Oculta

NEGRO

CAPITULO TREINTA Y SIETE

 

Me termino de hacer en el cabello la trenza de lado que sostiene todo mi cabello, doy un suspiro largo y me veo en el espejo zapatos negros de tacón, una falda del mismo color, una blusa de cuello color blanca, mi saco a juego con la falda, me coloco el gorro decido que no es necesario que oscurezca mis ojos con el delineador.

Segundo día de clases que no asistiré, hoy le daremos el último adiós a nuestro compañero caído en la misión de hace dos días.

Me han tenido que administrar un poco de sangre por lo que perdí el día de ayer debo de no hacer movimientos bruscos o golpes como el que recibí por la mañana en mi casa ese día en la pierna cuando cayó un vaso de agua fría unos centímetros arriba de los puntos.

El general no se puso contento cuando se enteró, Erick no se quedaba atrás con el enojo tuve una gran discusión con ambos, la oficina fue de lo más tensa, Alejandro solo me dio una hoja con lo requerido en un proyecto, me dedique hacerlo, salí temprano, pase por su oficina para avisarle y lo único que obtuve fue un “no se preocupe”.

- ¿preparada? – la voz de Erick llega a mis oídos acompañado de un golpe en la puerta, estoy en el baño de su casa

-Vamos – abro la puerta para que me vea

-De todos los uniformes este es el que más odio – dice dándome la mano para que caminemos juntos, la tomo, el dolor en mi pecho de que mi compañero hayan muerto en algo que yo organice crece a cada instante

-Bueno yo lo que odio es que lo estamos usando por mi culpa – el no contemplar un contrataque de esos bandidos provoco la caída de mi amigo y compañero.

-No es tu culpa, eso forma parte de nuestra realidad, todos los días, cada día – me toma de la mano, no lo soporto y alejo de mi mano de su agarre

-No lo hagas Erick – niego con la cabeza – tenemos una tregua, no volvamos a cruzar esa línea, nos vamos hacer mucho daño – bajo la cabeza ante sus ojos, no soy capaz de dar algo como lo que él quiere de regreso.

-¡Algún día me perdonaras! – no es una pregunta, es más como una suplica

-Eso – muevo la cabeza para alejar los recuerdos – me dolió Erick no te puedes imaginar cuando, ahora solo es algo que no quiero …

- Entonces está claro – su voz es dura – no me vas a perdonar

-No, no eso está olvidado – murmuro al tiempo que coloco mis manos en sus brazos – perdonado, es algo que no puedo explicar, tengo muchas complicaciones en mi vida, no puedo con todo

-Déjame ayudarte, permíteme que sea tu …

-Hoy no es un día para hablar de eso, yo empecé, pero dejemos que mejor lo diga el tiempo – avanzo, dando dos pasos al frente sin ver hacia él, lo espero – tal vez no sea lo que quieres escuchar, eres alguien importante en mi vida no tengo un título con el cual nombrarte el tiempo será quien me ayude

-Puedo vivir con eso – dice frente a mí, quita mi gorro y deposita un beso en mi frente – debemos de irnos o llegaremos tarde

***

El señor gruñón es la molestia más grande de esto cuatro días, solo deja ordenes, una y otra vez por escrito, los posits que deja pegados en cada parte de los planos hace que me dé migraña y no creo que eso se cause por ver tantas letras en mayúsculas escritas a mano, no se ha dignado en dirigirme una sola palabra, no me entrega a mí los cambios, se los deja a Damaris, al parecer está molesto porque lo mande al diablo cuando le reclamo a Erick el no cuidarme. Reviso con detalle los cambios solicitados.

Puedo vivir con un jefe mandón, mi primer comandante al llegar a la academia tenía un genio peor que el de Alejandro, casi va a ser hora de almuerzo y yo no he pedido su comida, doy un suspiro alejándome de la mesa, reviso el menú viendo que platillo pedir, gracias al cielo me atiende de inmediato diciendo que el único inconveniente es que no lo pueden enviar, me tocara ir por el pedido.

Pido un taxi, la aplicación me avisa que llegara en menos de tres minutos, tomo mis cosas salgo a traerlo, esto es un cambio por lo general lo traen y yo no tengo que complicarme la vida en ese proceso, mi hora de almuerzo se ha dañado por el día de hoy comparare comida me enfada no poder ir a ver a mi mamá y hermanos en esta comida.

En el taxi aviso que no llegare para no preocuparlos, le pido al señor que me espere que no me demoro acepta, entro directo al área de entregas del lugar, pido una porción de comida, no tan grande como la de mi jefe.

Le agradezco al caballero por atender mi pedido muy rápido, veo que intenta hablar conmigo un par de veces, no le proporcionó atención en lo que dice o hace frente a mí, tengo los ojos puestos en mi celular mensajes que necesito revisar respecto a los pocos avances que han tenido, las niñas no dicen una palabra, no mencionan nada de lo que les ocurrió en ese lugar o que cosas las obligaron hacer, es frustrante no avanzar, después de todo pensé que ese sería el punto clave de la investigación que obtendríamos algo de lo cual “nada” es la palabra recurrente en estos lugares.

Lo recibo, sin prestar mucha atención a lo que hablo dándome cada uno de los paquetes, muevo mi boca para recitar una “gracias y está bien”, el regreso es más rápido, Damaris me da la bienvenida con una nota en la mano, la veo agitar el papel blanco – otros arreglos – hablo.




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