Octógora: La Legión de los Caídos.

4. La Fiesta de los hermanos White.

"Los cielos y la tierra se arrodillarán ante su llegada, la llegada de ambos no será inadvertida, desde el más rico hasta el más pobre, desde oriente hasta occidente, serán testigos de los legendarios hermanos." 

Ambos estábamos preocupados pero no lo demostrábamos abiertamente, habíamos llegado al club desde hace como una hora y Taylor se encontraba desesperada a que llegarán Scarlett con su primo mientras que yo solo esperaba hallarme a Ann Collins.

El club estaba lleno y teníamos la preocupación de que no dejarán pasar a Scarlett y su primo que ha sido la única razón por la que me encuentre aquí y no en la fiesta de los hermanos White, además de Ann, pero se me hacía que sólo fue una mentira de Taylor para que aceptara venir con ella.

Nos encontrábamos sentados en una butaca cerca de la pista de baile, había varias personas bailando muy pegado mientras sonaba a todo volumen "Gold Skies" ya habíamos tomado unas tres cervezas y un whisky en la espera.

Mi mente no me dejaba tranquilo al saber que habíamos dejado sólo a Oliver, al asecho de los oscuros que sabían dónde se encontraban.

— Mierda, Scarlett dice que ya está afuera pero el estúpido del guardia no lo deja pasar — Maldijo ella mientras tomaba un sorbo de su whisky, otra vez. 

Este sería el primero de muchos que tomaría ella esta noche. 

Después de más de dos horas en el maldito almacén encontramos el bendito vestido que tanto andaba buscando en su talla, solo después de que ella hiciera un berrinche, amenazara a la encargada y dijera que nadie sabía quien en verdad era ella y lo que podía hacerles, así que terminaron por confeccionarle uno ellos.

Habíamos ido a su casa para que maquillará y se arreglará después de aquello, creo que nunca volveré a pasarme por ahí de tanta pena que me da que me reconozcan los empleados y les recuerde a la chica que hizo un escándalo por toda la tienda, solo por un vestido.  Un vestido que solo utilizaría una noche y después acabaría al fondo del armario al igual que los demás. 

Andaba ese vestido azul oscuro corto con un encaje de corazón, en la cintura llevaba un diseño de líneas color dorado, llevaba unos tacones del mismo color del vestido de terciopelo, y se había pintado los labios de un azul oscuro.

—Cuide su lenguaje "Miss blue"  —le digo molestando respecto a que se había vestido totalmente de azul incluyendo su pelo pintado de un azul eléctrico que la distinguía siempre de las demás. 

Rodó los ojos ante mi aniñado apodo y volvió a tomar otro sorbo de su amado alcohol. Sonreí y dejé de lado mi celular para poder hablar un rato con ella, quien ya estaba comenzando a emborracharse, nunca ha tenido tan buena resistencia a las bebidas. 

—¡Deja de llamarme así! Mejor ríete de tu atuendo— me dijo señalando como iba vestido.

Deje salir a relucir una carcajada por lo que me decía, la música iba poniéndose cada vez más y más alto, hasta que se hizo un poco más difícil tener una conversación entre nosotros sin ponernos a gritar, la canción que ahora habían puesto era una en español, por lo que no entendía casi nada de lo que hablaba, pero tenía un ritmo muy pegadizo. 

—Si yo voy vestido como persona normal, no como la reina del hielo— le dije burlándome más, sin poder contener la risa que me estaba causando el alcohol.

Tampoco es que sea muy resisten a la bebida, pero si lo soy más que ella. 

—¡Así claro! Señor geordie shore— me dijo riendo ella está vez.

—¡Hey! ¡No ando vestido como uno de esos metrosexuales!— le dije haciéndome el enojado pero no pude contener la risa otra vez.  

Detrás de nosotros entonces pude divisar que venía llegando nuestra cita, o bueno, la cita de Taylor Farrell, el nombre que había adoptado cuando vinimos al mundo de los humanos. 

—¡Al fin! Lo siento pero el idiota del de seguridad no nos quería dejar pasar, estúpidos de mierda— maldijo Scarlett quién llego luego de unos cinco minutos intentando divisarnos entre la masa de personas amasándose entre sí, en lo que se supone era la pista de baile. 

Llegó a sentarse a nuestra mesa junto con su primo Mason Jhonson, la gran cita y víctima de está noche para Taylor, de quien había estado hablando toda la semana y por quien tuve que pasar esa gran pena del vestido azul en el almacén. 

Más le vale que valga la pena porque sino yo mismo llevaré a Taylor a ese mismo almacén de ropa para devolver el vestido. Taylor no dejo de mirarlo por un segundo en cuanto entro a su campo de visión, ella era así siempre que se encontraba a un chico que le gustara pero nunca se enamoraba.

Había aprendido que los mundanos, los infieles, los hombres creados en este mundo no eran de fiar para el amor, ni ellos ni nosotros los que manipulamos los elementos. Mi mirada desde ese momento se concentró en buscar a Ann, no me importaba dejar sola a Scarlett pues ella siempre se iba buscar a chicos solteros con quienes bailar y entretenerse. 




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