Oculta

ME GUSTAS

 

ALEJANDRO

Veo que Lucía se encuentra frente a la fotografía que nos tomamos antes de que mi hermano fuera a la academia, la ve con mucha atención y después de una evaluación que dura el tiempo suficiente para estar frente a una fotografía, escucho una maldición de su parte, me quedo viéndola con mayor atención, no logro distinguir sus acciones. Da dos pasos hacia atrás y con la intención de salir corriendo al hacerlo nos vemos y le pregunto.

-¿Qué sucede Lucia? – en sus ojos hay miedo y un poco de preocupación - ¿Qué te pasa?

-Nada – hace un gesto y se toca el hombro – olvide algo – señala la puerta – es mejor que me vaya, gracias por tu ayuda – dirige sus pies con rumbo a la salida, algo raro cruza su rostro al verme y luego desaparece – me debo ir – como ya está avanzando sin que entienda algo

-¿Lucía? – la llamo, me debe una explicación, y no voy a descansar hasta que se justifique - ¿Qué paso?

-Nada, nada – la tengo sujeta del brazo para evitar que siga caminando – olvide algo y… - su intento de mentira hace que me hierva la sangre, ¿Cómo se atreve a verme a los ojos cuando sabe que es mentira?

-¿olvidaste algo viendo la fotografía de mi hermano, mi abuelo y yo? – en su rostro se instala una expresión de miedo una que no logro comprender ¿Qué le sucede?

-¡Alejandro!, no – hace una pausa en un evidente esfuerzo por hacer que su miedo mengue - no, solo que me debo ir, es cierto - la observo con mucha atención y luego suelta otra cosa con menos sentido - es mejor que me curen en una clínica, me debo ir - afirma con mucha seguridad, no me la creo ni por un segundo porque ella me rogo que no la llevara a ningún lugar de esos y luego dice - acabo de recordar…

-No te atrevas a mentirme –le digo ya viendo que lo hace otra vez, me miente viéndome a los ojos, no lo tolero

- Por tu bien, por mi bien, yo me debo ir, por tu seguridad y por qué no tengo ánimos de perder lo que tengo, déjame ir ¡por favor! – sus palabras son rápidas, pero entendibles, su tono de voz es estable casi neutro, él miedo que le vi hace unos instantes solo se quedó en las sombras no lo he visto nuevamente

-No, te vas a ir hasta que te expliques – sentencio al ver que nuevamente hace el intento de salir de mi casa

-No te convengo, déjame ir – en la primera palabra hay un pequeño quiebre que me da duda, uno que nuevamente ha sido borrado por sus palabras seguras, firmes y su tono de voz de monotonía

-No Lucia, no – intento contener mi enojo, mi frustración y la ignorancia que me molesta el que ella actúe de esa forma solo por una fotográfica.

La sigo sosteniendo, pero ella logra liberarse, tengo miedo de que aproveche la oportunidad de salir corriendo porque ya no se lo puedo impedir se ha alejado un poco, se pasa la mano en el rostro, noto que su hombro herido no lo mueve, tampoco hace nada por moverlo, supongo que es por el dolor o la sangre. Se queda de esa forma por mucho tiempo, camina de un lado a otro como buscado una respuesta a mi acusación, su actitud me desconcierta.

Se ha quedado callada por mucho tiempo, ha caminado por el mismo lugar más de seis veces y su mano en el rostro ha sido llevada a él por más de diez veces, es algo muy grave para que se encuentre en ese estado, aun cuando sigo pensando que es lo que le preocupa al ver a mi abuelo no encuentro ni una sola razón.

-habla – demando

-Es mala idea que yo me quede aquí - la veo con duda, ¿a qué viene esto ahora? - eres mi jefe y no, no me di cuenta de nada al ver la fotografía - su rostro es estable sin expresión, sin nada, y yo quiero entender a la mujer que se encuentra frente a mi porque necesito saber que le pasa y no me agrada que actúe como una sospechosa - solo que he reaccionado que aceptar venir aquí fue un grave error, debo irme Alejandro – alzo una ceja con incredulidad, esa es la razón por la que actúa tan extraño, no lo que me dice no cuadra en lo más mínimo – es mala idea – me ve por unos segundos - es mejor que me vaya - esas palabras son para ella misma no para mi

-Lucía, ¿qué estás diciendo? Eso no tiene nada de malo, no te creo que sea eso lo que te haga querer irte de mi casa - la veo con mucha atención para ver si logro quebrar su barrera que construyó de unos instantes para acá, una barrera de mentiras, quiero que me deje ver la, quiero que me deje acercarme.

-Alejandro sea lo que sea que estés intentando entre los dos es tarde, muy tarde - dice y me saca de balance, ¿cómo se pudo dar cuenta? En realidad, soy tan obvio que lo noto, me enfado conmigo por ello, pero igual decido hablar con indiferencia.

-Lucia de que estas hablando – sus palabras me sacan de balance, su expresión ha cambiado, de culpa, a dolor, a melancolía algo que no logro comprender, pero cala en mi pecho como una punzada de dolor.

-Nada, mejor, mucho mejor que no entiendas – la veo raro, esta mujer está mal, está delirando, veo que intenta salir corriendo, pero antes de que lo intente la detengo.

-No, no te vas – le digo y deja de forcejear, se detiene - porque no entiendo y te debo curar la herida – la halo hacia donde se encuentran los sillones, halo la mesita de centro que se encuentra me coloco sobre ella con la intención de quedar frente a ella, al sentarla ella pega un grito de dolor y me regaño por no ser cuidadoso – quítate la blusa –  mi voz no sale para nada amigable a mis oídos, supongo que para ella tampoco, esperaba que retrocediera por el susto pero no lo hace, me pone mala cara por lo que le acabo de decir

-¡No! enséñame ¿dónde está el baño que yo me voy a curar sola? – hace una mueca rara, que la hace ver tierna, casi cedo, pero debo saber que tan grave fue el balazo y porque no está dentro de una clínica por esa situación.

-No tengo mucha paciencia Lucia – hago una pausa – quítate la blusa - veo que se mueve incomoda en su sitio.

-No me agradas de mandón – hace una mueca con sus labios que provocan en mí una risa por el intento de berrinche que hace, no le sale, está muy lejos de ser una niña berrinchuda. Veo como deshace uno a uno los botones de su blusa celeste que cubre su torso al estar todos sueltos veo una fracción de su piel descubierta, tengo que tragar un par de veces para evitar las ganas que tengo de tocarla, veo como se le dificulta quitarse el saco, la blusa lo hace con mayor facilidad, queda en sostén frente a mis ojos, apretó la mandíbula para contener mis impulsos, es una mujer preciosa, una que merece todos los cuidados y verla herida solo me enfada - dime que tienes anestesia, que no aguanto el dolor - como no me considero capaz de hablar sin que mi voz me delate no respondo, pero si desearía que en el botiquín hubiera.




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