"La verdad cada vez está más cerca de descubrirse
cuando la sepa todo será distinto
los que pensaba que eran sus enemigos son sus aliados
y los que pensaba que eran sus aliados serán sus enemigos
del que menos pienses que lo hará
ese sera el traidor que te entregará"
Me sentía mal, quería llorar, no quería verlo a los ojos ni a él ni a la zorra de esa mujer, tenía una sonrisa de autosuficiencia cuando me saludó frente a su esposo, le detestaba ¿Cómo podía verle la cara a su marido cuando se revolcaba con un muchacho doce años menor que ella?
Me daba asco, un gran remolino de sentimientos me atropellaba todo el cuerpo y debía de controlarme, aunque le hubiera dicho a Holden que no me importaba lo que decía la carta en la cual se hablaba sobre su amorío secreto todo era una vil mentira, me había roto las pocas fuerzas que aún tenía.
No había dejado de amarle nunca, aún tenía las esperanzas de poder reconciliarnos pero esto llegó para matar mis esperanzas, algunas hojas de una gran ceiba que se encontraba frente a la gran escuela caían por acción del viento, últimamente habían sucedido cosas extrañas en todas las legiones por lo que habían un ligero pánico entre las masas.
Caían dejando un hermoso alfombra verde que se confundía con el pasto que se encontraba bajo la sombra de está, tenía cerca novecientos años de edad y decían que cuando te acercabas al tronco de está podías escuchar su voz, la de una mujer sabía que había vivido hace mucho tiempo, intermediadora entre los dioses y los guardianes una mujer de la cual se creía que era la única sobreviviente del legendario y extinto noveno elemento, quién una noche de fiesta decidió descansar un poco cerca de la plaza, ahí se reunió un gran gentío para escuchar sus grandes historias sobre los espíritus, demonios y dioses, hasta que el sol comenzó a salir, ahí dijo que su momento había llegado pero que ella no podría ir a ninguno de los nueve inframundos o trece cielos, ella había elegido seguir viviendo en forma de una antigua y sabía ceiba, quién se creía era una forma simbólica de la conexión entre el cielo y el Mictlán.
Lo único que deseaba era parar de llorar, poder gritar y desahogarme pero no podía hacerlo, dentro de poco vería a esa perra ser condenada a muerte por alta traición hacia su misión; Tawilmetzti no dudaría en tomar esa decisión luego que se develará su relación secreta que tuvo con el rey del noveno elemento.
Surem se encontraba en esos momentos hablando con los altos cargos del gran consejo de los gobernadores, mientras que Yolotzin estaba en una terraza en el mismo edificio, parecía estar desesperada, como si estuviese esperando a alguien que aún no llegará, el ambiente fuera parecía ser normal, las personas iban y venían como si la guerra y el fin de nuestra raza no estuvieran a la vuelta de la esquina.
Frente a mí se encontraba al cruzar la calle el gran edificio de gobernación, una enorme torre que se construyo hace relativamente poco tiempo, a unos pocos pasos de este se encontraba el gran templo de los dioses, y a su izquierda estaba también el gran mercado de la ciudad, dónde se podía comprar de todo, a unas cuántas cuadras más a la derecha de dicha plaza se hallaba el antiguo palacio del noveno elemento, cuya edificación no había sido tocada desde la masacre en la que murieron los hermanos legendarios.
Necesitaba en verdad un poco de descanso, quizás debería de seguir mi vida de simple infiel, ellos parecen vivir una vida al menos más rutinaria, sin tener que vivir con todo esto en sus hombros, aunque extrañaría poder tener este contacto con la naturaleza, el poder convivir con los animales, con los elementos, es algo que en verdad se me hace difícil pero en estos momentos no quiero volver a saber algo de Dallas o su amante que le duplica la edad.
Estaba furiosa, enojada, quería entrar al edificio y poder gritarle un montón de cosas a esa mujer y luego ir frente a frente con Dallas y decirle todo lo que se merecía, era un maldito, yo le amé incesantemente todos estos años, y ahora me salé con qué tuvo un amorío con otra, ¿Acaso me merezco esto? ¿Tan mala persona eh sido?
Sé que le fui infiel cuando desapareció, me acosté con varios infieles en el mundo terrenal, pero nunca tuve una relación, nunca pasé de algo de una noche, pues se suponía que había muerto, que había desaparecido y ahora que está vivo, tiene a otra, el poder verlo de nuevo, escucharlo, el tan solo imaginármelo con otra mujer me hace sentir tan estúpida e impotente de poder hacer algo en contra de eso, el saber que nunca será mío de nuevo, el saber que es de otra, que su amor nunca más será dirigido hacia mí, todos esos besos, esos te quiero, te amo, sos mi mundo, mi cielo, irán dirigidos para esa perra.
Sin saber en qué momento mis lágrimas dejaron caerse sobre mis mejillas, mis ojos se pusieron de un fino y oscuro color rojos, mi alma esta hecha pedazos, mi corazón estaba destrozado, el viento hacía caer cada vez más hojas en la fina alfombra bajo la sombra de la ceiba, el viento las desprendía, como si fueran pequeñas almas del Tlalocán que caen desde las ramas del gran árbol de la vida.