Octógora: La Legión de los Caídos.

11. Un día en el olvido.

La vida muchas veces te pone retos, pruebas a lo largo de toda nuestra existencia, dicen que se supone que es para ser más fuertes, pues lo que no te mata, te hace más fuerte. Pero.... ¿Qué sino fuera así? Que pasa cuando no te mata, pero no te hace más fuerte, sino quizás, más débil. 

Así me sentía yo, me sentía a punto de caerme, de caer al fondo de un pozo del cual tardaría mucho en volver a salir y lograr levantarme, tenía mucho miedo de todo esto, no estaba listo, solo quería volver a ser el mismo chico inseguro que soñaba con qué su hermano seguía vivo en algún lugar de este planeta. 

Estos días habían sido muy difíciles, venían noticias de la otra ciudad, al parecer Dallas había incitado a una revolución en contra de los oscuros, había acusado de traición a mis amigos, y otras personas que no conocía. 

Había ordenado el cierre del templo a Tezcatlipoca y Mictlantecuhtli, cualquier persona que ofrendase u adorase a estos dioses sería acusado de traición e iría a la horca, los sacerdotes y personas que mantenían estos lugares fueron llevados a la cárcel y serían enjuiciados. 

Todo era un caos, en tan sólo dos días esa ciudad estaba derrumbada, las personas vivían con miedo, uno de los hermanos, el hermano mayor de la leyenda estaba vivo y gobernando su ciudad. 

   — ¿Estás bien? — Me preguntó Liam. 

Desde que llegué me ah ayudado a recordar todo, a veces tengo lagunas mentales en dónde recuerdo algunas escenas de lo que supone que viví en el pasado, mis amigos siguen en la cárcel pero no se quejan, no los tratan tan mal como a otros, el padre de Liam, sigue fuera del reino, al parecer está planeando una redada para que no entren ni pasen personas de la gran ciudad al reino. 

Ellos creen que hay espías aquí de parte de la Gran Ciudad, y no quieren que nadie salga o entre de los límites del acuerdo hecho hace año, nadie puede cruzar la legión de los Caídos. 

   — Si, estoy mejor, gracias en serio Liam — Le agradecí. 

Él era lo único que se podía decir tenía, a pesar de que Holden y Farrell estaban aquí, no podía verlos todo el tiempo por ordenes reales, además ya había levantado demasiadas sospechas el que se me dejara pasar y hablar con prisioneros. 

Chelsea es otro de los problemas que tengo aquí, esa tipa solo quiere hacerme la vida imposible, todo lo que hago lo crítica y me pasa acusando de que quiero escapar, no entiendo en nada a está chica, cuando estábamos en Londres parecía ser todo lo contrario.  

Ella siempre se la pasaba coqueteando y tratando de entablar conversación conmigo, parecía que yo le atraía en serio, que de verdad ella quería tenerme aunque sea solo en la cama, pero ahora solo me aborrece. 

   — Ya te dije que me digas mi verdadero nombre, no me acostumbro mucho a que me llamen por mi nombre infiel — Pidió el chico de cabellos castaños. 

— Pero yo no entiendo su lengua esa toda rara, se me es difícil pronunciar tu nombre — Me defendí. 

Aunque sea aquí podían hablar español o inglés,  aunque no faltaba quién me hablaba solo en su lengua, odiaba eso, pero seguía siendo muy difícil el que aprendiera su idioma, no entendía para nada varias palabras y Liam se negaba a enseñarme,pero Quetzalli siempre me ayudaba con unas clases informales para entender lo más básico, aunque este decía que eso lo tenía que recordar por mi mismo, ,si él me ayudaba haría retroceder mis recuerdos o algo así le entendí luego de que me explicará una complicada teoría sobre los recuerdos y demás cosas. 

— Ya te dije, es fácil — Apelaba él. 

Se supone que hoy saldríamos a ver algo relacionado con mis poderes, estaba ansioso, no lo negaré, pues hace tiempo que no salgo de este palacio, quería salir a respirar aire de mi mundo, quería salir y estar un rato en Londres, por sus ruidosas calles,  con sus grandes tiendas, con su vida cosmopolita, deseaba volver  a esa vida de infiel como le llaman ellos. 

Tratan siempre a los humanos como seres que se dejan guiar demasiado por sus sentimientos y cierto deseo primitivo o salvaje, yo siento que somos iguales, lo único que nos diferencia de ellos es que nosotros poseemos poder sobre cierto elemento de la naturaleza. 

   — Y yo te recuerdo que nunca fui bueno con los idiomas, incluso apenas y aprobé Literatura — Recordé. 

Extrañaba la escuela, aunque suene raro viniendo de mí, extrañaba ver a mis amigos todas las mañanas y aburrirme en clases, molestar a mis compañeros de clase, hacerle burla a los maestros y varias travesuras. 

Extrañaba esos almuerzos en los cuales nos escapábamos del comedor del instituto e íbamos al centro a comprar comida, luego nos estábamos un rato molestando en un parque cercano o veíamos una película en un cine cercano, después acompañábamos a Taylor a las tiendas para comprar algo. 




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