mis manos temblaban y todo me daba vuelta, hasta que perdí de vista la prueba, viendo dentro de mi mente a mi hermano peleando contra algo o alguien, no podía distinguir mucho la criatura que se encontraba con mi hermano en la casa, todo fue muy rápido, ellos hablaban en una especie de lengua extraña que no reconocí hasta que el recuerdo se disipo pero no así mi angustia, la cual se acrecentó con el pasar del tiempo.
Intenté contactarlo al salir de la prueba pero se estaba cumpliendo lo que más temía, me mandaba a buzón de voz, lo llamé unas nueve veces más con el mismo resultado y al preguntar por él en su salón todos me dijeron que no había llegado.
Estaba pensando lo peor y eso me angustiaba mucho más, al terminar el descanso salí corriendo hacia nuestra casa, no me importaba que el director me mandará a citar, lo único que se encontraba en mi mente era mi hermano, se sintió tan real esa confrontación, corrí lo más rápido que pude haciendo que un auto casi me atropellé, un dolor de cabeza mucho más fuerte se hizo presente, vidrios rotos al rededor de la calle junto con sangre vi en mi mente, para después mover la cabeza en forma de negación tratando de sacar esas imágenes y volver a correr, al llegar vi que la puerta de la entrada estaba abierta.