UNA ESTUPIDEZ 

CAPITULO TRES 

Estoy corriendo por los corredores de la universidad para llegar justo a tiempo, me retrasé por unos momentos porque hoy decidí caminar dos cuadras más para calmar mis estúpidos miedos, de todo lo que paso en la mañana. 

Frente de mi hay dos grupos de chicos que platican muy animadamente rodeo a uno, al otro no lo puedo y paso empujando inevitablemente a dos jóvenes al momento de empujarlos los escucho quejarse  

-¡Rayos chica! – dice uno de cabello negro que tiene una camisa de vestir blanca  

-Las clases no se corre – dice su amigo que tiene unos libros en la mano, no logro ver más y solo les grito una disculpa 

Cuando estoy frente a la puerta, paro en seco y respiro profundo para controlar mi respiración jadeante, tomo la perilla de la puerta y no se gira, respiro estoy nerviosa es por eso, lo intento nuevamente y no responde. 

“Bien echo Lucí, hoy veían una nueva técnica de dibujo”, me quedo parada frente la puerta esperando a que alguien salga al baño unos 20 minutos, pero no pasa nada.  No puedo llamar a nadie pues soy una persona que no tiene muchos amigos, sé que no es normal no tener amigos o una mejor amiga en la universidad la única que tengo no se encuentra cerca mío muy a menudo, pero por difícil que parezca lo es, trabajo con los de mi grupo y entregamos las tareas, pero no comparto con nadie, nada más que no sea de la universidad. 

Decido caminar hacia la cafetería, pero esta vez voy lento, no tengo prisa por llegar, los pasillos están completamente vacíos la mayoría de los estudiantes están en clase, eso me tranquiliza la cafetería estará vacía y me hace sentir mejor. Siempre mantengo un bajo perfil en la universidad, no quiero llamar la atención de nadie y eso incluye mi vestimenta hoy llego una sudadera verde, unos jeans negros, botas comando y una mochila colgando de un hombro, mi cabello lo tengo recogido en un moño desordenado, no utilizo maquillaje, eso me asegura que en las obscuras calles por las noches parezca un chico.  

Camino hacia uno de los restaurantes y pido algo para cenar, pues tengo que tener energía para poder bailar las dos rutinas que me corresponden, me entregan mi orden y al darme la vuelta veo una turba de varones que entra en la cafetería, camino rápido y me dirijo a una mesa en el rincón, pongo mi bandeja en la mesa y me subo la capucha a la cabeza para cubrir mi rostro, es necesario que nadie tenga mi cara en su memoria, por mucho tiempo, en los momentos que lo puedo evitar lo hago, cosa que no puedo con mis compañeros de clase porque  debo de compartir con ellos eso es inevitable desde el primer día que estoy estudiando, desde hace cinco meses aquí en la nueva universidad le doy un trago a mi botella de agua y luego pico algo de salsa con un papa frita y me la meto en la boca, repito eso un par de veces y siento que alguien me está observando muy atentamente, sigo evitando la sensación, por unos minutos, ya no lo siento, me siento relajada, pero ahora no solo siento los ojos sobre mi si no que hay alguien sentado frente a mí, en mi mesa, no tengo la intención de ver quién es. 

-Vete – le digo sin mover mi vista de mi comida ni quitarme la capucha  

-Creo que merezco una disculpa – dice la voz varonil 

-¿Por qué me tengo que disculpar? – y me meto una papa en la boca, la trago y continuo - disculpa por lo que sea que te haya hecho – tomo mi bebida y levanto solo un poco el rostro, pero no lo veo y tampoco le muestro mi rostro  

-Es la disculpa más falsa que me han dado en toda mi vida – dijo, muy serio y se acercó a mí, demasiado cerca para mi gusto.  

-Pues no puedo dártela de otra forma pues no sé de qué me debo disculpar – me encogí de hombros y esta vez levante el rostro para verlo y me alejo de él, era el chico al que pase empujando cuando intentaba llegar a clase, trate de no mostrar nada y solo le dije - ¡disculpa! – y le di una media sonrisa y regrese a mi comida  

-Esa sí te la acepto – dijo y regreso a una distancia prudente entre los dos – ¿está interesada en hacer un estudio minucioso de tu comida? 

-No – le respondí, este chico me estaba comenzando a poner de mal humor  

-Bien, entonces ¿porque mantienes la vista baja?  

-No tengo, nada mejor que ver, que mi comida – le levante la vista y lo vi directo a los ojos, el cabello corto es negro, tiene una ligera capa de bellos en el rostro una mandíbula casi cuadrada, no está nada mal, debo decir que cualquier mujer se derretiría por estar frente a dicho espécimen, solo que yo soy de las que aprecio y reconozco, no de las que se dejan deslumbrar por eso – y si no te molesta quisiera comer en silencio, sola – hice énfasis en esa palabra y continúe – y sin ser interrumpida por nadie – me cruzo de brazos sin quitarle la vista, ya con la gorra fuera de mi cabeza. 

-No te han dicho que no es bueno comer sola – soltó y en sus labios se formó una sonrisa no tan pronunciada que hacía que te derritieras 

-Bien, ¿Por qué estás aquí? – me puse sobre mis codos en la mesa mantenido el contacto visual  

-Ya te dije por una disculpa – dijo poniendo sus codos sobre la mesa con una gran sonrisa de galán, era guapo, tés clara, yo no soy la chica que debe estar cerca de alguien como él, me tengo que mantener alejada de cualquiera persona los sentimientos pueden arruinar mi trabajo, y aun cuando lo odiaba tenía que sostener esto por seguridad de mi familia y mía.  

-Ya te dije que lo lamento – con mi mano le hice un ademan para que se fuera  

-Ya te dije que la acepto 

-Perfecto, te puedes retirar – y le di un morisco a mi hamburguesa, pero él no se retiro  

-No – dijo muy serio, cruzo sus brazos sobre su pecho y me vio comer un par de minutos - ¿Cuál es tu nombre? 

-Me reí – el saber mi nombre no va incluido dentro de la disculpa – me vio con los ojos muy abiertos – el conocer mi nombre sería una completa estupidez, chico déjalo, mantén tu vida alejado de las complicaciones – me puse de pie, tome mi mochila y me colgué en el hombro y tome mi bandeja, camine sin mirar atrás y lo tire en el basurero, baje las escaleras para salir de la Universidad.