Octógora: La Legión de los Caídos.

2. Pasados Presentes

"No importa donde estés siempre te recordare 

                                                                                  nunca te olvidare como te lo prometí"

Mi mente se encontraba viajando en el maravilloso pasado, un mundo en el cual me encanta vivir últimamente, desde ayer estaba recordando mucho ese día en el que lo perdí, mis padres estaban de viaje de negocios en Sydney, Australia. Así que pude desahogarme en mi casa, me sentía vacío, por más que trataba de olvidarle, no podía, me era imposible olvidar que fuer mi culpa no haber encontrado a mi hermano, no haberme quedado con él en casa ese día. 

No importaba todo lo que había logrado en estos años, no sabes nunca lo que tienes hasta que lo pierdes, por eso hay que cuidarlo, hay que vivir el momento y dejar de preocuparse tanto por todo.

—¡Oliver Schmidt pone atención de una vez por todas!— me decía Taylor Farrell, por quinta vez en la clase, ella se había convertido en una verdadera amiga después de lo que pasó hace cuatro años, ahora estábamos en la clase de Literatura, no tenía muchas ganas de verme con la maestra, siempre se la pasaba regañano a quien llegase tarde. 

Mis ojos no parecían captar nada de lo que aquella mujer de complexión delgada y cabellos azules como el mismo cielo escribía en la pizarra que teníamos enfrente, esa mujer era la maestra más joven y extravagante que teníamos en la escuela y por ende también la que más le llovían problemas pero aún asi era de las más estrictas que teníamos. 

—¡Me voy a dar a Scarlett Jhonson! — me seguía intentando captar la atención pero no lo haría estaba demasiado metido en mis pensamientos para hacerle caso sobre que ella se iba a dar a mi novia.

Mi mente trataba de recordar el auto y la sangre, los gritos de afuera, seguía pensando que quizás podría estar vivo en algún lugar, quería seguir creyendo de que había esperanza alguna cuando todo estaba perdido, quería volver a creer en cosas que eran imposibles, por dentro, en lo más profundo de mi corazón yo sabía que hay que tener esperanzas, por más que los demás lo den por perdido, yo no lo haré o al menos eso pienso hasta que mis dos mejores amigos me hacen una visita todos los años y me hacen olvidar cualquier cosa que tenga que ver con ese día, él no lo sabe con muchos detalles pero sabe que es algo que me pasó hace mucho tiempo y aún me afecta mucho. 

—¡Por la gran puta Oliver Alexander Schmidt Atzin hazme caso!— me gritó a lo que por primera vez en la media hora que llevaba tratando de llamar mi atención lo hice, achiné los ojos y la mire con mi mejor cara de odio que pude hacer en esos momentos.

—¡¿Cómo te has atrevido a llamarme!?— le dije retándola, odiaba que dijeran mi nombre completo porque no me gustaba, simplemente lo odiaba.— ¡Taylor Joan Farrell Heatherton!— le dije como venganza ambos odiábamos nuestros nombres completos.

—¿¡Cómo pudiste!?— me miro con cara de odio y la mantuvimos hasta que la maestra se dio cuenta que no le poníamos atención y se nos quedo viendo a lo que Austin se despertó de su siesta de la tarde y miraba expectante junto a todos los demás presentes en clase. 

Genial, la profesora Kloss de seguro nos mandaba a dar unas diez vueltas por la cancha de basketball, era mejor eso que ser llevados a la oficina de subdirección, pasar una hora completa en aquel lugar de la mala muerte solo para que un anciano te diga un sermón de otras tres horas sobre los griegos y su sociedad tan compleja, nuestro futuro y la decadente sociedad en la que vivimos. Definitivamente prefiero bajar dos kilos corriendo bajo el sol y tener un bronceado con el poco sol que hay en Londres que todo aquello. 

Los demás parecen haberse despertado para ver el show de la hora, el rumor de lo que hablarán hasta que se duerman hoy y mañana salga algo nuevo y mejor. 

—¿Cómo pudo qué? Señorita Joan— le reto la profesora al oírla gritar mientras explicaba su clase, sus cabellos azules ahora ya no nos daba la espalda y sus ojos verdes nos veían expectantes para una explicación razonable que bien sabía, no poseíamos en absoluto. 

Taylor con mucha pena y con la cara roja pero con sus ojos llenos de odio hacia mi persona se levantó de su asiento para poder responderle bien y quizás así bajar las vueltas que tendría que hacer hasta la cancha, que hermoso es tocar en un aula del último psio de un edificio de cinco pisos. ¿Acaso no creen que lo hicieron a próposito? Recuerdo que en uno de todos estos salones estudió mi hermano antes de desaparecer. 

—Nada profesora Kloss— le respondió a lo que calló de inmediato y se volvió a sentar sin quitar esa mirada, de seguro eso sería un regaño y gritos cuando salgamos de clases. 

Todos los demás mantenían una fuerte mirada sobre nosotros dos, de seguro siguen con los rumores de que Taylor y yo estamos saliendo a pesar de que yo mantengo una relación con otra chica, aunque eso no es de mucha importancia, tampoco es como que tengo sentimientos hacia esa chica ni ella hacia mí, fue un trato hace mucho tiempo, algo solamente para conseguir beneficios propios. Además, nunca me metería con la más deseada de todo el año, la que se ha acostado con más chicos y aún así no posee ese título de la más "perra" del año, creo que es debido a que muchas le tienen miedo. 




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