La elección del Nobel literario cada año no es ajena a la inconformidad del público lector del mundo en los días posteriores a su anuncio. Sin embargo, el ganador de este año (2016) parece estar recibiendo demasiado prontamente un castigo que nos parece más propio de un estadio más avanzado en el devenir de los Nobel: el silencio.
En efecto, aunque no es la regla, muchos de los 113 autores premiados con este galardón entre 1901 y 2016 parecen condenados al silencio y al olvido. Por ello, esta nueva sección de Palabrerías estará dedicada a recordar —al menos brevemente y con objeto de despertar cierto interés— a escritores ganadores del premio Nobel de literatura de los que hace mucho que no escuchas nada, si es que alguna vez lo hiciste.
Nuestro primer Nobel olvidado vivió el furor hace apenas cinco años: Tomas Tranströmer, originario de Estocolmo, cuyo reconocimiento fue otorgado en 2011, aunque tal vez lo último que escuchaste de él fue la noticia de su muerte en marzo de 2015.
Ahora bien, habitualmente se piensa en la edad que tenía el escritor al recibir el premio. En esta sección referiremos, como simple curiosidad, el número de años en que recibió el premio antes de su muerte —cuando sea el caso—. Así pues, Tranströmer recibió el Nobel cuatro años antes de su muerte a la edad de ochenta y tres. La Academia, que al parecer tiene debilidad por expresar sus razones en el espacio de un tuit, expresó así el motivo de su decisión: “Porque a través de sus imágenes condensadas y taslúcidas [Tranströmer] nos da un acceso fresco a la realidad.”
La música es una disciplina fuertemente vinculada con la poesía. Por eso no es sorpresa que Tomas Tranströmer fuese también un talentoso pianista, ocupación que supo compaginar a la perfección con su trayectoria lírica. En su poesía es frecuente encontrar referencias musicales y a compositores que merecían su admiración. En 1990 sufrió un derrame cerebral que paralizó la mitad derecha de su cuerpo y afectó su habla, pero continuó tocando el piano solo con la mano izquierda; llegó a ser concertista a pesar de su discapacidad, y en este ámbito destaca su álbum de 2002 Klangen sager att friheten finns (El sonido es una declaración de libertad). Muchas de sus interpretaciones están disponibles en la red.
También fue un entusiasta de la entomología, al grado de descubrir una especie de escarabajo que ahora lleva por nombre Mordellistena transtroemeriana. Para aquellos que puedan estar interesados, el sonido germánico-escandinavo representado por la ö se escribe en lenguas romances como oe, debido a que la boca se acomoda con la intención de decir o pero al mismo tiempo se pronuncia una e.
Mordellistena transtroemeriana
Tranströmer fue un viajero asiduo, sobre todo en su juventud, en que visitó Islandia, la entonces Yugoslavia, Grecia, Italia, Marruecos, Portugal, España y Egipto.
Casi en seguida de su primera publicación, la antología de título 17 dikter (17 poemas), de 1954, se le comenzó a reconocer como el poeta líder de su generación. La crítica considera que desde ese momento ya estaba consolidado su lenguaje distintivo: metáforas originales y agudas, un misticismo de la naturaleza, musicalidad, rigurosidad en la forma y una dicción natural.
Los títulos de muchas de sus obras hablan por sí mismos sobre la introspección y contemplación de la existencia en las que fue un maestro: Hemligheter på vägen (Secretos a lo largo de la senda), Stigar (Caminos), Sanningsbarriären (La barrera de la verdad), För levande och döda (Para vivos y muertos), etcétera. El hombre fue el poeta, y viceversa: hasta en su página oficial de internet consultar su biografía es consultar su bibliografía. Incursionó también en la poesía en prosa en textos como “Respuesta a una carta” y “La casa azul”.
Fuentes
www.nobelprize.org
tomastranstromer.net